La leyenda de los victorinos
Se enzarzaron en una disputa el Cordob¨¦s y Palomo, a?os ha por un p¨®ngame ac¨¢ esos bichos. Ambos pretend¨ªan la blanca mano de los galaches para su exhibici¨®n en la feria de San Isidro. Como tontos: eleg¨ªan a la m¨¢s guapa y m¨¢s facilona del baile. El poder¨ªo de mandones del toreo lo iban a demostrar llev¨¢ndose al r¨ªo a los galachitos que adem¨¢s de la fama de fofones que ya ten¨ªan, eran en aquella ocasi¨®n figuritas de porcelana. Y no les daba verg¨¹enza, no, aunque a la afici¨®n s¨ª le daba. Suspiraba la afici¨®n: iSe?or, se?or, qu¨¦ cosas, si los padres de la tauromaquia levantaran la cabeza ... ! Desde el Illo y Pedro Romero, estoqueadores de morlacos de las cavernas, hasta el Chamaco, que paseaba tan serrano por Barcelona con las hijas del gobernador, y no sab¨ªa leer por aquel entonces, nadie se hab¨ªa atrevido a tanto. Muchos renegaron de su afici¨®n y la escond¨ªan.Y en aquella disputa est¨¢bamos cuando apareci¨® un paleto, de Galapagar por m¨¢s se?as, que se fue a los peri¨®dicos con unas fotos y dijo: Estos son toros; se los regalo a la empresa de Madrid para que los toreen mano a mano Palomo y El Cordob¨¦s. Hasta en foto asustaban aquellos toros. ?Que toros, Dios! Los ven los galaches y echan a correr. Los ases de la disputa ni los vieron, claro. S¨ª, un tal Andr¨¦s V¨¢zquez, ?suena el nombre?, que se midi¨® con ellos y triunf¨®. All¨ª empez¨® Victorino Mart¨ªn a ser Victorino, y all¨ª empezaron . los antiguos albaserradas -despu¨¦s Escudero Calvo- a ser victorinos. Naci¨® una leyenda que aqu¨ª est¨¢.La afici¨®n se relame de gusto con estos toros porqu¨¦, buenos o malos, tienen el significado de Cuanto se ha venido pidiendo, cuarenta a?os hace, para la fiesta. Son el palmetazo al fraude, al privilegio y al triunfalismo, y abrieron el camino de la autenticidad, en el que estamos. Despu¨¦s de aquello, verdad no hay m¨¢s que una, los victorinos salieron unas veces bravos y otras pegando bocaos, pero, verdad no hay m¨¢s que una, siempre dieron espect¨¢culo, que es lo bueno.
Por eso el anuncio de los victorinos para la corrida de la Prensa ha sido un campanazo. Esperan en los corrales pidiendo guerra, y se la van a dar tres valientes sin novela, Miguel M¨¢rquez, Julio Robles, Roberto Dom¨ªnguez, ante una c¨¢tedra severa, que no se casa con nadie y menos a¨²n si tiene leyenda.
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