El intelectual y la vigilancia de la vigilancia
Cada vez va extendi¨¦ndose m¨¢s la convicci¨®n de que es menester promover la formaci¨®n de un libre conjunto de gentes pol¨ªticamente comprometidas, pol¨ªticamente independientes y pol¨ªticamente inapetentes de cargos p¨²blicos. Gentes que habr¨ªan de asumir o, cuando menos, respaldar, la funci¨®n pol¨ªtica del intelectual, de la que tantas veces he hablado y que, a mi entender, salvo en muy raras situaciones estrictamente coyunturales, es siempre de izquierda. Y as¨ª en Barcelona se agrupan los socialistas independientes, al margen de todo partido pol¨ªtico, y en Madrid comienza a pensarse en la fundaci¨®n de un club, de una suerte de aut¨¦ntico club de nuestro tiempo y del inminente siglo XXI.Pues en efecto, se tiene la impresi¨®n de que los dem¨®cratas de toda laya, incluidos, por supuesto, los ¨²ltimamente improvisados, corren presurosos a afiliarse, no ya en los potentes partidos pol¨ªticos, todav¨ªa no legalizados, sino a crear sus propios, proliferantes partidos. ?Pertenecer? a alguno de ellos es, dir¨ªase, una necesidad hist¨®ricooportunista de los tiempos que corremos, en los que hay que situarse, con vistas a un pr¨®ximo porvenir. La funci¨®n cr¨ªtica de clarificaci¨®n y, junto al pensamiento ut¨®picoimaginativo de un futuro mejor, el ejercicio de la desmitologizaci¨®n pol¨ªtica y el estudio serio, no parecen ser tareas a los que muchos se dediquen. Tareas que son, precisamente, las propias del intelectual en su vertiente pol¨ªtica. El punto de vista de ¨¦ste ha de ser, creo yo, siempre m¨®vil, no adscrito a ninguna posici¨®n preestablecida, levemente desde?oso y a¨²n esc¨¦ptico, mas, a la vez, fr¨ªamente apasionado por la cosa p¨²blica, distante de toda clase de intereses materiales y siempre vigilante. Vigilante, incluso de los vigilantes. Perm¨ªtaseme poner un ejemplo, m¨¢ximamente de actualidad, para explicar lo que con esto ¨²ltimo quiero decir, lo que en este art¨ªculo siento la necesidad de decir.
La reciente crisis de Gobierno y, sobre todo, el modo como se perfilaba su soluci¨®n, desconcert¨® coropletamente a los espa?oles (y, ni que decir tiene, a los extranjeros). Hasta que el d¨ªa 6 de julio, el diario EL PAIS -que, heredero de El Sol, se miraba en Le Monde, y ninguno de estos dos peri¨®dicos, tampoco el segundo, lo son ya de nuestro tiempo- se arranc¨® con un informe semejante en su intenci¨®n yal estilo de Cuadernos para el Di¨¢logo ?Los personajes de La Zarzuela? -otro bito en nuestro periodismo , informe que, en estilo descriptivo y objetivo, le emparentaba con el Washingion Post de Watergate. De repente Y muy merecidamente, pese a su escaso poder de atracci¨®n desde el punto de vista de la comunicaci¨®n visual defecto a mi juicio grave en el tiempo presente-, EL PAIS ha empezado a venderse mucho m¨¢s que antes. (Cuando el d¨ªa 10, volviendo en avi¨®n de Barcelona a Madrid, ped¨ª EL PAIS, el empleado que nos ofrec¨ªa los diarios me contest¨® en voz alta y probablemente sin tener clara idea del por qu¨¦: ?Ya no queda. Ahora EL PAIS se agota en seguida?.
