Una soluci¨®n razonable para un partido m¨¢s unido
La Convenci¨®n Dem¨®crata de este a?o de elecciones en Nueva York, no registr¨® los sangrientos incidentes de la de Chicago en 1968, ni tampoco se espera que tenga las ¨¢speras e interminables discusiones de la de Miami en 1972. Los notables del Partido Dem¨®crata se presentan esta vez m¨¢s unidos y su convenci¨®n no ser¨¢ el teatro de los conflictos interiores de una estructura pol¨ªtico-formal no representativa.Sin embargo, no es todo la unidad en el Partido Dem¨®crata ni lo que ofrece puede entenderse plenamente sin contraponer su buena salud actual a la p¨¦sima imagen que ofrece el Partido Republicano y los perjuicios, inevitables y dif¨ªciles de curar, que en sus filas produjo el esc¨¢ndalo Watergate y la dimisi¨®n del presidente Nixon.
Igualmente, el fen¨®meno Carter parece ser el resultado de la progresiva democratizaci¨®n del sistema electoral de los Estados Unidos, creada por el aumento incesante de las elecciones primarias. Pero Carter, no es, quiz¨¢ tampoco debe serlo, un contraste profundo, sino con la anterior pol¨ªtica dom¨¦stica del pa¨ªs, tampoco con la proyecci¨®n exterior de los Estados Unidos.
Por ello, no es extra?o que Jimmy Carter afirmase en unas declaraciones que public¨® EL PA?S, que Norteam¨¦rica acudir¨ªa por la fuerza a ?liberar? Nicaragua, si en ella estuviesen los soldados sovi¨¦ticos. O que no excluya la pol¨ªtica de presiones con la Uni¨®n Sovi¨¦tica y el bloque oriental. Estas declaraciones recibieron posteriormente la aprobaci¨®n de Henry Kissinger, secretario de Estado, que solamente se declar¨® en desacuerdo en cuestiones de matiz.
Otros aspectos a los que se refer¨ªa el ex gobernador de Georgia en aquellas declaraciones, como la clarificaci¨®n en la toma ce decisiones de la pol¨ªtica exterior o la devoluci¨®n de poderes a los Departamentos de Estado y de Defensa, m¨¢s ten¨ªan un significado dom¨¦stico que serv¨ªan para poner en cuesti¨®n los esquemas de la hegemonia americana.
Carter no puede hacerlo, como, en otro orden de cosas, tampoco es capaz de llegar a un acuerdo con las mujeres dem¨®cratas que en la convenci¨®n de 1980 pretenden aumentar su participaci¨®n en la actividad del Partido. Un dato curioso, hecho p¨²blico ayer, es que si Carter llega a ser presidente, ser¨¢ el primero de los dem¨®cratas que lo consigue sin un claro apoyo de los cat¨®licos norteamericanos. Su fuerza entre los protestantes parece ser m¨¢s importante que su relativa debilidad entre los cat¨®licos. En lo que respecta al voto jud¨ªo, parece estar bien situado.
En el Madison Square Garden, de Nueva York, se encuentran 3.048 delegados, 1.986 ayudantes, 1.000 observadores diplom¨¢ticos, 1.300 reporteros, varios miles de t¨¦cnicos de comunicaciones y 9.000 funcionarios invitados. Y unos 15.000 espectadores. No se esperan conflictos en el desarrollo de la Convenci¨®n, como no los hubo al iniciarse ¨¦sta.
Carter, en definitiva, es la soluci¨®n prudente de un partido que parece estar menos desunido no necesitar¨¢ un vicepresidente conservador y cuya victoria es f¨¢cil y razonable ante el desprestigio y la humillaci¨®n de los republicanos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.