Berl¨ªn y Puerto Rico: dos poderes en marcha
La llamada ?cumbre? de Puerto Rico, en la que el se?or Ford acaba de prometer facilidades aduaneras a la Comunidad Europea, al Jap¨®n y al Canad¨¢, y la reuni¨®n de Berl¨ªn, en el que el se?or Breznev ha prometido -y recogido promesas- de ?solidaridad socialista?, tuvieron adem¨¢s de la fecha coincidente, un punto en com¨²n: el evidente deseo, por ambas partes, de ?delimitar? los problemas respectivos, y de cerrar filas alrededor de una estructura y de un objetivo ¨²nico para cada ¨¢rea, que no puede ser otro que el de ?homologar? los diferentes elementos discordantes que hoy se observan en cada uno de los dos grandes territorios pol¨ªticos mundiales.Como al parecer se lo acaba de decir el se?or Kreisky, canciller de Austria y vicepresidente de la Internacional Socialista, al se?or Mitterrand, secretario general del Partido Socialista Franc¨¦s, este ?prop¨®sito unitario s¨®lo puede anticipar dos cosas: o bien una nueva era de confrontaciones econ¨®micas, e incluso militares, m¨¢s o menos inmediatas, para la cual los jefes de cada Ej¨¦rcito uniforman a su tropa y pasan revista a sus filas, o bien diez o quince a?os de statu quo, con el que los dos polos kissingerianos intentar¨¢n desarrollar la nueva era espacial y correr, por separado, hacia la conquista del segundo Renacimiento?.
Parece claro que en cualesquiera de los dos supuestos, ni la Alianza Atl¨¢ntica, liderada por los Estados Unidos, ni el Pacto de Varsovia, conducido por la Uni¨®n Sovi¨¦tica, pueden permitirse m¨¢s contradicciones internas; ni el liberalismo occidental aceptar que la competencia liberal lleve, como se ha visto en los dos ¨²ltimos a?os, a la guerra econ¨®mica entre los Estados Unidos, la CEE y el Jap¨®n, o atomice o disgregue a cada uno de sus socios, ni el socialismo ?marxista? la rivalidad contestataria -y tambi¨¦n econ¨®mica- entre ?heterodoxos? como los eurocomunistas, u ?ortodoxos? como los sovi¨¦ticos.
Preguntas menores
En ese sentido, al se?or Brandt se le atribuye una frase sustanciosa que el ex canciller habr¨ªa pronunciado durante una reciente conversaci¨®n con Mitterrand: ?Despu¨¦s de Helsinki -menage universal-, Berl¨ªn y Puerto Rico, menage dom¨¦stico; despu¨¦s de Kissinger y Breznev, Sonnenfeldt y Ponomarev. Se ha terminado la sesi¨®n de los socialistas; ahora vamos al concierto de las grandes orquestas: luego de la conquista, la institucionalizaci¨®n. Usted se pregunta c¨®mo podr¨¢ conciliar el marxismo y el liberalismo que se mueven en la uni¨®n de las izquierdas en Francia, y c¨®mo podr¨¢n, juntos o separados, conquistar un poder relativo; yo me pregunto durante cu¨¢nto tiempo m¨¢s podremos mantener el principio de la reunificaci¨®n alemana, es decir, conservar un poder relativo. Pero esas son, en el fondo, preguntas menores para Washington y Mosc¨²?.
Deterioro Occidental
Seg¨²n un informe distribuido la semana pasada por el departamento de Estado norteamericano entre las canciller¨ªas europeas, el deterioro de la producci¨®n y del corriercio occidental (Estados Unidos, CEE, Canad¨¢ y Jap¨®n), en relaci¨®n con las inversiones, la tasa de empleo y el gasto p¨²blico, se traduce en p¨¦rdidas, durante los ¨²ltimos 18 meses, de m¨¢s de 150.000 millones de d¨®lares, sobre las constantes de 1973. El se?or Kissinger, en el curso de su estancia en Bonn, hace unos d¨ªas, habr¨ªa dedicado a este tema, seg¨²n portavoces del Partido Socialdem¨®crata (SPD), ?m¨¢s atenci¨®n que a la cuesti¨®n sudafricana?. En una charla con el canciller Schmidt, habr¨ªa apuntado que las condiciones ?para la reactivaci¨®n econ¨®mica de los Estados Unidos y de la RFA, est¨¢n ya dadas. Pero si a fines de este a?o no se recupera por lo menos el 80 por 100 del nivel de 1974, -habr¨ªa a?adido- el conjunto de la CEE seguir¨¢ paralizado, y en ese caso el Jap¨®n puede desplomarse y la reactivaci¨®n norteamericana no servir¨¢ de nada, ni siquiera para los Estados Unidos.?
Econom¨ªa de guerra
El secretario de Estado, habr¨ªa expuesto tambi¨¦n las ?metas? principales que su Gobierno propone alcanzar con el ?segundo Rambouillet? de Puerto Rico, en un plazo no mayor de diez meses:
Primero: Limitar el crecimiento anual del ¨¢rea indusrial occidental al 4-5 por 100, para no ?recalentar? la econom¨ªa, sobre todo la europea.
Segundo: Establecer un ?acuerdo general sobre sectores de productos?, y ?repartir el mercado interno de la regi¨®n en proporci¨®n, no s¨®lo a una capacidad productora y exportadora no subvencionada, sino tambi¨¦n a los gastos militares y de investigaci¨®n tecnol¨®gica de cada Estado atl¨¢ntico ?.
