A la b¨²squeda de una nueva actitud hacia el conflicto
La controversia en tomo al reciente acuerdo firmado en Damasco por el jefe del departamento pol¨ªtico de la Organizaci¨®n de Liberaci¨®n de Palestina (OLP), Faruk Kadumi, las cr¨ªticas del acuerdo por el presidente egipcio, Anuar el Sadat, y la sustituci¨®n del primer ministro sirio, Mahmud el Ayubi, por el general Jleifaui parecen hacer presagiar cambios t¨¢cticos de Siria hacia la prolongada guerra civil libanesa.El acuerdo, anunciado el pasado viernes, fue inmediatamente rechazado por una fracci¨®n importante de la resistencia palestina y en particular por el presidente de la OLP, Yasser Arafat. Estas discrepancias internas traducen una controversia suscitada dentro de la guerrilla desde el mes de septiembre de 1975 en torno a la actitud a, adoptar con respecto a Damasco.
En septiembre de 1975, las circunstancias eran evidentemente muy distintas a las de hoy, y a Siria, entonces como hoy, le preocupaba esencialmente el acuerdo de separaci¨®n de fuerzas firmado por Egipto con Israel, que para Damasco equival¨ªa al desmembramiento del frente ¨¢rabe.
Una fracci¨®n palestina sosten¨ªa que de todas maneras era preferible aliarse a Siria por considerarla un r¨¦gimen nacionalista. Los hechos se sucedieron r¨¢pidamente. Siria intervino masivamente en L¨ªbano, primero del lado de las fuerzas palestinas, y despu¨¦s en contra de ¨¦stas.
Su intenci¨®n, seg¨²n ven¨ªan repitiendo los opositores a la coordinaci¨®n con Damasco, era crear un frente que englobase a la propia Siria, a Jordania y la OLP, que deb¨ªa permitirle contar con elementos de presi¨®n para forzar a Estados Unidos a presionar a su vez a Israel para que devolviese el territorio del Gol¨¢n ocupado.
El ¨²ltimo acuerdo firmado en la capital siria por Faruk Kadumi, aparte de significar importantes concesiones de parte de la OLP, inclu¨ªa una cl¨¢usula en donde de nuevo se estigmatizaba el acuerdo del Sina¨ª de septiembre de 1975 entre Egipto e Israel y parec¨ªa confirmar la ?entrada en razones? de una resistencia palestina que se colocaba finalmente bajo la hegemon¨ªa siria.
El jefe de la OLP, Yasser Arafat, recientemente reconciliado con Egipto, rechaz¨® r¨¢pidamente un trato que podr¨ªa significar un desaf¨ªo al eje tradicional de influencia en el Oriente Medio, que va desde El Cairo a Riad, en Arabia Saudita.
De qu¨¦ manera influ¨ªan todos estos acuerdos en la evoluci¨®n de la guerra civil libanesa es algo que est¨¢ por ver. En cualquier caso, este ¨²ltimo preocupaba sobremanera a los derechistas cristianos, que lo siguieron muy de cerca temiendo un vuelco sustancial del r¨¦gimen sirio.
El Gobierno sirio, como se predijo desde el principio del enfrentamiento sirio-palestino, no pod¨ªa dejar de sufrir algunos descalabros. La destituci¨®n del primer ministro, Mahmud el Ayubi, colocado en el poder a fines de 1972 por el presidente Hafez el Assad para llevar adelante la nueva pol¨ªtica siria de liberalizaci¨®n, ha sido en cierto modo responsabilizado por lo que es aparente el fracaso de la ?pol¨ªtica libanesa-siria? de los ¨²ltimos meses.
Para lograr sus objetivos, Siria se ha visto en el dilema de o aplastar a la resistencia o fracasar. La inquietud aparecida dentro del Ej¨¦rcito y del Partido Baas por esta pol¨ªtica hac¨ªa necesario un culpable. Mahmud el Ayubi, en tanto que primer ministro, es considerado, al ser destituido, responsable. En la capital siria, sin embargo, se est¨¢ pendiente del Gobierno que habr¨¢ de formar el general Abdelrajman Jleifaui, y muy en particular si permanece en ¨¦l el actual viceprimer ministro y ministro de Asuntos Extranjeros, Abdeljalim Jadam, verdadero hombre fuerte en el Gobierno, y sin lugar a dudas art¨ªfice de la ?pol¨ªtica libanesa? que ¨¦l mismo dirigi¨® personalmente junto con el jefe de la seguridad militar, general Hikmat Chehabi.
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