Demichelli, fiel a una tradici¨®n antidomocr¨¢tica
Caso curioso e inexplicable puede parecer, a primera vista, ¨¦ste del Uruguay, pues sin significar una modificaci¨®n en lo sustancial del r¨¦gimen instaurado en 1973, cambia un presidente de cuarenta y ocho a?os por uno de ochenta. Los militares alejan a un civil, que mal que bien, se hab¨ªa hecho de un nombre como gobernante, por otro civil a quien nadie conoce. ?Pero, es que se trata entonces, de una dictadura militar?
Las explicaciones y respuestas ¨¦stas y a otras inc¨®gnitas podemos encontrarlas no bien nos acerquemos un poco a la historia uruguaya de este siglo. Durante buena parte del ¨²ltimo cuarto del siglo pasado la vida del peque?o pa¨ªs platense estuvo signada por el dominio de tres sucesivas dictaduras militares que contaron con el apoyo del tradicional Partido Colorado, que reconoce a su fundador en la figura del primer presidente de la Rep¨²blica, general Fructuoso Rivera Esa tradici¨®n ?riverista? entr¨® en crisis cuando al despuntar el siglo veinte el Partido Colorado fue conquistado por la abrumadora mayor¨ªa del l¨ªder democratasocial Jos¨¦ Batlle y Ord¨®fiez, figura civilista, hombre de pensamiento y de acci¨®n, cuya gesti¨®n y doctrina habr¨ªan de imprimir un sello inconfundible al ?Uruguay liberal? que nac¨ªa con el siglo. En emulaci¨®n permanente con el gran adversario, el Partido Nacional, por ser m¨¢s uno que el otro en cuanto a la conquista de las libertades p¨²blicas y a la garant¨ªa de los derechos humanos, ambos partidos tradicionales protagonizaron hacia 1918, la Asamblea Constituyente que dio nacimiento a una constituci¨®n pol¨ªtica avanzada para su tiempo. A partir de entonces, y hasta 1933, habr¨ªa de transcurrir el pa¨ªs por un periodo que, tanto en lo econ¨®mico como en lo pol¨ªtico, pudo ser calificado como ?el periodo excelente de nuestra historia? por un moderno historiador uruguayo. En 1918, el actual presidente doctor Alberto Demichelli ten¨ªa veintid¨®s a?os y ya actuaba en pol¨ªtica. Formaba en las filas de la minor¨ªa colorada que se manten¨ªa fiel a la tradici¨®n riverista y militarista, de pensamiento pol¨ªtico ultraconservador y antidemocr¨¢tico. En un siglo durante el cual, a medida que iban corriendo los decenios, no se ve¨ªa el fulgor de un sable desenvainado ni se o¨ªa el ruido de un disparo, como no fueran los que los pol¨ªticos de la ¨¦poca esgrim¨ªan de madrugada para dirimir, sus ofensas en el ?campo del honor". Alberto Demichelli se especializaba en Derecho Administrativo y participaba, por ejemplo, en la teorizaci¨®n de la descentralizaci¨®n administrativa y territorial.
Promotor de dictaduras oligarcos-militares
Le lleg¨® el turno a Demichelli en 1933, cuando la crisis mundial repercute en la situaci¨®n uruguaya y una alianza de fuerzas pol¨ªticas bipartidarias, y de clases sociales dominantes favorece el golpe de estado que, desde el poder, asesta el presidente Gabriel Terra. Demichelli protagoniza un importante trozo, de ese periodo dictatorial que se extendi¨® hasta 1938. Se destaca en la elaboraci¨®n de la constituci¨®n antidemocr¨¢tica de 1934, ocupa dos carteras ministeriales; e integra las c¨¢maras legislativas mientras todos los sectores pol¨ªticos democr¨¢ticos se hallan en la abstenci¨®n y el ostracismo. Res taurada la democracia en el Uruguay, Alberto Demichelli desaparece de la escena pol¨ªtica durante treinta y cinco a?os. En 1973 es designado por Bordaberry, vicepresidente del Consejo de Estado, cuerpo de 21 ancianos dispuestos a ?legislar? lo que sea preciso para la nueva dictadura olig¨¢rquico-militar. Al morir Mart¨ªn Echegoyen (otro superviviente de las batallas de 1918 que hab¨ªa brillado en 1933), Demichelli. queda en el umbral de la presidencia. Ahora est¨¢ en el cargo, por setenta d¨ªas. Cien a?os despu¨¦s, ha vuelto el militarismo. El viejo ?riverismo?, encarnado por este octogenario, sale a saludar. Un pesado tel¨®n cae sobre el escenario de la Rep¨²blica Oriental.
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