Tercero: Recortar la inversi¨®n p¨²blica de cada uno, durante una primera etapa de seis meses, en un 12-15 por 100, y aumentarla, despu¨¦s de la reactivaci¨®n, en medida no superior al 8-10 por 100 anual durante los dos pr¨®ximos a?os, hasta alcanzar la consolidaci¨®n.
Cuarto: Establecer un ?convenio formal? sobre energ¨ªa y precios para el petr¨®leo en diciembre de 1976, entre la CEE, Estados Unidos y Jap¨®n, ?con contenido y vinculaci¨®n pol¨ªtica internacional?.
Quinto: Liberalizar el comercio exterior atl¨¢ntico, especialmente en el ¨¢rea de la siderurgia, las materias primas y las carnes, y cortar las subvenciones agr¨ªcolas europeas.
Sexto: Eliminar las barreras aduaneras y poner en marcha un nuevo ?sistema monetario internacional de emergencia?, con vigencia de tres a?os.
S¨¦ptimo: ?Reordenar? la econom¨ªa brit¨¢nica e italiana, por medio de un r¨¦gimen de ?pr¨¦stamos atl¨¢nticos coordinados?, por un total de 15.000 millones de d¨®lares, que se har¨ªan efectivos entre octubre de 1976 y octubre de 1978, y se emplear¨ªan, b¨¢sicamente, en equilibrar las balanzas de pagos exteriores de los dos pa¨ªses. A cambio, Roma y Londres, se obligar¨ªan a sostener sus monedas y a frenar sus ?delirios presupuestarios ? en las cotas marcadas para el conjunto.
Schmidt, quien ?en principio? se habr¨ªa mostrado de acuerdo con el proyecto de Kissinger (el mismo canciller propuso este a?o en Luxemburgo algunas medidas semejantes), no habr¨ªa dejado, sin embargo, de se?alar su ?preocupaci¨®n? ante la ?significaci¨®n pol¨ªtico-estrat¨¦gica de esta econom¨ªa de guerra?, y sus posibles repercusiones, ?incontrolables por el momento?, en los procesos pol¨ªticos de Italia y Gran Breta?a. ?Ni la democracia cristiana ni el laborismo -habr¨ªa subrayado- est¨¢n en condiciones de desafiar a los sindicatos, y en el caso concreto de Italia, el reajuste puede convertirse, en menos de un a?o, en el motor de un desbordamiento izquierdista?, que obligar¨ªa, seg¨²n Kissinger, al ?aislamiento? econ¨®mico -y pol¨ªtico- de ese pa¨ªs.
Tal aislamiento -habr¨ªa explicado Kissinger- tendr¨ªa el fin de cortar la ?gangrena occidental?, y tambi¨¦n podr¨ªa ser aplicada a la Inglaterra del se?or Callaghan, si ¨¦ste al final no consigue controlar las presiones de Foot y de las Trade Unions.
Por lo dem¨¢s, Schmidt tambi¨¦n le habr¨ªa hecho saber a Kissinger su ?pesimismo? sobre otros tres planes norteamericanos: la transformaci¨®n de la OTAN en una nueva ?organiazaci¨®n multicontinental? -con una posible ?participaci¨®n efectiva? del Jap¨®n, Canad¨¢ y algunas naciones de Am¨¦rica Latina, adem¨¢s de la r¨¢pida incorpora ci¨®n de Espa?a-; la ?homologaci¨®n, t¨¢ctica y estrat¨¦gica?, de sus fuerzas terrestres en Europa con las del Este, y el regreso de Francia a su estructura militar. Pero de todas formas, Schmidt se habr¨ªa comprometido a entregar inmediatamente una o dos brigadas m¨¢s a la Alianza (30.000 hombres), y a la vez habr¨ªa reconocido -y eso ser¨ªa lo m¨¢s significativo-, el ?fundamento y objetividad? del planteamiento general estrat¨¦gico hecho por Washington.
Un planteamiento que no parece diferir demasiado del que la Uni¨®n Sovi¨¦tica le hace a Europa Oriental. Las subvenciones y los ?precios ficticios? est¨¢n a punto de terminarse en Polonia -y a corto plazo en Hungr¨ªa, Bulgaria, Alemania del Este y Checoslovaquia-, a¨²n a costa de protestas populares que quiz¨¢ ¨²nicamente le servir¨¢n a la URSS para consolidar la firmeza ideol¨®gica, la espita del petr¨®leo ruso se est¨¢ haciendo ?m¨¢s comercial? para sus vecinos y en Berl¨ªn, a pesar de las aparentes concesiones, m¨¢s sem¨¢nticas que reales, el se?or Breznev ha conseguido, por el s¨®lo hecho de haber podido realizar su conferencia, institucionalizar (ver doctrina Sonnenfeldt) las relaciones de la metr¨®poli con los ?partidos hermanos?. Y eso lo ha logrado en medio del clamor eurocomunista.
Tal vez en el cuadro de esta ?marcha compacta, casi militar, de los dos bloques hacia el ?nuevo Renacimiento?, el eurocomunismo puede representar un elemento de relativa inestabilidad ideol¨®gica, para el Este, que en todo caso la URSS puede ?corregir? con la ?doctrina Breznev?, ya conocida en Checoslovaquia; pero hay que reconocer que en el Oeste puede equivaler, visto desde Washington, Bonn o Londres, a la ruptura.
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