Curiosidad y humor borgeanos
Borges describi¨® premonitoriamente la inutilidad ¨²ltima de una guerra terrible entre dos facciones enfrentadas en el espacio y en el tiempo, una guerra infinita y descabellada. La realidad imita esta vez a la literatura arquetipica y Argentina vive momentos especialmente dif¨ªciles, tensiones que de una manera inevitable inciden en la vida cultural del pa¨ªs y que afectan tr¨¢gicamente a muchos de los hombres que colaboran en la construcci¨®n de esa cultura: muertes, desapariciones, exilios. Un rosario de atentados y venganzas, de ?limitados odios e indiscriminadas brutalidades. La esperanza -nunca perdida- reside en que la realidad sea menos cruel que el arte y que esa lucha que en la ficci¨®n Borges so?¨® eterna tenga un r¨¢pido fin en el suelo de lo real. Y con esa esperanza escribo estas l¨ªneas sobre el ¨²ltimo Borges, ese Borges que es todos los argentinos, ya que todos los argentinos somos un poco Borges. Noticia son sus dos nuevos libros aparecidos en Buenos Aires, su repentina y parcial recuperaci¨®n de la visi¨®n y su ya confirmada visita a Madrid en los primeros d¨ªas de septiembre.Libros marginales
Libro de sue?os y Pr¨®logos,
de Jorge Luis Borges. Torres Ag¨¹ero. Editor. Buenos Aires, 1976 y 1975.
De los libros debo decir, ante todo, que son libros marginales en la obra del maestro, marginalidad que en Borges no puede significar nunca inferioridad. M¨¢s de alg¨²n critico habr¨¢ encontrado en su obra menor los detalles que demuestran la genialidad, los rasgos que definen esa suerte de infalibilidad literaria de los aut¨¦nticos cl¨¢sicos. En Pr¨®logos re¨²ne 38 pr¨®logos a diversos autores, encabezados por un Pr¨®logo de pr¨®logos de desbordado humor borgeano, donde revisa la postura actual de quien escribi¨® aquellas ex¨¦gesis variadas a lo largo de su vida y trata de definir una teor¨ªa del pr¨®logo que, seg¨²n ¨¦l, ?en la triste mayor¨ªa de los casos, linda con la oratoria de sobremesa o con los paneg¨ªricos f¨²nebres y abunda en hip¨¦rboles irresponsables, que la lectura incr¨¦dula acepta como convenciones del g¨¦nero?. Los nombres de Carlyle, Cervantes, Whitman, Val¨¦ry, Kafka o Swedenborg aparecen mezclados con los otros dioses tutelares del limitado altar de sus devociones y junto a los no menos tutelares mitos literarios que ¨¦l contribuy¨® a crear: Macedonio Fern¨¢ndez, Almafuerte, Bioy Casares, Ascasubi, Nora Lange ("era toda una vikinga"). El libro se lee como un ensayo borgeano m¨¢s, ya que su naturaleza original queda olvidada y es dif¨ªcilmente una reincidencia, porque se tratan en su mayor¨ªa, de pr¨®logos a ediciones inencontrables y, en alg¨²n caso pr¨®logo a un libro por imprimirse, como el curioso apunte a las Mystical Works, de Swedenborg, preparado para la edici¨®n de la Iglesia de la Nueva Jerusal¨¦n, de Nueva York. Este libro de pr¨®logos deberia ser engrosado en su pr¨®xima edici¨®n con el que Borges acaba de escribir a Cosmogon¨ªas -una lujosa selecci¨®n ilustrada de sus poemas, a¨²n in¨¦dita- y que yo he podido leer gracias a sus editores y a una t¨ªa ben¨¦ficamente atacada, desde hace muchos a?os, por esa borgesman¨ªa que ahora descubren algunos peri¨®dicos argentinos.
Por su parte, Libro de Sue?os es una antolog¨ªa de textos literarios en los que el tema del sue?o juega un papel trascendental. Es un tipo de trabajo que en Borges tiene ya Mna fundada tradici¨®n; recordemos su delicioso Manual de Zoolog¨ªa fant¨¢stica, o sus Cuentos Breves y extraordinarios. Partiendo de los sue?os originarios (Gilgamesh, el G¨¦nesis y las tradiciones orientales), atravesando las f¨¦rtiles regiones de la literatura cl¨¢sica y ¨¢rabe, esa vasta e inquietante curiosidad borgeana acaba pase¨¢ndose por sus limitadas preferencias contempor¨¢neas. (Yeats, Kafka, Eliade, Arag¨®n, o una extravagante inclusi¨®n de Antonio Machado.) La obsesiva presencia del sue?o la podemos rastrear desde los inicios de la obra de Borges, hombre que se entreg¨® a la laboriosa empresa de so?ar otra realidad hasta lograr su instituci¨®n, el desplazamiento de la cotidianidad, que es otra. de las formas del sue?o. Ya en su Arte Po¨¦tica escribi¨® con voluntad de sentencia: ?Sentir que la vigilia es otro sue?o / Que sue?a no so?ar y que la muerte / Que teme nuestra carne es esa muerte / De cada noche y que se llama sue?o?.
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