Las tres luces de un maestro del cine
En este a?o que tanto nombre ilustre del cine va borrando, le ha llegado ahora el turno a Fr¨ªtz Lang. Iniciado en Alemania, a la sombra del movimiento expresionista, su carrera sigue con El doctor Mabuse la servidumbre que los escen¨®grafos imponen por entonces a los realizadores, m¨¢s all¨¢ de argumentos, truculentos o convencionales. Fritz Lang, que era arquitecto parece- como si por entonces no hubiera sido capaz de olvidar por completo ¨¦ste su primer oficio, lo cual unido a los mediocres guiones que su habitual colaboradora Thea Von Harbon escribe para. ¨¦l, le llevar¨¢- a- verdaderas apoteosis donde lo ingenuo y lo primitivo, caen de lleno en pretenciosos formalismos. Tal vendr¨¢ a suceder con su obra fundamental Los nibelungos o en el filme que le lleva a la fama, Metr¨®polis, donde acierta a darnos en cambio, su visi¨®n de la ciudad del futuro. Tras esta alegor¨ªa tan sobrada de medio como falta de humor, Lang realizar¨¢ un buen filme de espionaje, bueno quiz¨¢, porque en tal tipo de filmes el asunto tiene menos importancia y Una mujer en la Luna, donde ni siquiera su h¨¢bil oficio es capaz de sacar a flote una fantas¨ªa tan a ras de tierra.Una vez desligado de su esposa y establecido en los Estados Unidos, Lang debe dejar atr¨¢s alg¨²n que otro lastre aparte de los puramente personales y adecuarse a los temas y modos de producci¨®n americanos. Por de pronto su arte parece resucitar en lo social. As¨ª se evidencia en filmes como Furia sobre la ley de Lynch, S¨®lo se vive una vezdonde ataca a un tieripo, a cierto tipo de periodismo sensacionalista y a las fuerzas del orden o El retorno de Frank James que viene a ser como una continuaci¨®n intencionada del famoso Gran robo del tren. Lang en esta nueva eta.pa de su arte suele colocar a sus personajes en caminos cerrados, sin salida cara a un destino incierto que unas veces les hace enfrentarse a la Ley y otras a los hombres y que por encima de algunos rasgos melodram¨¢ticos viene a salvar una intuici¨®n humana que nunca olvidar¨¢ a lo largo de su variada y copiosa carrera.
Al cabo de los a?os, vuelto a Alemania, realiz¨® El tigre de Esnapur y La tumba india que a¨²n alcanz¨® a llenar con sus aventuras y la belleza de su protagonista nuestros a?os de adolescencia a partir de los cuales muchos le seguir¨ªamos por cine clubs y filmotecas en busca de su Doctor Mabuse obsesionado o de su ?M.? El maldito, encarnado por el gran Peter Lorre.
Uno de los primeros filmes de Fritz Lang es la historia de unjoven
a quien la muerte visita para reclamarle su amante. Al fin se apiada y le concede un plazo de tres luces, es decir, tres ocasiones. Cada vez que una de ellas se apague cambiar¨¢ su destino, su suerte. Esta vez, a sus 85 a?os este gran director vien¨¦s ha vuelto a recibir esa visita y a lo que se ve, no se le ha dado la oportunidad que a su protagonista. O tal vez s¨ª,- quiz¨¢s esa tercera luz se hubiera ya extinguido poniendo fin a una carrera fundamental en el mejor
cine europeo y americano de un tiempo definitivarriente muerto.
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