Cierta conciencia del problema negro
ENVIADO ESPECIALLa ley tiene en Africa del Sur una categor¨ªa suprema. La ley y el orden son para la gran mayor¨ªa de sudafricanos de todos los colores la explicaci¨®n ¨²ltima de cuanto ocurre a su alrededor. Si se pregunta a un negro por qu¨¦ tienen que permanecer amontonados en las colas de las estaciones mientras los coches, y vagones de los blancos circulan tranquilamente y sin agobios, por qu¨¦ no pueden entrar en un restaurante, o en un hotel, o en un cine; por qu¨¦ no pueden sindicarse, o votar, o protestar; por qu¨¦ no pueden ir al f¨²tbol o al rugby que practican los blancos, contesta simplemente que todo eso es ?contrario a la ley?. El mismo argumento, desde otra perspectiva, se escucha entre la minor¨ªa blanca.
El Partido Nacionalista tras veinte a?os de poder ininterrumpido, ha inculcado de tal forma este acatamiento al orden constituido, que las muchas voces que surgen de todos los sectores de la sociedad para protestar contra una ley -la del apartheid- tan manifiestamente injusta, se pierden en las p¨¢ginas de los peri¨®dicos y entre las declaraciones de los dirigentes pol¨ªticos de la oposici¨®n que poco pueden hacer para cambiar el curso de los acontecimientos. Esta actividad, sin embargo, cambia, aunque sea lentamente, la mentalidad de muchos sudafricanos.
Al contrario de lo que puede parecer a primera vista, Africa del Sur es regida m¨¢s que por una autocracia, por una oligarqu¨ªa que admite un juego liberal y cr¨ªtico dentro de las reglas de juego establecidas. La prensa, as¨ª lo reconoce ¨¦l Instituto Internacional de Prensa de Zurich, es la m¨¢s libre del continente africano y los peri¨®dicos de la oposici¨®n, en general los de habla inglesa, no ocultan sus m¨¢s directos ataques a la pol¨ªtica gubernamental. La pol¨¦mica sobre cualquier suceso es amplia y abierta. Pero todo sigue igual.
Las diferentes denominaciones religiosas, si se except¨²a la Iglesia Reformada Holandesa, que es a la que pertencen la gran mayor¨ªa de los afrikaaners y la que ejerce una influencia muy notable en el Gobierno nacionalista, cuentan entre sus dirigentes con bastantes curas activistas que hablan sin amagos, con ocasi¨®n o sin ella, en contra de la discriminaci¨®n racial.
Tras las matanzas de Soweto, por ejemplo, la discusi¨®n p¨²blica en la prensa de estos d¨ªas es estimulada por editoriales agresivos, por condenas de eclesi¨¢sticos, por art¨ªculos de diversas procedencias casi desafiantes. Es una actividad que, despu¨¦s de todo, evita el ejercicio indiscriminado del poder absoluto, expone la torpeza y lo absurdo del llamado ?desarrollo separado? y a la larga influye en el Gobierno.
En su despacho de la catedral anglicana de Johannesburgo, el reverendo Din Tu Tu, dean de aquel templo, negro, me hablaba hoy de la importancia de esta acci¨®n continuada aunque los efectos no sean inmediatos. Din Tu Tu ha escrito varias cartas a John Vorster, ha predicado en contra del apartheid, ha dado conferencias en muchas partes del mundo, ha recorrido varias townships en muchas ocasiones.
??Por qu¨¦ los negros queman sus propios hospitales y escuelas? Porque quer¨ªan destruir todo aquello que tuviera un s¨ªmbolo de autoridad. Una autoridad que les ha tratado tan duramente. Si recorre usted Soweto durante el d¨ªa ver¨¢ que es una poblaci¨®n llena de ni?os. Sus padres y madres, normalmente, trabajan en la ciudad. La escuela no es obligatoria y adem¨¢s no hay para todos. No hay trabajo. Vagabundean de un lado a otro. Empiezan a unirse en clanes y se establece un germen cirminal que es muy dif¨ªcil de detener. F¨ªjese c¨®mo cambiar¨ªa si la escuela fuera obligatoria y hubiera capacidad para todos.?
