"Barcelona la nit"
El Paralelo ya no es lo que era, dicen los noct¨¢mbulos barceloneses; pese a todo, siguen brillando las luces del Molino y anunciando en sus carteles la presencia m¨¢gica de Frank Joham; la verdad es que ya no est¨¢ para muchos trotes el pobre, y sus apariciones sobre escenario, son momentos para la nostalgia y el homenaje. En el Victoria anuncian desenfadados vodeviles, Sexoman¨ªa, con el habitual plantel de bellas se?oritas; los curiosos se api?an sobre las fotos a todo color que se exhiben en las carteleras, comprobando a qu¨¦ extremos ha llegado la apertura en estas materias. El Apolo ofrece su bodega flamenca y su espect¨¢culo de revista; miles de bocadillos se engullen r¨¢pidamente en la barra, minutos antes de que den comienzo los espect¨¢culos, y resulta recomendable dejarse caer por las atracciones Apolo en un vest¨ªbulo continuo; la casa encantada o el tren que desciende a las entra?as de la tierra, son verdaderas obras maestras de metal y cart¨®n piedra, producto de imaginativos y an¨®nimos artistas. El personal, sin embargo, se decide por lo pr¨¢ctico y se apelotona junto a una rudimentaria m¨¢quina tragaperras donde, por un miserable duro y con una cierta habilidad, pueden provocarse premios de hasta cien o doscientas pesetas.El Paralelo sigue manteniendo su vitalidad. En peque?os antros de aspecto montmartriano fulguran los nombres ex¨®ticos de beldades que vinieron de allende los mares a practicar el noble arte del strip-tease, cuya traducci¨®n m¨¢s castiza ser¨ªa despelote. Abundan las Lizettes, Ingrids, Olgas y F¨¢timas, misses y madarnes; las espa?olas prefieren denominaciones florales: hay Dalias, Gardenias y Petunias. Los alicientes er¨®ticos ofrecen innumerables alternativas; puede usted elegir un strip a la francesa, audaz lencer¨ªa inevitablemente negra, mallas y liguero, con el complemento de una larga boquilla y una canci¨®n de la Piaf, con Mireille Mathieu ser¨ªa aborrecible. Quiz¨¢s prefiera una cosa m¨¢s moderna, un strip anglosaj¨®n, con m¨²sica de discoteca o telefilme de serie, con venus de ¨¦bano o inglesita de aire escolar y corta melena rubia. La alternativa ex¨®tica puede venir con una Salom¨¦ cubierta de tules y brillante en el ombligo.
El Molino
El santuario sigue siendo El Molino, aunque Joham haya quedado como recuerdo de nost¨¢lgicos: su presencia y su forma de ser han impregnado la est¨¦tica del mejor de todos los music-hall del mundo. Hace mucho tiempo que desapareci¨® de all¨ª tambi¨¦n la prodigiosa Olga Vidalia, cuyos malabarismos anat¨®micos la hubieran hecho merecedora de una medalla de oro en gimnasia er¨®tica, disciplina que, si no tiene todav¨ªa rango ol¨ªmpico, es por una desgraciada omisi¨®n del puritan¨ªsimo COI. Escamillo permanece, tambi¨¦n, alejado del escenario por el que, durante mucho tiempo, paseo sus mejores capas. y tampoco est¨¢ Gardenia Pulido, espectacular vedette sexi, de refrescante labia. Entre las ausencias se hace notar la del acorde¨®n de Mari-Merche, que pisara las tablas con dignidad de profesora del conservatorio. Sin embargo. los herederos han asimilado la tradici¨®n y siguen luchando con los nefandos libretos de siempre, a base de una espontaneidad que produce la eficaz colaboraci¨®n de un p¨²blico en el que florecen, desde hace a?os, las barbas y cabelleras de los progres. Ivette Ren¨¦, francesa aut¨¦ntica que hiciera maravillas en algunas boites madrile?as de los a?os sesenta, para no traspasar los l¨ªmites de lo permitido al quitarse el salto de cama, es, desde hace algunos a?os, la primer¨ªsima vedette del Molino y, por lo tanto, aquella a la que se le permiten las mayores audacias anat¨®micas, generalmente acompa?adas de adecuad¨ªsimos y gangosos oh lala o sexy, de Par¨ªs. El primer actor Piper y la vedette c¨®mica Lita Claver, m¨¢s conocida por La Ma?a, resultan ser las m¨¢ximas atracciones. Tanto Piper como La Ma?a poseen un desparpajo digno de admiraci¨®n y una capacidad fuera de serie para improvisar sabrosos apartes con el p¨²blico, que podr¨ªan inscribirse en la mejor de las tradiciones brechtianas. Dignas de admiraci¨®n son, tambi¨¦n, las perfomances del bailar¨ªn y core¨®grafo Negrito Poli, cuya m¨ªmica facial produce torrentes de carcajadas, y la espa?ol¨ªsima gracia de Merche Bristol, experta en adoptar actitudes de recatada alumna de las ursulinas mientras se despoja de sus vestiduras.
