El "bunker" y la oposici¨®n, desiguales ante las elecciones
Anunciada la celebraci¨®n de elecciones generales en nuestro pa¨ªs, como primer paso hacia una normalizaci¨®n democr¨¢tica, importa m¨¢s, cara a conseguir ese objetivo, c¨®mo se celebrar¨¢n esas elecciones y cu¨¢l ser¨¢ el ambiente pol¨ªtico que las preceder¨¢, que qui¨¦n las ha de ganar. La instauraci¨®n de la democracia en nuestro pa¨ªs no va a depender de que sea un partido democr¨¢tico el que acceda al poder, sino de que el procedimiento para el acceso al poder -aunque sea de un partido franquista- se realice con escrupulosidad democr¨¢tica.
Estando las cosas como est¨¢n, es requisito es mucho m¨¢s arduo complicado que redactar proyecto de ley de reforma pol¨ªtca, con los necesarios quilates de democracia. E implica una sinceridad democr¨¢tica dificil de concebir en quienes se beneficiaron durante cuarenta a?os -los m¨¢s j¨®venes durante algunos menos- de un sistema autocr¨¢tico que margin¨® sistem¨¢ticamente al pueblo.Mientras no se demuestre le contrario -y a la vista de la menor resistencia inicial que el bunker est¨¢ oponiendo a un proyecto de reforma constitucional m¨¢s ambicioso que el patrocinado por el Gobierno Arias-, la impresi¨®r que ofrece el r¨¦gimen es la de aceptar someterse al examen ante las urnas que exige la oposici¨®n, pero asegurando el resultado favorable, mediante la conservaci¨®n de todos los resortes legales y de podei que garanticen su triunfo.
El problema no reside en que ese triunfo electoral de los sectores franquistas o, en general, de la, derecha, se produzca. Incluso puede asegurarse que, aun con pureza democr¨¢tica, tales grupos ganar¨ªan las primeras elecciones, por la propia inercia pol¨ªtica generada durante cuarenta a?os y por la imposibilidad material de que los partidos de oposici¨®n creen en pocos meses una adecuada infraestructura. El problema reside en la duda razonable que tal actitud provoca en la oposici¨®n y en la propia calle sobre la autenticidad de las invocaciones a, la democracia y_a la soberan¨ªa del pueblo, que acaban de ser consagradas por el presidente Su¨¢rez como motores de toda la vida pol¨ªtica.
Aun cuando se llegara a aceptar la sinceridad democr¨¢tica del Gobiemo, si mucho antes de las elecciones no se han desmontado los mas influyentes aparatos pol¨ªticos de la dictadura y no se han derogado -por el expeditivo procedimiento del decreto-ley- las leyes represivas contrarias a la concepci¨®n jur¨ªdica de un Estado democr¨¢tico, aquella sinceridad ser¨ªa mucho m¨¢s que dudosa y, en cualquier caso, ineficaz.
En cuanto al aparato, me refiero a los miles de centros de irifluencia y de poder dependientes del Movimiento distribuidos por toda la geograf¨ªa espa?ola. Otro tanto cabe decir de los ¨®rganos sindicales e incluso de las agencias de extensi¨®n agraria, que llegan a las m¨¢s apartadas comarcas del medio rural. La capacidad de movilizaci¨®n electoral de estos n¨²cleos, maneja dos pol¨ªticamente desde Madrid o desde el respectivo Gobierno Civil, impide creer en la neutralidad del establecimiento. Especialmente en la esfera provincial -electoralmente decisiva- dado el talante no democr¨¢tico de muchos de los ¨²lti mos gobernadores civiles -y jefes provinciales del Movimiento, no se olvide- designados tanto por el Gobierno Arias como por el actual.
En materia legislativa, y sin ne cesidad para su derogaci¨®n, de reorma constitucional, subsisten normas incompatibles con la de mocracia y que impiden una libre actividad pol¨ªtica imprescindible antes de unas elecciones. Los art¨ªculos sub9istentes del decreto-ley sobre prevenci¨®n del terrorismo; el fuero jur¨ªdico especial concedido a la polic¨ªa; la responsabilidad personal subsidiaria -que mete legalmente en la c¨¢rcel a quien no pague una multa gubernativa, mientras el ministro Lavilla proclama con todo rigor te¨®rico que la potestad sancionadora de la. libertad es privativa del juez-; las facultades de los gobernadores en materia de orden p¨²blico, y la imposibilidad legal de los abogados para asistir jur¨ªdicamente al detenido, son algunas muestras de una legalidadcontraria a toda inspiraci¨®n democr¨¢tica.
Otro problema no resuelto cara a las elecciones, y tambi¨¦n a la necesaria etapa de comunicaci¨®n con el pa¨ªs previa al refer¨¦ndum, es el de la utilizaci¨®n de los medios de comunicaci¨®n oficiales, especialmente la poderosa televisi¨®n. Si el procedimiento de legalizaci¨®n de los partidos mediante su inscripci¨®n registral no da m¨¢s resultados, y el Gobierno no se decide lisa y llanamente a reconocer jur¨ªdicamente la realidad que viene tolerando, ?los grupos pol¨ªticos m¨¢s significativos que existen en Espa?a? tendr¨ªan dificultades para llegar al gran p¨²blico, que podr¨ªa quedarse sin conocer las alternativas estimables que ofrecen, en opini¨®n del propio presidente Su¨¢rez.
Ante este panorama, falto de las necesarias garant¨ªas, se explic-a mejor la actitud lenta, indecisa, confusa, de la oposici¨®n, que semej a un elefante de plomo, mientras el bunker -elefante de papel en la optimista opini¨®n del profesor Tierno- se apresta a jugar todas sus bazas, en un intento de conseguir el continuismo del franquismo a trav¨¦s de la apariencia democr¨¢tica de las urnas, ya que no parece poder lograrlo mediante la perpetuaci¨®n de los mecanismos obsoletos de la democracia org¨¢nica.
Hasta L¨®pez Rod¨®, habituado a gobernar desde el despacho y el tel¨¦fono, y para quien las asociaciones pol¨ªticas eran hace s¨®lo unos a?os como un sexto dedo estramb¨®tico y patol¨®gico, se apresta, dicen, a la lucha electoral.
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