Dionisio, de todos
Escribir sobre Dionisio, evocar a Dionisio para volver a hablar con ¨¦l, para volver a hablar de ¨¦l, es una fiesta a la vez triste y alegre que, en alguna medida, nos alivia de su ausencia.Yo cre¨ªa que hab¨ªa hecho constar suficientemente mi admiraci¨®n, no contenida, sino incontenible, es decir, que, ni puedo ni quiero contener sino, al rev¨¦s, que deseo siempre proclamar por Dionisio. Dionisio es para m¨ª, y quiero creer que para todos los no-franquistas, un testimonio y un s¨ªmbolo de democracia y libertad no otorgadas, no recibidas o heredadas, sino conquistadas a lo largo de una vida que, ofrendada a ellas, se nos aparece hoy como mucho m¨¢s breve de lo que cronol¨®gicamente fue; como la del verdadero Ausente de la democracia -que todav¨ªa est¨¢ lejos de llegarnos, a la manera de lo que, durante la guerra civil, signific¨®, ilusoriamente, en la zona llamada entonces nacional, el Ausente de la Falange, Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera.
Admiraci¨®n, incontenible tambi¨¦n, es decir, que no cabe contener en los partidos falangista-liberal, como lo llam¨¦, o dem¨®cratas-, por los que pas¨® y que largamente trascendi¨®. La figura de Dionisio Ridruejo, puede ser encerrada dentro de un grupo o familia pol¨ªticos. La figura de Dionisio, es la del precursor, la del ejemplar testigo veraz, la del hombre c¨ªvicamente honrado cuyo nombre debe ser invocado por todos los espa?oles de buena voluntad.
?Tambi¨¦n la figura del pol¨ªtico en el estricto sentido de la palabra? No lo s¨¦ yo ni creo que nadie y, adem¨¢s, tampoco me importa mucho. Al pol¨ªtico se le eval¨²a por sus realizaciones. A Dionisio le estimamos y admiramos por la prefiguraci¨®n en que consisti¨®, como poeta profeta de la vida civil, de una existencia colectiva liberada, autoliberada del fascismo que, elemental o pseudotecnocratizado, persiste, con poder, entre nosotros.
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