El gran musical de los sesenta

West Side Story, as¨ª, en ingl¨¦s, a pesar del viejo y melodram¨¢tico t¨ªtulo espa?ol, es el definitivo nombre popular de esta afortunada pel¨ªcula, cuyo ¨¦xito de p¨²blico ha superado a sus reales m¨¦ritos hasta convertirse, sin duda, en una de las obras emblem¨¢ticas y representativas de los a?os sesenta.Desde el punto de vista del g¨¦nero, WSS es, sin duda, un musical, pero no al estilo de Hollywood -cuyas cimas provisionales podr¨ªan ser Cantando bajo la lluvia o Un d¨ªa en Nueva York-, sino directamente tomado de la escena del Broadway neoyorquino. Si el musical americano se apoya en los moldes de la comedia m¨¢s o menos rosada -salvo incursiones cr¨ªticas como esa maravilla de Stanley Donen titulada Siempre hace buen tiempo-, heredero del music-hall o de las variedades cl¨¢sicas, el espect¨¢culo t¨ªpico de Broadway deriva m¨¢s bien de la opereta arrevistada, aunque sea muy dif¨ªcil, por no decir imposible, separar netamente los contornos en uno y otro caso.

WSS pertenecer¨ªa, m¨¢s bien, incluso en su versi¨®n cinematogr¨¢fica, a esta segunda categor¨ªa, aunque el argumento contenga m¨¢s notas cr¨ªticas de tipo social de lo corriente y diste bastante de los finales convencionales t¨ªpicos. En realidad se podr¨ªan separar dos. pel¨ªculas distintas, relacionadas entre s¨ª, con desigual fortuna: por un lado, la historia amorosa de los dos j¨®venes Romeo y Julieta contempor¨¢neos, en el barrio puertorrique?o -no se olvide que, en el origen, el libreto es una adaptaci¨®n musical y social de la obra de Shakespeare-, y, por otro lado, las escenas musicales rodadas especialmente en los aut¨¦nticos ambientes. La coreografia de Jerome Robbins sobre la inspirada partitura de Leonard Berstein es de primera calidad y supuso, en su momento, una aut¨¦ntica revoluci¨®n que todav¨ªa sirve de modelo a muchos intentos an¨¢logos. Los t¨ªtulos de cr¨¦dito de Saul Bass, sobre las vallas y paredes de West Side, constituyen tambi¨¦n una maravillosa obra de arte, junto a la cual desmerecen las ins¨ªpidas y relamidas escenas de amor entre un insufrible Richard Beyrner -que se apag¨® como int¨¦rprete despu¨¦s de este rodaje- y una Natalie Wood que todav¨ªa conservaba algo del Esplendor sobre la hierba, de Kazan, que acababa de hacer, capaz de dotar de fuerza interior a su personaje de Mar¨ªa. Robert Wise acierta, a pesar de todo, a crear un clima dram¨¢tico interesante, con algunas anotaciones cotidianas sobre el ambiente de los emigrados