El Molino sigue, con el paso del tiempo, una aut¨¦ntica escuela del music-hall, una escuela por la que convendr¨ªa que pasaran desde los m¨¢s cirscunspectos te¨®ricos teatrales hasta nuestras m¨¢s exuberantes aprendices de starlettes.
La moda del travesti
El travestismo se viene practicando en los cabarets barceloneses desde hace muchos a?os. pero los medios de comunicaci¨®n, en funci¨®n de las ¨²ltimas aperturas, parecen haberlo descubierto ahora, y los locales m¨¢s tradicionales de este g¨¦nero rebosan de espectadores de nuevo cu?o. El cabaret rey de este g¨¦nero de espect¨¢culos es, sin lugar dudas, Barcelona de noche, donde, bajo la batuta de Madame Arthur, pasaron var¨ªas generaciones de practicantes de tan dif¨ªcil arte. En el travestismo podr¨ªamos hablar de dos escuelas perfectamente diferenciadas. En la primera de ellas, la caracter¨ªstica esencial es la total apariencia femenina que provoca el equ¨ªvoco, la ambig¨¹edad culpable que llena de dudas a las buenas conciencias, que se ven amenazadas por el fantasma de una posible transgresi¨®n de sus normas de conducta sexual. Bibi Andersen (no cometan la vulgaridad de llamarle Manolo) representa sobre la pista del Starlette's la m¨¢xima cumbre de esta escuela y adem¨¢s, para mayor esc¨¢ndalo y sufrimiento de las ?personas decentes?, no piensa operarse y cambiar de sexo por el momento. Maestro indiscutible de la segunda escuela es el actor argentino Pavlovsky, que act¨²a en el Barcelona de Noche; en este caso la apariencia f¨ªsica es lo de menos, ya que lo que se pone en juego son cualidades de actor y excepcionales facultades para la imitaci¨®n. En esta segunda escuela suele abusarse en los cabarets espa?oles del travesti bufo, que ensarta chistes y equ¨ªvocos de doble sentido en la peor tradici¨®n del chiste de maricas, indudablemente machista, que hace las delicias de un p¨²blico que, tras la provocaci¨®n, necesita afirmarse en su incontaminable virilidad.
Otras alternativas
S¨ª es usted amante de la revista tradicional, g¨¦nero que no suele prodigarse en Barcelona, le recomendamos el Apolo, teatro en el que don Mat¨ªas Colsada, el de las chicas alegres que trajo Colsada para quitarles el malhumor, ha introducido los modos habituales de la revista de argumento, contando con la esencial colaboraci¨®n de los primeros actores Luis Cuenca y Pedro Pe?a, acompa?ados por la escultural Tania Doris, una vedette valenciana que porta, con singular gracia, los m¨¢s airosos y sofisticados plumeros, pero que sigue teniendo sus reparos ante el inevitable destape, que realiza con considerable timidez. En el Apolo se han incorporado fastuosos inventos tecnol¨®gicos, escaleras abatibles y cascadas naturales que aparecen en el escenario, pero esta incorporaci¨®n se ha realizado sin romper la est¨¦tica kitsch de la revista tradicional. Las escaleras portan enormes cantidades de bombillas de feria y la gran cascada final es un prodigio de reconfortante mal gusto. del actual espect¨¢culo del Apolo habr¨ªa que destacar la presencia de Luis Cuenca, cuyo f¨ªsico, casi inveros¨ªmil, en combinaci¨®n con sus cualidades histri¨®nicas, forman un c¨®ctel de ¨¦xito asegurado. El ballet se encuentra entre los m¨¢s airosos y conjuntados de este g¨¦nero de espect¨¢culos, y ciertas situaciones de los libretos, considerablemente t¨®picos, ofrecen ciertas posibilidades. En el cap¨ªtulo negativo hay que resaltar el abuso del play-back y la existencia de numerosas butacas en la sala desde las que resulta milagroso visualizar el escenario, habi¨¦ndose de entregar los usuarios a toda clase de complicadas contorsiones, con escasas posibilidades de ¨¦xito.
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