La aparente aceptaci¨®n de la gran mayor¨ªa de negros de su forma de vida, sigue diciendo el dean, no hace sino crear un resentimiento en el pueblo. No olvide que hay que vivir, hay que seguir haciendo las cosas, no se puede permanecer en un pesimismo constante. Pero la procesi¨®n va por dentro.
Din Tu Tu conoce muy bien a los negros de las townships. Hab¨ªa advertido muchas veces que esto iba a ocurrir ?y lo ¨²nico que me sorprendi¨® es que tardara tanto tiempo en tener lugar. Por supuesto que nadie quiere un enfrentamiento sangriento, nadie est¨¢ de acuerdo en arreglar las cosas violentamente, pero el Gobierno no hace nada decisivo para evitarlo?. El dean anglicano no ha recibido por ahora ni la m¨¢s peque?a indicaci¨®n del Gobierno, pero est¨¢ absolutamente seguro que su ficha, como la de tantos miles de sudafricanos, est¨¢ bien completa y bien archivada por el excelente servicio policial del r¨¦gimen.
Lo mismo ocurre con el mundo de la prensa. El director del peri¨®dico m¨¢s liberal de Africa del sur, el Rand Daily Mail, dirige un equipo de periodistas extraordinariamente sensibilizados con la pol¨ªtica racista del Gobierno. Raymond Low, sudafricano de habla inglesa, no afrik¨¢aner, me contaba hoy c¨®mo todos los redactores vibraron por lo de Soweto y c¨®mo trataron de ofrecer una informaci¨®n lo m¨¢s extensa y objetiva posible. En los tres editoriales que aparecen en sus p¨¢ginas centrales cada d¨ªa de esta semana ha criticado muy duramente al Gobierno por una u otra raz¨®n. ?Mi principal objetivo en el peri¨®dico es cambiar el criterio de la alta clase pol¨ªtica de mi pa¨ªs sobre un tema tan fundamental como es el del trato desigual que se da a los negros.?
Otro peri¨®dico, hecho por negros y para negros, el The World, tiene una tirada de un mill¨®n de ejemplares diarios y es el que m¨¢s ¨¦nfasis pone en la causa ?anti-apartheid?. Se hace eco de todas las opiniones de los l¨ªderes de color, anuncia mayormente para las townships y recoge cualquier noticia nacional o internacional que tenga alguna referencia con la causa de las gentes de color. Defiende al MPLA, ataca a los Estados Unidos, aprueba las condenas a muerte en Angola. Es, sin duda alguna, la voz m¨¢s radical y m¨¢s izquierdista de Africa del Sur.
Y no deja de sorprender tampoco el ver en un dominical, el Johannes Burger Star, una carta firmada por el escritor Alan Paton en la que se pueden leer p¨¢rrafos como los siguientes: ?Que existen agitadores nadie lo pone en duda. ?Pero, qui¨¦nes son? En primer lugar, las leyes discriminatorias del Gobierno. Los otros agitadores, que tambi¨¦n abundan, tienen en sus manos un arma muy poderosa que es la radicalizaci¨®n ultraderechista del r¨¦gimen.?
?Creen ustedes como cristianos doctrina inmutable de la separaci¨®n de las razas ha tra¨ªdo paz y concordia a Africa del Sur? ?Creen ustedes como cirstianos que deben gastarse entre cuatrocientos y quinientos rands al a?o para educar a un estudiante blanco mientras se dedican entre treinta y cuarenta rands para ense?ar a un negro??
Todo este ambiente y actitud cr¨ªtica que se respira en muchos sectores del pa¨ªs no hace ni siquiera pesta?ear a los grandes prohombres del Partido Nacionalista que, apoyados por el setenta por ciento de la poblaci¨®n blanca, aproximadamente, siguen haciendo lo que han hecho siempre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.