Mejorada la ¨¦lite, Cuba sorprende cada vez m¨¢s en nuevos deportes
El hist¨®rico asalto al cuartel de Moncada tiene una significaci¨®n muy especial para la Cuba actual. Aquella derrota de un grupo de estudiantes armados frente al s¨ªmbolo m¨¢s representativo del r¨¦gimen de Batista fue la primera chispa de la futura Revoluci¨®n. Dos a?os antes de aquel 26 de julio de 1953, exactamente el 3 de diciembre de 1951, naci¨® en la misma ciudad de Santiago de Cuba Alberto Juantorena, la mayor gloria deportiva que ha dado el pa¨ªs en toda su historia. El se ha convertido, desde su doble triunfo ol¨ªmpico en los 400 y 800 metros de atletismo, en el m¨¢ximo s¨ªmbolo individual del progreso deportivo cubano.
El deporte en Cuba al inicio de los a?os 50 contaba con la irrisoria cifra de unos 10.000 practicantes activos. La educaci¨®n f¨ªsica era pr¨¢cticamente inexistente. La victoria revolucionaria de 1959, tras el desembarco victorioso, en diciembre de 1956, de Fidel Castro y Ernesto Che Guevara desde M¨¦xico supuso otro cambio radical en el deporte. Apoyados en el r¨¦gimen implantado en el pa¨ªs, se crearon escuelas, cuadros de profesores, una industria especializada institutos de investigaci¨®n cient¨ªfica sobre el deporte. La ayuda de los pa¨ªses socialistas fue decisiva, y de los ocho o nueve deportes practicados entonces se ha pasado a los m¨¢s de treinta hoy. Para 1980, en un porcentaje casi alucinante, que supera incluso las previsiones de la RDA, en Cuba har¨¢n deporte asiduamente el 40 por 100 de sus nueve millones de habitantes.
No es extra?o, entonces, ante este ?boom? s¨®lo comparable al de la RDA desde hace unos a?os, que Juantorena, tras su primera victoria ol¨ªmpica en los 800 metros de atletismo, dedicara su triunfo al comandante Fidel Castro y a los h¨¦roes de Moncada.
El caso de esta verdadera joya atl¨¦tica, cuya planta y zancada impresionantes asombr¨® al mundo desde Montreal —mide 1,88 metros y pesa 84 kilos a sus veinticuatro a?os y diez meses— es bastante curioso. Concentrado con el equip¨® nacional junior de baloncesto, al que pertenec¨ªa, una ma?ana sus entrenadores no salieron de su asombro al cronometrarle en un test sobre 400 metros, en la pista de atletismo cercana a la cancha. Juantorena corri¨® la distancia sin ning¨²n tipo de entrenamiento espec¨ªfico en 51". Evidentemente, sus caminos deportivos deb¨ªan cambiar.
Le comenz¨® a entrenar el polaco Zigmunt -Zabiezowsky, t¨¦cnico que trabajaba en Cuba seg¨²n el acuerdo de cooperaci¨®n con los pa¨ªses socialistas. Juantorena fue seleccionado inmediatamente para los Juegos Ol¨ªmpicos de Munich en 1972, y aunque algunos opinaron que era demasiado pronto para someterle a esta prueba lleg¨® hasta las semifinales, donde fue eliminado con 46-07. En series hizo 45-94, y en cuartos de final, 45-96. Perdi¨® fuerza en cada carrera por una ostensible falta, de resistencia, pero adquiri¨® una experiencia fundamental. Al a?o siguiente logr¨® una marca de 45-40, y eso le coloc¨® en el sexto lugar del ranking mundial. Corri¨® seis competiciones importantes y las gan¨® todas, incluida la final de los Campeonatos Mundiales Universitarios, en la que se impuso al brit¨¢nico David Jenkins.
En 1974 hizo la mejor marca del a?o, con 44-70, pero a partir de ah¨ª comenzaron sus problemas en el pie derecho. Entre finales de 1975 -tuvo que sufrir dos operaciones, extirp¨¢ndosele finalmente en la segunda un tumor maligno en el nervio de la planta del pie. Recuperado, pero sin un entrenamiento adecuado, en octubre de ese mismo a?o gan¨® la medalla de plata de los Juegos Panamericanos de M¨¦xico, con 44-80, s¨®lo superado por el norteamericano Ronald Ray: 44-45. Era todo un prodigio. Tanto, que incluso se permiti¨® volver a probar fortuna en los 800 metros, al empezar la temporada del a?o 76. En una reuni¨®n celebrada en la localidad italiana de Formia hizo un tiempo de 1-45-02, por delante del especialista checo Jozef Plachy. Los 1-49-8 de 1973 y 1-50-9 de 1974 quedaban plenamente superados. La plenitud, sin embargo, llegar¨ªa en Montreal, donde con 1-43-50 en la final bati¨® el r¨¦cord mundial del italiano-sudafricano Marcello Fiasconaro — 1-43-70. El norteamericano Dick Wohlhuter y el esfuerzo final del magn¨ªfico belga Ivo Van Damme, no pudieron contra su enorme poder¨ªo.
