"?Afeitado, afeitado, afeitado!"
En cuanto apareci¨® el primer toro empezaron los gritos: ??Afeitado, afeitado!?. Efectivamente, era un torete astigordo y romo. Pero al salir el segundo, que sencillamente apenas ten¨ªa cuernos, las protestas fueron un¨¢nimes. ??Afeitado, afeitado!?. Pocas veces hubo tanta unanimidad en la plaza. Las unanimidades fueron ayer en Alcal¨¢ para la acritud contra los desvergonzados que adquirieron y dieron por v¨¢lida una corriducha como la de Higueros, impresentable no ya en las puertas de Madrid sino en el m¨¢s rec¨®ndito rinc¨®n de cualquier solar donde se den toros, y para el triunfalismo final que desat¨® Paco Alcalde.Con ese torillo acorne estuvo Paquirri todo lo breve que puede estar un torero con verg¨¹enza: le dio dos pasadas y le mat¨® bien. Y esta fue la t¨®nica de Paquirri, la torer¨ªa, lo ¨²nico que en tal sentido pudo verse en la primera de las corridas supuestamente serias de la feria de Alcal¨¢. Porque en su otro enemigo, el de alg¨²n cuajo de la tarde -de cabeza, en cambio, andaba como el resto-, y que acab¨® reserv¨®n, estuvo lidiador en lo que cabe, le dio unas dobladas de mucha eficacia para dominarle, intent¨® con valor y sentido de las distancias el toreo al natural y por derechazos, y mat¨® de nuevo con habilidad.
Ayer se celebr¨® en Alcal¨¢ de Henares la primera corrida de feria con toros de Miguel Higueros para Palomo Linares, Paquirri y Paco Alcalde
Palomo. Estocada (dos orejas con alguna protesta). Pinchazo, otro en el que pierde la muleta y estocada ligeramente atravesada (vuelta). Paquirri. Estocada y rueda de peones (palmas). Estocada trasera (ovaci¨®n y saludos). Alcalde. Media estocada delantera, ca¨ªda y tendida (oreja). Estocada perpendicular (dos orejas y rabo). Paquirri en el quinto toro, Alcalde en el tercero y ambos alternando en el sexto, banderillearon con vulgaridad. Los toros. Todos salvo el quinto impresentables en cuanto a tipo, los seis en cuanto a cabezas. Salvo ese quinto, fueron f¨¢ciles. Entre los seis entraron seis veces al caballo. Hubo tres cuartos de entrada.
El resto de la corrida ya entra de lleno en ese cap¨ªtulo de la tauromaquia de ahora, que han inventado entre exclusivistas y toreros malos, para hundirla. Porque si salvamos el alboroto que provoc¨® Alcalde en el sexto con su muy pecufiar forma de entender el toreo, todo lo dem¨¢s fue de pena. Pena daba, por ejemplo, ver c¨®mo Palomo, incapaz de prender la chispa del entusiasmo en el p¨²blico frente a dos burritas que tomaban bien la muleta, tuvo que recurrir a los rodillazos, a la rabieta y al desplante para agarrarse, sin muleta ni espada que le asistiera, a unos pitones romos, m¨¢s que romos. O Alcalde, que despu¨¦s de muchas vueltas y revueltas, idas y venidas y auxilios de los peones para poner banderillas al tercero de la tarde, acababa por hacerlo a cabeza pasada, para prender los palos donde cayeran, que cayeron todos en el costado izquierdo del toro. O esta misma figura rompiendo las leyes no ya de la tauromaquia sino de la f¨ªsica en sus dos faenas, m¨¢s en la del sexto, un animalito sin chicha, gacho y romo, en la que aquel instrumento que fue muleta cuando sali¨® del taller artesano, se convert¨ªa en trapo, o en serpentina, yo no s¨¦, y hac¨ªa tirabuzones con ella, vertiginosos movimientos en el aire, rayos escarlata a su alrededor, levantando un vendaval. Mezclado todo este alarde con alg¨²n que otro pase natural ejecutado con lo que rernotamente recordaba al temple, y un circular de mil vueltas, que fue el que levant¨® al p¨²blico de los asientos como si hubiera llegado el fin del mundo.
Con lo baratas que ha puesto el inefable presidente de Alcal¨¢ las orejas y con el g¨¦nero chico que sali¨® por el toril, esta feria se ha ganado nada m¨¢s que empezar la categor¨ªa de verbena. Pero quiz¨¢ no quede todo ah¨ª. Quiz¨¢ alguien, quien puede y debe, llame la atenci¨®n de ese presidente y de los vetennarios para que ahora que a¨²n es tiempo se mida con m¨¢s rigor un espect¨¢culo que al p¨²blico le cuesta presenciarlo 1.800 pesetas si va de barrera, o 500 si va a grada. La plaza ser¨¢ de tercera categor¨ªa pero los precios son de esc¨¢ndalo y de lo que se pag¨® ayer a lo que ofreci¨® la empresa media un trecho que debe acortarse por las buenas o por las malas. Que un torero -este fue el caso de Alcalde- saliera a hombros por la puerta grande y as¨ª lo llevaran calle adelante, no puede hacer olvidar el tufo a fraude que tuvo toda la corrida. La autoridad, si la hay -y la hay- tiene la palabra.
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