Teor¨ªa dram¨¢tica: el teatro de Verotchka
A Nicol¨¢s Evreinov se debe un bell¨ªsimo an¨¢lisis de ?el teatro en la vida? que cobra gran actualidad ante la refrescante incorporaci¨®n de elementos ?vitales? de que hace, o pretende hacer gala, el teatro contempor¨¢neo. Evreinov revel¨® muchos elementos de ese teatro ins¨®lito. Contempl¨® el mundo animal, el infantil, el ancestral y primario. Una de las m¨¢s hermosas alusiones es la del llamado ?teatro de Verotchka?. Esta es la p¨¢gina clave:?He trabajado mucho en el teatro: como maestro y como obrero, y en todas sus ramas. He le¨ªdo, y he escrito tambi¨¦n una buena cantidad de libros sobre el teatro. En resumen, el teatro es un tema familiar para m¨ª. Pues bien, a pesar de ello, me emociona, me deslumbra y me encanta el teatro de Verotchka; admiro en silencio la perfecci¨®n misteriosa de sus realizaciones; permanezco ante ¨¦l como un ignorante merecedor del cesto de los papeles en que descansan, entremezclados, los contrasentidos de otros ignorantes tan escol¨¢sticos como yo. Y prefiero abstenerme de emitir juicio sobre aquellos te¨®ricos teatrales que no quieren o¨ªr hablar del teatro de Verotchka.
Pod¨¦is quitarle a Verotchka su cuarto infantil, sus mu?ecas y sus juguetes. No pod¨¦is hacer nada para dejarla sin su teatro. Ten¨¦is que ver con cu¨¢nta sabidur¨ªa juega con sus cinco peque?os dedos de la mano izquierda. Estoy seguro que Hoffman, Paderewsky y Alfred Cortot son incapaces de utilizar sus dedos de una forma tan maravillosa.
Cada uno de los fr¨¢giles dedos de Verotchka tiene un nombre: el pulgar es Vova, el t¨ªo Vova; el ¨ªndice es t¨ªa Ana; el tercero es Fedia, el ni?o estudiante; el cuarto, el dedo en que se lleva el anillo de boda, ese es mam¨¢; el dedo me?ique es Petia, hijo de la misma Verotchka.
Esta compa?¨ªa representa comedias muy divertidas. El t¨ªo Vova, por ejemplo, encuentra a mam¨¢, se besan y naturalmente, ?de qui¨¦n pueden comenzar a hablar sino del tonto y mal¨ªsimo Fedia? Porque, a pesar de su edad Fedia contin¨²a haci¨¦ndole mil perrerias al pobrecito Petia. Precisamente ahora Petia se muere de sue?o -y el dedo me?ique se dobla en este momento sobre la palma de la mano- pero Fedia se divierte pinch¨¢ndole -y el tercer dedo avanza agresivamente sobre el me?ique- y eso lo hace porque Petia es peque?o y d¨¦bil mientras Fedia es un bruto grandull¨®n. En este momento mam¨¢ y t¨ªo Vova se disponen a castigar al agresor, pero llega de repente t¨ªa Ana. Los tres mayores se distraen entonces, hablando de tonter¨ªas, como, por ejemplo, los juguetes con que van a sorprender a los ni?os o, m¨¢s tontamente a¨²n, hablan de la gente que han visto ¨²ltimamente. Por fin, mam¨¢, como al descuido, recuerda, con una palabra, la conducta cruel de Fedia con Petia. Lo hace tan a tiempo que cuando Fedia llega la t¨ªa Ana le da una zurra importante. Fedia llora sin lograr la compasi¨®n de mam¨¢ o t¨ªo Vova. Los mayores no comprenden por qu¨¦ ha molestado al pobre Petia, tan fr¨¢gil, a quien todos quieren hacer da?o cuando ¨¦l s¨®lo pretende dormir...
?Maravilloso dramaturgo! ?Director a quien nadie ha podido sobrepasar! ?Genio de la imaginaci¨®n! La verdad es que no hay milagro que no pueda cumplir la omnipotente voluntad teatral?.
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