Poetas para ¨¦l pueblo
Digo adrede poetas para el pueblo y no del pueblo, porque con permiso de la respetada memoria intelectual y humana de don Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal, soy de los que creen que la llama de poes¨ªa popular no ha surgido nunca de la entra?a del pueblo, sino del cerebro privilegiado de un hombre al que no hay m¨¢s remedio que llamar intelectual... por mucho tufo de ?elitismo? que despierte esta palabra. El poeta popular no es casi nunca un campesino, ni un alba?il (Miguel Hern¨¢ndez como excepci¨®n), por bien que sepa cantar el campesino o el alba?il.Recordemos la an¨¦cdota. Manuel Machado escucha complacido una copla. Le pregunta el ?cantaor?:
-?Le gusta, don Manuel?
-?C¨®mo no me va a gustar si la escrib¨ª yo hace a?os?
Escandalizado el ?cantaor? le asegura que aquello no es posible, que aquella copla se ha cantado ?siempre?, que es parte de la tradici¨®n andaluza. Insiste Manuel Machado:
-?Qui¨¦n la escribi¨® entonces?
El ?cantaor? busca en el aire, en la memoria, en el recuerdo. Por fin abre los brazos abarcando el espacio, la tierra
-... Pues... ?nadie!
Es decir, todo el mundo, el pueblo. Manuel Machado resumir¨¢ su agridulce experiencia en otra copla:
?Esta es la gloria, Guill¨¦n/de los que escriben cantares,/que luego la gente diga/que no los ha escrito nadie.?
No. El poeta popular no es del pueblo. El pueblo no produce poetas, sino p¨²blico. Pero lo que convierte a un poeta en popular es precisamente, conseguir reflejar el alma de ese pueblo en sus versos y que el pueblo se apodere de ellos, los haga suyos, los convierta en parte de su existencia. No nos enga?emos, sin embargo, ahora, cuando la palabra Pueblo parece escribirse siempre con may¨²scula, quiza por reacci¨®n a tantos a?os en que no se ha podido escribir ni en letras peque?as; lo popular no es autom¨¢ticamente sin¨®nimo de emoci¨®n est¨¦tica, de grito de anclustia ante la injusticia social, ni del instinto natural contra la tradici¨®n hip¨®crita. Si la sensibilidad ha sido, a menudo, popular -B¨¦cquer, Garc¨ªa Lorca-, tambi¨¦n lo ha sido al sensibler¨ªa -Gabriel y Gal¨¢n, Vicente Medina y su ?Cansera?-. A menudo para que una poes¨ªa se convierta en popular basta que sea f¨¢cil a la memoria -?que suene ?, y a la imaginaci¨®nque se entienda.
Hoy que el pueblo est¨¢ mucho m¨¢s en la calle que antes, se ha Iniciado una curiosa costumbre, creo que imitada de Portugal, y que consiste en gritar en verso lo que durante muchos a?os se ha pensado en prosa. La eficacia pol¨ªtica del hecho es evidente. Un pareado es f¨¢cil de recordar por todos y cada uno de los presentes en una manifestaci¨®n, yal repetirse por centenares de voces adquiere un valor de tam-tam sonoro, prof¨¦tico, a veces amenazador. Los componentes de ese coro se animan en la obra colectiva, se sienten creadores y part¨ªcipes de una ola de protesta r¨ªtmica. Por el aire se extiende la voz sonora, la radio o la televisi¨®n recoger¨¢n el sonido que sirva de fondo a caras crispadas, a cuerpos inquietos...
S¨ª, la eficacia pol¨ªtica es grande. La po¨¦tica.... en cambio..., ?Dios santo, qu¨¦ ripios! Un pa¨ªs de nuestra tradici¨®n literaria no puede exclamar...
?Fraga escucha: Extremadura est¨¢ en la lucha...?
Ni dirigirse al alcalde de Barcelona con un:
?Viola dimite, el pueblo no te admite.?
Pero cuando esto ha sonado peor ha sido en el homenaje a Garc¨ªa Lorca, ese homenaje que esper¨® cuarenta a?os. En Granada. ?en su Granda?, es donde menos se puede entonar:
?S¨ª, s¨ª, s¨ª: Alberti a Madrid.? Y much¨ªsimo menos:
?Ra, ra, ra, Alberti a "Gran¨¢".?
(Tengo la impresi¨®n que el sentido l¨ªrico de Alberti ver¨¢ en esos versos un mayor obst¨¢culo a su vuelta que la propia Direcci¨®n General de Seguridad.)
Por eso me atrevo a hacer un llamamiento a los poetas ?para? el pueblo. Al mismo Alberti, Blas de Otero, Celaya, G¨®mez Gil, Goytisolo, Hierro y tantos otros. Por favor: escribid pareados, cuartetas, que sirvan de consigna, que expresen aspiraciones, urgencias, protestas; que digan del llanto por lo que fue y de la esperanza por lo que ser¨¢.
Pero que sean versos de verdad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.