Vicente Battista: moscas y ara?as
Para un personaje de Bioy Casares, el mundo se compone de dos especies: moscas y ara?as. v¨ªctimas y victimarios. Antes, Schopenahuer se?alaba la existencia de ?almas atormentadas y demonios atormentadores?. Para m¨ª, no existen ¨¢ngeles ni demonios absolutos porque nada, en el universo, lo es.Estas reflexiones me las inspira un magn¨ªfico libro de cuentos de Vicente Battista: Como tanta gente que anda por ah¨ª, publicado el a?o pasado en Barcelona por el sello Planeta.
Una galer¨ªa de personajes acosados, alternativamente humillados y humilladores, derrotados y triunfantes, integran un tablero de oscuros y claros destinos, pero que en todo caso conocen las dos casillas en el ajedrez implacable de un mundo en que el ¨¦xito no se consigue por otro medio que desplazando y eliminando a los otros, y en el que no es posible una actitud marginal y pasiva, ya que en ?la escuela de guerra de la vida? -como la denomin¨® Nietzsche- no se permiten pac¨ªficos observadores.
Battista, que ya hab¨ªa publicado Los muertos (Editorial Jorge Alvarez, Buenos Aires, 1967), vuelve con esta serie de relatos a demostrar su mano segura en la conducci¨®n de cada an¨¦cdota, su estilo limpio totalmente exento de recursos demag¨®gicos.
Ni el sexo, ni la violencia, ni la coqueter¨ªa de la sintaxis a la moda lo sedujeron nunca, pese a que empez¨® a escribir en pleno apogeo de la influencia de Cort¨¢zar. Tuvo, siempre, la necesidad de revelar un mundo propio con algo de autobiogr¨¢fico; el hecho de haberlo conseguido hace de ¨¦l. en opini¨®n de muchos, no s¨®lo uno de los m¨¢s originales, sino adem¨¢s uno de los m¨¢s importantes nombres de la nueva narrativa argentina.
Nos conocimos hace una punta de a?os: no s¨¦ si en el Caf¨¦ de los Angelitos (donde cantaba Gardel, testimonia el tango) o en el Tortoni, durante una reuni¨®n de El Escarabajo de Oro, revista donde nuestros primeros originales merecieron -la frase es de Borges- ?el alto honor de la tipograf¨ªa?.
Desde aquella divertida adolescencia, hasta los memoriosos d¨ªas actuales -memoriosos porque ha llegado el momento de recordar el pa¨ªs, la gente que qued¨® all¨¢, de preparar el balance de lo visto y lo vivido-, nuestra amistad fue invariable.
Pero no soy tan sentimental ni indecente para elogiar un libro por la sola circunstancia de llevar la firma de un amigo: creo ser va lo suficientemente adicto al ?vicio impune? de la lectura para advertir que Como tanta gente que anda por ah¨ª no es uno de esos vol¨²menes improvisados, oportunistas, de autores que ?arrojan libros de s¨ª como si fueran bu?uelos?, para decirlo con palabras de Cervantes, sino que constituye la m¨¢s decantada expresi¨®n de un narrador que se exige todo a s¨ª mismo, que s¨®lo consiente en publicar cuando tiene la certeza de que el texto ya no se puede mejorar ni en una coma, y no sin haberse repetido antes mil veces el axioma de Goethe: ?La vida es corta, el arte es largo?...
Residente de hace unas temporadas en Espa?a, Battista vive ahora en Canarias. Y, como dentro de mi vasto repertorio de defectos no est¨¢ incluido el de la envidia. no puedo menos que sentir alegr¨ªa al leer tan excelente libro, sabiendo -y alegr¨¢ndome tambi¨¦n de ello- que por s¨®lo existir la belleza ofende a lo bajo.
Babelia
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