CapitaI o inteligencia
Tras los escualos, llegan ahora los simios a nuestras pantallas. Quien quiera hacerse una idea de lo que se nos avecina, no en la vida real afortunadamente, sino en la otra destinada a entretener los ocios de grandes y peque?os, puede asomarse someramente a este filme japon¨¦s que, a imitaci¨®n del cine americano, f¨ªa su ¨¦xito antes que a ning¨²n otro m¨¦rito a sus efectos especiales. Si hace diez a?os un filme ven¨ªa a costar en Hollywood alrededor del mill¨®n de d¨®lares, hoy dicho coste se ha triplicado en detrimento de las historias originales. A mayor desembolso, menos riesgo; los errores se pagan caros y una legi¨®n de especialistas estudian, temas, p¨²blicos, taquillas, se?alando cu¨¢nto es preciso invertir en publicidad antes de lanzar un filme, o a¨²n en plena explotaci¨®n para tratar de corregir su trayectoria camino del ¨¦xito. Productores y realizadores, estudiosos y cr¨ªticos, nos anuncian el retorno del cine espectacular y ya un nuevo King Kong de 22 millones de d¨®lares nos amenaza sobre la huella del pasado Tibur¨®n, y a¨²n super¨¢ndole gracias a sus manos "capaces de realizar m¨¢s movimientos que cualquier miembro del cuerpo humano?. Tras ¨¦l veremos a no mucho tardar, m¨¢s guerras entre planetas y galaxias, hombres de un cent¨ªmetro de altura y explosiones nucleares capaces de sacar a la luz o destruir vidas pasadas o continentes nuevos.A trav¨¦s de este tipo de cine, Hollywood vuelve a sus viejos sue?os de monopolio en contra de las cinematograf¨ªas nacionales. Es claro que ning¨²n pa¨ªs capitalista parece capaz de competir con ¨¦l en medios, aparte de que el idioma es ya una baza importante a jugar desde su planteamiento inicial.
La batalla de los simios gigantes
Direcci¨®n, Ishiro Honda. Efectos especiales Eiji Tsuburaya. M¨²sica, Akira Ifukube. Int¨¦rpretes, Russ Twnblin, Kumi Mizuno, Kipp Hamillon. Jap¨®n. Ciencia ficci¨®n. 1975. Local de estreno: Cine AIb¨¦niz.
Un mercado com¨²n de cinematograf¨ªas nacionales capaz de establecerla o plantearla siquiera, parece poco posible dentro de los costes que se preven para los pr¨®ximos a?os. As¨ª, ante planteamiento tal, y aparte de los filmes en que, por razones varias, capital e inteligencia lleguen a un amistoso maridaje, malos tiempos pueden venir para el cine. Mientras al porvenir se concreta, s¨®lo nos que da decir ?no? a los escualos y a los simios, a cat¨¢strofes gratuitas y hecatombes colosales. Esperemos tiempos mejores en los que el cine se vuelva a hacer a la medida del hombre y encerremos a ese nuevo King Kong que nos anuncian junto a su antepasado ilustre y dem¨¢s gigantes, en el desv¨¢n oscuro de los recuerdos necios.
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