Un presidente triunfalista
Ni se sabe cu¨¢ndo se dar¨¢n cuenta ciertos presidentes de que el triunfalismo ya no se lleva, que es agua pasada y pertenece a otra ¨¦poca que, aunque reciente, ya est¨¢ muerta y bien muerta, y ?ojal¨¢! no vuelva nunca m¨¢s. El triunfalismo le ha hecho mucho da?o a la fiesta y ya es hora de que los triunfalistas se queden en su casa, que no sigan haciendo carne en este espect¨¢culo.El se?or que presidi¨® la corrida de ayer en Aranjuez era un triunfalista de tomo y lomo. Era un triunfalista de los que no se pueden aguantar. En cuanto ve¨ªa flamear en el tendido una docena de pa?uelos, o ni eso, daba una oreja, o dos. Est¨¢ claro que ocup¨® el palco para obsequiar a los toreros con trofeos, con lo cual le peg¨® la patada de Charlot a su obligaci¨®n, que est¨¢ bien medida y bien clara en disposiciones legales aparecidas en su d¨ªa en el Bolet¨ªn Oficial del Estado, con una serie de especificaciones dentro de las cuales no entra la atribuci¨®n de valerse del palco para hacer regalos. Las orejas que concedi¨® no eran merecidas, ni se ajustaban en nada al reglamento, ni las ped¨ªa el p¨²blico (porque una docena de espectadores, entre miles, no hace p¨²blico), ni eran oportunas, porque a la postre produc¨ªan el efecto contrario.
Ayer se lidiaron en Aranjuez cinco toros de Juan Mari P¨¦rez Tabernero y un sobrero de Bernardino Jim¨¦nez, para Francisco N¨²?ez ?Currillo?, Agust¨ªn Parra ?Parrita? y Alfonso Gal¨¢n
Y dos novillos de Domingo Ortega para los rejoneadores Manuel Vidri¨¦ y Juan Moura.Currillo. Pinchazo, media atravesada, rueda de peones y descabello (palmas y saludos). Pinchazo perdiendo la muleta, rueda de peones y descabello (oreja protestada). Parrita. Pinchazo hondo, dos m¨¢s sin soltar, otro pinchazo y rueda de peones (pitos). Estocada corta tendida (dos orejas abucheadas que tira al tendido, y protestas en la vuelta al ruedo). Gal¨¢n. Pinchazo sin soltar, media estocada baja, rueda de peones y tres descabellos. Media estocada baja (silencio en los dos). Vidri¨¦. Dos rejones traseros, rueda de peones y, pie a tierra, descabello (oreja que nadie hab¨ªa pedido). Moura. Rej¨®n contrario, bajo y trasero, rueda de peones y, pie a tierra, quince descabellos (vuelta). Los toros. Bien presentados, varios con trap¨ªo, cornalones y astifinos, no tuvieron fuerza ni casta. El segundo se devolvi¨® al corral por cojo y el sobrero tuvo cierto genio.
Los toreros no estuvieron bien. Parrita y Alfonso Gal¨¢n parec¨ªan dos novilleros inmaduros, conque imag¨ªnense el papel que hicieron en plan de matadores de toros. Parrita, al sobrero, que era cornal¨®n y astifino y lleg¨® al ¨²ltimo tercio con genio, le castig¨® por bajo con barullo, aunque gan¨® terreno hasta el centro del ruedo, y luego no se confi¨® en absoluto. Al quinto, el mejor de la tarde porque fue el ¨²nico que repet¨ªa las embestidas con cierta alegr¨ªa, le hizo un toreo anticuado, de costadillo, a menudo con los pies juntos; era ese toreo que se llevaba en la d¨¦cada de los cuarenta y que puso de moda el manoletismo. Pero adem¨¢s lo ejecut¨® sin temple, los enganchones de la franela se repitieron con exceso. Alfonso Gal¨¢n tuvo un primer toro, el de menos trap¨ªo, aborregado como casi todos, que pasaba, y pasaba bien si se le aguantaba, pero no lo hizo as¨ª: muchas dudas, mucho baile, mucho rectificar terreno produjeron que s¨®lo tres o cuatro derechazos salieran limpios. El sexto, muy quedado, le impidi¨® lucirse como se supone ser¨ªa su deseo, pero para entonces, dos horas y tres cuartos despu¨¦s de empezar el festejo, apenas quedaba nadie en los tendidos. A Currillo se le vieron las mejores cosas, sin que tampoco fuera como para echar las campanas al vuelo. Un pase de pecho en su primera faena, que result¨® muy sosa ante un toro soso, y en el cuarto, que ten¨ªa poco recorrido, valor para aguantar las embestidas.
Lo verdaderamente torero, sin embargo, lo hicieron los rejoneadores. Vidri¨¦ sujet¨® muy bien en los medios un novillo que se le quer¨ªa ir a tablas y aunque al clavar ya fue otra cosa, pues casi todas las reuniones las hac¨ªa a la grupa, su labor concluy¨® aseada. Moura dio una nueva lecci¨®n. Es una delicia ver en el ruedo a este muchacho, contemplar c¨®mo templa las embestidas, c¨®mo torea, en una palabra. Es un aut¨¦ntico espect¨¢culo, el gran espect¨¢culo de la calidad. Al clavar lo hizo siempre de frente, dej¨¢ndose ver, reun¨ªa con suavidad al estribo y sal¨ªa toreando. Pudo tener un gran ¨¦xito de no ser porque le dio por echar pie a tierra, con el novillo muy entero, y se eterniz¨® con el descabello.
Esta vez los toros estuvieron bien presentados. Los hubo con trap¨ªo y los hubo cornalones. Pero no ten¨ªan casta. La mansedumbre y m¨¢s que la mansedumbre la borreguez, fue su t¨®nica, para verg¨¹enza del ganadero.
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