En Ciudad Real se vio una buena feria
La feria taurina de Ciudad Real, como ocurre en todas las poblaciones de la Mancha, fue una gran fiesta. El manchego vive el espect¨¢culo, no encuentra otro que se le pueda comparar, y no concibe sus fiestas patronales si no es con la celebraci¨®n de corridas de toros, para las que exige la presencia de las primeras figuras del momento.Camar¨¢, que con Pedr¨¦s es empresa en la plaza de Ciudad Real, organiz¨® una buena feria con estos elementos, aunque en dos festejos falt¨® el toro, pues s¨®lo tuvieron seriedad los guardiolas, y el p¨²blico respondi¨® como no pod¨ªa esperarse m¨¢s en los primeros carteles. En el tercero y ¨²ltimo, sin embargo, apenas se rebas¨® la media entrada. En ¨¦ste figuraba, por segunda vez en la feria, y precisamente con ganado de Juan Guardiola, el bravo espada de Bola?os, Juan Ruiz (Calatrave?o),
Los agentes de la autoridad adoptaron severas medidas de seguridad antes de empezar cada festejo. Las gentes manchegas van a la plaza provistas del buen vino de la tierra, en cantidades sobradas para satisfacer paladar y sed, muy frecuentemente en c¨¢ntaras, garrafones o vasijas de pl¨¢stico de varios litros de capacidad. Los agentes de la autoridad las revisaban para que no hubiese en ellas perdido objeto contundente alguno, y bajo ning¨²n concepto permit¨ªan el paso a espectadores que portaban botellas.
Pese a ello, durante la segunda corrida, y con ocasi¨®n de que Paco Alcalde hiciera grandes gestos para denunciar que el toro no ve¨ªa (por cierto, que s¨ª ve¨ªa), no se sabe c¨®mo aparecieron cientos de botellas en el tendido, que el p¨²blico arroj¨® al ruedo con las de dar pala protestar de que el supuesto invidente no lo mandaban al corral.
El presidente, pese a tama?os movimientos de persuasi¨®n, cumpli¨® con su deber y no devolvi¨® el toro. Pero es sintom¨¢tico el hecho de que los manchegos se solidarizaran con la denuncia de Alcalde, pues en la siguiente corrida fue El Calatrave?o quien hizo se?as para indicar que su toro era ciego (y tampoco, pues su vista era de ¨¢guila, como se demostr¨® despu¨¦s para tirar hachazos), y el p¨²blico, lejos de solidarizarse tambi¨¦n, aunque s¨®lo fuera por paisanaje o por el precedente del d¨ªa anterior, la emprendi¨® a gritos contra el torero.
Se deduce de aqu¨ª y de los ecos que las actuaciones de Alcalde y El Calatrave?o, dos cada uno, han tenido en Ciudad Real, que la gente est¨¢ all¨ª m¨¢s con Alcalde, todo se le aplaude y hasta se le vitorea, mientras a El Calatrave?o le cuesta ganarse una oreja m¨¢s que en la mism¨ªsima plaza de las Ventas. Ser¨¢ quiz¨¢ porque a El Calatrave?o ya lo tienen muy visto, y Alcalde es la novedad, pero as¨ª est¨¢n las cosas, o as¨ª parecen estar por tierras de la Mancha. Porque el p¨²blico no era s¨®lo de Ciudad Real, o al menos no lo era en su n¨²mero m¨¢s importante, sino que proced¨ªa de toda la comarca, donde los aficionados viajan a la capital, a Valdepe?as, a Dalmiel, a Manzanares, a Almagro, all¨¢ donde se anuncie corrida de toros.
Babelia
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