Y aqu¨ª es adonde yo quer¨ªa llegar. Gracias a ese reportaje se nos ha revelado la maquinaci¨®n que hab¨ªa detr¨¢s del proyecto de Gobierno Adolfo Su¨¢rez y, por virtud de la revelaci¨®n de la maniobra, se desmonta ¨¦sta, al menos parcialmente, lo que es muy de agradecer. Mas al llegar a este punto me pregunto: ?Desde d¨®nde se lleva a cabo tal desarticulaci¨®n? ?Qui¨¦n o qui¨¦nes proporcionan al equipo reportero la correspondiente informaci¨®n? Para m¨ª no hay duda: la informaci¨®n tuvo que ser suministrada desde una posici¨®n de despecho, por quienes -aupados por otros no menos capitalistas intereses- se sintieron postergados en su expectativa de protagonizar la Reforma. Y entonces sigo pregunt¨¢ndome: ?Es que por ventura (valga el arca¨ªsmo, en tanto que referido a arcaicos personajes) se ha creado, sin que lo sepamos, un r¨ªgido Escalaf¨®n de Reformistas (publicado tal vez en el Bolet¨ªn Oficial), quebrantado con la ?aceleraci¨®n? (para decirlo con un un?versitarlo anglicismo) en el ascenso de Adolfo Su¨¢rez? A la mayor parte de los ciudadanos espa?oles -entreIos que, por supuesto, me incluyo-, nos tiene sin cuidado que en el ranking autoestablecido figuren en primer lugar Areilza y Fraga -o viceversa- y s¨®lo muy atr¨¢s Adolfo Su¨¢rez. Nuestro lema es m¨¢s bien: ?Fl¨¢gase el milagro ... ?, sin que creamos en el diablo sino, a lo sumo, en los demonios familiares del sigiloso personaje Torcuato Fern¨¢ndez-Miranda, ni acabemos de creer tampoco en el milagro. Falangistas lo fueron todos. En un sistema capitalista tan financiero como el espa?ol, la Banca estar¨¢ detr¨¢s, mientras dure la predemocr¨¢tica etapa actual, y tambi¨¦n despu¨¦s. Por muy moralistas que seamos - y yo era catedr¨¢tico de Etica y sigo creyendo en la funci¨®n moral del intelectual con respecto a la pol¨ªtica- lo que importa, dentro todav¨ªa de una situaci¨®n estructuralmente inmoral, son, pragm¨¢ticamente, los frutos. Y, en fin, desde un punto de vista de predemocracia para el consumo televisivo, siempre obtendr¨¢n mayor ¨¦xito de masas, como ministros, los j¨®venes ?desconocidos?, cuya promoci¨®n puede celebrarse con fiestas populares en Cebreros, que los condes ex falangistas o los fascistas viscerales detentadores, con el franquismo, de las m¨¢s importantes Embajadas mundiales.
Perm¨ªtaseme que aproveche esta ocasi¨®n para reparar una injusticia. Otras veces he afirmado que la ¨²nica frase memorable del m¨¢s bien inarticulado verbalmente general Franco, es aquella de ?Todo ha quedado atado y bien atado?. Aunque menos original, quiero esperar que sea aqu¨ª de recordable aplicaci¨®n, en el presente caso, sin la menor connotaci¨®n macabra, aquella otra: ?No hay mal que por bien no venga?. El mal al parecer proyectado, ya tiempo denunciado por la prensa, podr¨ªa terminar dif¨ªcilmente por convertirse en relativo bien.
He aqu¨ª la tarea de vigilancia reduplicatoria, de vuelta, que considero, junto a otras, de las que a su tiempo se hablar¨¢ una de las misiones pol¨ªticas del intelectual. Y, naturalmente, no es que yo espere nada de la ?generosidad? del presente Gobierno (como tampoco de la presunta de los otros, m¨¢s ?brillantes?, que habr¨ªan podido formarse), sino, a lo sumo, y para decirlo en par¨¢frasis de Adam Smith, de su ?ego¨ªsmo? y el de la clase pol¨ªtica de la que todos proceden y que, al fin, parece, de veras, amenazar ruina (aunque, ciertamente, no econ¨®mica). No de su iniciativa, sino de la iniciativa de quienes, desde fuera, desde abajo, le fuercen, le arrastren, venciendo tenaz resistencia, a hacer. Y. bien mirado, m¨¢s vale que sea as¨ª, pues una democracia conquistada es genuina, en tanto que la democracia otorgada no puede serlo. Pero ?por qui¨¦n ser¨¢ conquistada, si es que finalmente se conquista, tal democracia? ?Por la voluntad popular, por el pa¨ªs? Otro d¨ªa hablaremos de ello.
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