Hab¨ªa sido la confirmaci¨®n en poco tiempo de unas facultades extraordinarias, pues el posterior triunfo en los 400 era ya m¨¢s l¨®gico. Aparte de su mayor dedicaci¨®n a la prueba, en el mismo a?o 76 s¨®lo hab¨ªa sido vencido cinco veces de 60 carreras y con los 44-70 realizados en Ostrava, Checoslovaquia, nuevamente pose¨ªa la mejor marca mundial. Los 44-26 de la final no batieron el r¨¦cord mundial que Lee Evans estableci¨® en M¨¦xico, 1968, con 43-81, pero la fatiga de siete carreras en cuatro d¨ªas indudablemente mermaron su potencial. De no haber sido por ello tal vez lo hubiese conseguido. Y de cualquier forma bastante hab¨ªa hecho al romper todos los c¨¢lculos preestablecidos ganando dos pruebas que marcan la frontera entre el sprint prolongado 'y el medio fondo corto. Juantorena, salvando las distancias, es como el bar¨ªtono que puede permitirse el inmenso lujo de ser mejor que un tenor y que un bajo al mismo tiempo. Para algo as¨ª se necesitan unas condiciones fuera de lo com¨²n.
Estudiante de Econ¨®micas, este hombre, que representa m¨¢s edad de la que tiene, con su pelo ensortijado y sus largas patillas, llor¨® en el p¨®dium de Montreal tras su gran victoria en los 800 metros. Era muy explicable. Su triunfo habla sido conseguido un 25 de julio, la v¨ªspera del aniversario del Moncada, y supon¨ªa la primera medalla de oro lograda por Cuba en atletismo en toda la historia de los Juegos Ol¨ªmpicos.
Para colmo, hab¨ªa derrotado al norteamericano Wohlhuter. D¨ªas m¨¢s tarde se impondr¨ªa a otro, Newhouse. El ¨¦xito, como siempre, era mucho m¨¢s valioso por tratarse del enfrentamiento ideol¨®gico con Estados Unidos. Y es curioso. El segundo apellido de Juantorena es Danger. Muy apropiado para los norteamericanos, sin duda Todo un peligro
De cualquier forma, Juantorena ni es una casualidad ni un islote de calidad en el deporte de ¨¦lite cubano. Alejandro Casa?as, por ejemplo, cuya mala salida le priv¨® seguramente del oro en los 110 metros vallas, que gan¨® el franc¨¦s Drut —¨²nicamente les separaron 3 cent¨¦simas de segundo, 13-30 por 13-33-—, es otra gran figura, que ha derrotado ya en bastantes ocasiones a los mejores de la especialidad. Sus ¨¦xitos, sin embargo, no le hacen olvidar su procedencia ni a qui¨¦n debe, casi por consigna, agradec¨¦rselo. Tras ganar su prueba en los pasados VII Juegos Panamericanos de M¨¦xico, un periodista le pregunt¨® sobre la mayor satisfacci¨®n que recibir¨ªa al volver a Cuba: ?Estrecharla mano de nuestro comandante en jefe, Fidel Castro, y recibir el reconocimiento de los dirigentes de la Revoluci¨®n y del pueblo en general a quienes representamos aqu¨ª?, contest¨®, y a continuaci¨®n, respondiendo a otra pregunta referente a su procedencia deportiva, a?adi¨®: ?Como todos los deportistas cubanos procedemos del pueblo, pues la Revoluci¨®n ha llevado el deporte hasta los lugares m¨¢s apartados y ahora se pueden observar caras de atletas de todas las provincias. Debut¨¦ a los doce a?os en los Juegos Escolares y desde entonces practico el atletismo. Esto que digo pueden confirmarlo tambi¨¦n todos mis compa?eros.?
