En Las Ventas, una seria corrida de Palha

Esta corrida de Palha se dijo que ven¨ªa para la Beneficencia. Claro que esa corrida es para las figuras y estos toros de Palha han sido para tres toreros modestos que s¨®lo por salir a matar la dura y astifina corrida ya ten¨ªan m¨¦rito.El Inclusero tard¨® en centrarse con el noble primer toro pero brillar¨ªan unos naturales terndidos y armoniosos en una serie, que levant¨® un clamor, y unos ayudados por alto, cargada la suerte de gran sabor. Indudablemente el toro ten¨ªa mas faena pero hay que tener en cuenta que el alicantino se vest¨ªa de luces por primera vez en la temporada y el toro, de gran trap¨ªo, se le hubiera dejado ir m¨¢s de una figura. Por tardar en centrarse alarg¨® en demas¨ªa la faena y por eso vino el aviso, pero tambi¨¦n la oreja. El cuarto, un torazo con 48 kilos, gran trap¨ªo y desarrolladas defensas, quitaba el hipo a cualquiera. El Inclusero estuvo muy confiado y mat¨® p¨¦simamente, escuch¨® dos avisos y poco falt¨® para que el toro volviera vivo a los corrales. Valent¨ªsimo toda la tarde estuvo Ricardo de Fabra. En su primero, que lleg¨® dif¨ªcil a la muleta, estuvo breve y poco lucido. El quinto, protestado por cojo, fue magn¨ªficamente banderilleado por esos dos grandes toreros que son Eliseo Capilla y Paco Honrubia, m¨¢s espectacular Capilla, que clav¨® un portentoso par de dentro a fuera dando todas las ventajas al toro, y con m¨¢s arte Honrubia, que lleg¨® pausadamente a la cara del toro y sali¨® del encuentro andando con torer¨ªa. Despu¨¦s Ricardo de Fabra realiz¨® una faena vibrante sobre la mano derecha. Al iniciar un pase de pecho fue cogido aparatosamente. Maltrecho, con luxaci¨®n de hombro, a pesar de su pundonor, no pudo matar al toro. Acab¨® El Inclusero de un descabello. A Fabra se le concedi¨® una oreja. Por dos veces recorrieron el ruedo sus peones, la segunda vez como premio a su estupenda actuaci¨®n.

Con el peor lote estuvo muy deslucido Juan Jos¨¦, que en el sexto dio las mejores ver¨®nicas de la tarde. Pero con la muleta estuvo muy desconfiado en el tercero y anodino con el sexto, que fue el ¨²nico toro de la tarde al que le faltaron las fuerzas y, curiosamente, era el m¨¢s descarado de cuerna, en una tarde en que abundaron las cornamentas aparatosas, por lo astifino y veleto. Prescindiendo de detalles m¨¢s o menos t¨¦cnicos, estos hombres, matadores y subalternos, merecen el aplauso y el respeto por medirse con estos toros.