Recreaci¨®n teatral de Larra
De Francisco Nieva como dramaturgo conoc¨ªamos varias obras agrupadas bajo el ep¨ªgrafe general de Teatro furioso. Ciertos int¨¦rpretes pueriles pretendieron presentarlo como paradigma de un teatro silvestre o salvaje, muy en boga como ilusi¨®n en aquel entonces. Sin embargo, la obra de Nieva pertenec¨ªa a una tradici¨®n refinada y cultista, manejaba elementos ling¨¹¨ªstico-teatrales procedentes del teatro barroco de prosopopeya espectacular de la ¨®pera, de, los juegos retruecanon¨ªricos del surrealismo. En el fondo era posible descubrir la experiencia de Brecht, la tamizada gestualidad grandilocuente del Tintoretto o el castizo aticismo de nuestros cl¨¢sicos ilustrados, como transfondos emergentes de cuando en cuando. Era, por as¨ª decirlo, un teatro totalmente integrado en la historia de la cultura europea.Estas precisiones referidas al ciclofurioso, cuadran muy bien como sucinto pr¨®logo al comentario, a Sombra y quimera de Larra, ¨²ltima de sus obras, estrenada en el Teatro Nacional Mar¨ªa Guerrero, en una puesta en escena de Jos¨¦ Mar¨ªa Morera, cuya reciente publicaci¨®n permite aproximarse ahora al texto literario. Permite considerar su estricto valor como propuesta teatral al margen de la totalidad del espect¨¢culo.Nieva ha subtitulado su obra, no por casualidad, ?representaci¨®n alucinada de No m¨¢s mostrador. Es ¨¦sta una pieza que Larra escribi¨® en 1832, inspirada en Les adieux au comptoir, de Scribe, pasatiempo en un acto, de corto conocimiento. Nuestro F¨ªgaro le dio un aire Moratiniano, ensayando una cr¨ªtica de costumbres aguda de observaci¨®n y endeble de textura.
Sombra y quimera de Larra
Representaci¨®n alucinada de ?No m¨¢s mostrador?, de Francisco Nieva.Madrid Editorial Fundamentos. 1976.
Justo es decir que Nieva inici¨® su trabajo pensando ya en su representaci¨®n, no como algo aislado que debe aguardar la rueda de la fortuna de que se fije en ¨¦l alg¨²n promotor. En principio se trataba de hacer una leve adaptaci¨®n de No m¨¢s mostrador. Despu¨¦s, a trav¨¦s de un proceso de profundizaci¨®n literaria e hist¨®rica, se lleg¨® a la estructura dram¨¢tica definitiva.
Aspectos de inter¨¦s
No voy a extenderme en referencias al argumento, porque pienso que es de sobras conocido.S¨ª insistir¨¦ en algunos aspectos de inter¨¦s. El primero, que Nieva no utiliza ning¨²n recurso novedoso, sino el ya conocido de el teatro en el teatro. La obrita de Larra es asumida como documento hist¨®rico e insertada en una nueva f¨¢bula teatral. Despu¨¦s, que a trav¨¦s de los comportamientos de esa compa?¨ªa que Nieva visualiza, se transparenta una jerarquizaci¨®n social y unas formas de actuaci¨®n propias de esa mesocracia burguesa, entonces naciente, y que ha lastrado con su apat¨ªa y ego¨ªsmo la historia espa?ola contempor¨¢nea. S¨®lo situado en este contexto hay que comprender el texto de Larra. S¨®lo en este marco de fuerzas y tensiones sociales, el personaje de F¨ªgaro. Estas transpariencias hist¨®ricas son las que confieren utilidad al texto.La obra est¨¢ escrita con un lenguaje admirable. Un castellano castizo y de cierto regusto arcaico, no en vano habla Nieva del pastiche moratiniano. En un agudo pr¨®logo explica el autor las razones que le llevaron a escribir esta obra y sus opiniones sobre un posible teatro hist¨®rico-did¨¢ctico.
Por supuesto que en este punto aflora con fuerza la pasi¨®n y poso cultural de Nieva. Quiz¨¢ por eso sus palabras se tornan contundentes al juzgar nuestra situaci¨®n. ?Somos un pa¨ªs de altas y raras genialidades, porque el nivel cultural de nuestros p¨²blicos no da para menos, dig¨¢moslo con algo de amarga iron¨ªa. El temor a escribir con sobradas referencias culturales es el coco que asusta a no pocos artistas cuyo bastarse a s¨ª mismos cuenta precisamente con una humanidad privada, o casi, de todas las referencias de detalle en cuesti¨®n de cultura propia y ajena. No hab¨ªa tanto temor ni en ¨¦poca de Lope, momento estelar de un teatro cien por cien popular. S¨®lo en los ¨²ltimos tiempos el artista se ha sentido, con inconfesado desprecio del informe p¨²blico, casi obligado a la s¨ªntesis emocional de su obra, sin referencias culturales evidentes. S¨ªntoma disimulado de una decadencia cultural sin la menor duda, cuando se escarba bien en ello. Hasta cuando los temas son muy concretos y a¨²n pol¨ªticamente comprometidos, se tiene buen cuidado en que sean elementales: la dictadura, la pol¨ªtica, la persecuci¨®n racial, la guerra, etc.Sombra y quimera de Larra es, sin duda, una importante aportaci¨®n a nuestro teatro y una opci¨®n para comprender nuestros cl¨¢sicos del XIX, de tan necesaria revisi¨®n.
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