Una revoluci¨®n autoritaria cada vez m¨¢s criticada
Dos intentos de golpe de Estado en Addis Abeba en el plazo de quince d¨ªas sugieren las dificultades que confronta el Consejo Revolucionario Et¨ªope (DERG) et¨ªope en llevar adelante su revoluci¨®n. La relaci¨®n de los complotados m¨¢s eminentes con el conflicto eritreo, parece indicar que la rebeli¨®n en esta regi¨®n costera sigue condicionando la pol¨ªtica et¨ªope.En lo interno, los enemigos de la revoluci¨®n, una revoluci¨®n autoritaria, son numerosos. Aunque un cierto misterio rodea lo que ocurre en el interior del pa¨ªs, debido a escasez de informaci¨®n reciente, los testimonios de visitantes indican que el DERG es cada vez m¨¢s criticado en la capital y en las zonas rurales.
En el campo, las revueltas reprimidas con dureza por el Gobierno, son frecuentes. Las propician los se?ores feudales terratenientes afectados por la reforma agraria, la izquierda que no comparte la concepci¨®n autoritaria de la revoluci¨®n, y los grupos tribales que encuentran en la fluidez del momento presente, una coyuntura favorable para replantear viejas reivindicaciones nacionales.
La izquierda civil est¨¢ a su vez dividida entre los que creen que el DERG es efectivamente progresista y en consecuencia hay que apoyarlo, y los que sostienen que la dictadura militar no conduce a ning¨²n lado y que el DERG debe dejar paso r¨¢pidamente a un Gobierno civil. Los primeros se agrupan en tomo a La Voz de las Amplias Masas, y los segundos en el Partido Revolucionario del Pueblo, clandestino.
La revuelta de las nacionalidades, ghallas, tigrais, tigrinias, affars, oprimidas desde siempre por las tribus amharas minoritarias, que siguen controlando todo el engranaje burocr¨¢tico y el aparato del Estado, no facilita las cosas a un DERG cada d¨ªa m¨¢s asediado.
El conflicto de Eritrea, lejos de solucionarse contribuye a audizar las contradicciones en el equipo dirigente, en momentos en que los pa¨ªses subdesarrollados sin litoral, luchan con m¨¢s ah¨ªnco por compartir las riquezas marinas y las salidas al mar con los dem¨¢s.
La incertidumbre del futuro de Yibuti, ¨²nica alternativa de evacuaci¨®n econ¨®mica para Etiop¨ªa, despu¨¦s de Eritrea, hace que solucionar el caso eritreo sea m¨¢s urgente que nunca. Como muchas otras regiones costeras de Africa y Oriente Medio, Eritrea ha tenido una evoluci¨®n hist¨®rica relativamente independiente del ?hinterland ? respectivo.
Los turcos conquistaron Eritrea en 1557 y Roma extendi¨® a ella sus dominios desde finales del siglo XIX. En 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, los brit¨¢nicos se encargan de la administraci¨®n de la colonia. Son testimonios de un desarrollo separado que los eritreos han esgrimido en sus reivindicaciones independentistas del presente.
Encomendado su futuro a la ON'U, ¨¦sta opta por una Federaci¨®n, cuya constituci¨®n es encargada al boliviano Ante Matienzo. En 1962, sin embargo, el emperador Haile Selassie orden¨® la abolici¨®n de la Federaci¨®n y proclam¨® la Uni¨®n de Eritrea y Etiop¨ªa. Una de las primeras preocupaciones del DERG que derroc¨® a Haile Selassie en febrero de 1974, fue encontrar una soluci¨®n al conflicto sobre la base de la unidad de Etiop¨ªa.
Las soluciones no han llegado. La cuesti¨®n eritrea, por el contrario ha sido el centro de rivalidades entre los militares del DERG y pivote de la primera y cruenta represi¨®n contra el general Andom.
Sobre este tel¨®n de fondo del conflicto eritreo, y las aspiraciones autonomistas de las nacionalidades, se esboza hoy una disconformidad interna con la gesti¨®n de los militares. El DERG termin¨® con una de las dinast¨ªas feudales m¨¢i antiguas de Africa; si bien han destruido el pasado, su edificaci¨®n del futuro es a¨²n fr¨¢gil.
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