Buenos Aires en los a?os 30
Sobre dos historias de Roberto Arlt, el atormentado y personal escritor, muerto all¨¢ por los a?os 40, Torre Nilsson, bien conocido entre nosotros a trav¨¦s de una nutrida obra realizada en su mayor parte en colaboraci¨®n con Beatriz Guido, ha escrito el gui¨®n de estos Siete Locos, secundado esta vez tambi¨¦n por Luis Pico Estrada y Mirta Arlt.Pol¨ªtica y sociedad, realismo y enso?aci¨®n se dan la mano en este filme, demasiado cargado a veces de literatura, mas en el que destaca una serie de cuadros de costumbres donde el Buenos Aires de los a?os 30 revive espl¨¦ndida mente evocado en ambientes y personajes. Este mundo de guapos, prost¨ªbulos y bailes viene a arropar, y en cierto modo a chocar tambi¨¦n, con la historia de los conspiradores un poco t¨®picos que en complicidad con otras fuerzas de la oposici¨®n intentan socavar el orden del Gobierno para luego derribarlo.
Los siete locos
Argumento, Roberto Arlt. M¨²sica, Mario Etkin. Fotograf¨ªa, Anibal di Salvo. Direcci¨®n, Leopoldo Torre Nilsson. Int¨¦rpretes: Alfredo Alcon, Norma Aleandro, Hector Alterio, Thelma Biral, Sergio Renan, Jos¨¦ Slavin, Osvaldo Terranova. Dram¨¢tica. Argentina, 1973. Local de estreno: Cine Infantas.
Este Remo Erdosain, personaje entre de Dostoyevski y barojiano, inventor de gases para revoluciones y pobre diablo en su vida cotidiana, es m¨¢s aut¨¦ntico cuando le seguimos en sus fracasos er¨®ticos y sentimentales que cuando decide convertirse en revolucionario. Precisamente una de sus mejores escenas y quiz¨¢ la m¨¢s sincera de toda la pel¨ªcula es aquella del final del amor con su mujer, como tambi¨¦n lo son las secuencias que nos narran la vida y muerte de Haffner, el rufi¨¢n melanc¨®lico para quien el mundo es de los hombres, para el que las mujeres son un pretexto m¨¢s para ganar dinero y ejercer su poder a cambio de protecci¨®n, amor, humillaci¨®n o miedo. De todos los arquetipos que a lo largo de la historia aparecen, es ¨¦ste el tratado con pulso m¨¢s firme, el mejor interpretado sin caer nunca en el t¨®pico de forma a la vez medida y brillante.
La parte m¨¢s d¨¦bil del relato resulta as¨ª la dedicada a los conspiradores y sus proyectos, el ensayo general para sembrar el p¨¢nico en la ciudad a las ¨®rdenes del astr¨®logo, cuya peripecia personal resulta dif¨ªcil de interpretar en la fr¨ªa objetividad del cine.
La historia del protagonista humillado y ofendido por su mujer, por su primo Barsut y la sociedad a la que desaf¨ªa, est¨¢ narrada en cierta clave donde lo social roza el melodrama al impulso de un viento entre barroco y fatalista. Sus personajes parecen ir y venir, flotar, amarse y combatirse en mundos cerrados que a veces son desolados comedores, pensiones agobiantes, villas cerradas o doloridos rincones donde, por paradoja, se halla lo m¨¢s vivo de la an¨¦cdota, donde el protagonista va a olvidar sus fracasos al amparo de viejos tangos, entre rostros pintados, el tedio o la melancol¨ªa.
Realizado en un estilo acad¨¦mico y brillante, con una excelente ambientaci¨®n a la que sirve una buena fotograf¨ªa, destaca en el reparto de este filme el trabajo dif¨ªcil de Alfredo Alcon por el riesgo de caer en la monoton¨ªa. Pero ser¨ªa injusto olvidar al resto, ya que todos, por encima de la mayor o menor entidad de sus personajes, cumplen con rigor y son baza principal en el resultado final de este filme, de esta historia frustrada como tantas por un golpe de fuerza: el de septiembre de 1930.
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