El sentido de fidelidad —que parece dimanar del mismo ?comandante en jefe?— es muy, acusado en los atletas cubanos. Sin ir m¨¢s lejos, el caso de Te¨®filo Stevenson, ¨²nico boxeador que ha ganado dos medallas de oro ol¨ªmpicas en dos Juegos consecutivos dentro de la m¨¢xima categor¨ªa de los pesados, es elocuente. Ha rechazado una ¨²ltima oferta astron¨®mica para hacerse profesional, de dos millones de d¨®lares. Orgulloso, coment¨® que se debe a Cuba ya su Revoluci¨®n. El practicar boxeo —deporte para ¨¦l— por dinero ser¨ªa venderse.
Figuras
Juantorena, Casa?as o Stevenson. Son tres mosqueteros fundamentales del deporte cubano. Tambi¨¦n se podr¨ªa a?adir a H¨¦ctor Rodr¨ªguez, judoka, cuarto dan, peso ligero, veinticuatro a?os, 63 kilos y 1,70 metros. Naci¨® en Guajanay, provincia de La Habana. Procedente de los Juegos Escolares igualmente, estudia en la actualidad para profesor de Educaci¨®n F¨ªsica en la ESEF Comandante Fajardo. Su medalla de oro en Montreal fue otro de los grandes ¨¦xitos de la isla caribe?a. Quinto en Munich, perjudicado por una mala decisi¨®n ante el franc¨¦s Meunier, fue ya bronce en el Mundial de Lausana, 1973, donde se tom¨® cumplida revancha. El es el avanzado de un deporte pr¨¢cticamente desconocido en Cuba hasta hace bien poco tiempo. Pero si Rodr¨ªguez ha mejorado el nivel del judo al m¨¢ximo no es tampoco un caso aislado. Sin conseguir medallas, tambi¨¦n en otros deportes Cuba sorprendi¨® en Montreal. Por ejemplo, su decimocuarto puesto en los 100 kil¨®metros contra reloj por equipos de ciclismo ante naciones como Holanda —17—o Francia —20—; el d¨¦cimo en la final de outriggers a ocho, la prueba reina del remo; quintos en el sable por equipos de esgrima; en atletismo, s¨¦ptimos el vallista de 400 Alfonso y la disc¨®bola Mar¨ªa Betancourt; tambi¨¦n s¨¦ptimo el equipo de waterpolo, por delante de la URSS, aunque hubiese sido antes cuarto en el Mundial de Cali, s¨®lo por detr¨¢s de la propia URSS, Hungr¨ªa e Italia, y puestos del quinto al noveno, con un cuarto incluso del mosca Casamayor, en halterofilia y lucha —en la primera modalidad, Urrutia, sexto en Montreal en los ligeros y Zayas, quinto en los medios, ya conocen lo que es batir r¨¦cord mundiales en la categor¨ªa junior—.
De los restantes deportes de equipo, su mayor superaci¨®n se ha visto en voleibol, pues el baloncesto masculino ha bajado algo. Respecto a Munich, donde fue bronce o al Mundial de Puerto Rico, cuarto. En el deporte de la red, tanto masculino como femenino —¨¦ste, por cierto, el equipo de media m¨¢s alta del mundo, con 1,79—, su nivel sorprendi¨® en Montreal. Pese a sus muchos errores por la inexperiencia, cuando asimilen la t¨¦cnica japonesa, su extraordinaria condici¨®n f¨ªsica, al estilo de los potentes polacos y sovi¨¦ticos, les puede convertir en imbatibles. Fueron bronce en hombres y quintas las mujeres. En f¨²tbol, por ¨²ltimo, a punto estuvieron los cubanos de dar la enorme sorpresa de los Juegos, pues no s¨®lo forzaron el empate a cero con Polonia, campe¨®n a¨²n entonces y posterior subcampe¨®n, sino que les fue anulado un gol por un dudos¨ªsimo fuera de juego. La velocidad caribe?a sorprendi¨® totalmente a los tambi¨¦n terceros en el Campeonato del Mundo de Munich.
?El presente es de lucha y el futuro es nuestro?. Esta es una frase del Che Guevara. S¨ª, ya al margen de la planificaci¨®n y estructura del deporte en Cuba, el papel que las consignas y arengas tienen en los practicantes es muy a considerar. Aunque casi siempre con referencia a su caballo de batalla pol¨ªtico, el imperialismo yanqui, la seguridad en el triunfo ha prendido con enorme fuerza en el deporte del pa¨ªs y ha exacerbado a¨²n m¨¢s su nacionalismo. El 26 de julio de 1974, XXI aniversario del asalto al Moncada, Fidel Castro dijo en la provincia de Matanzas: ?Nunca como hasta ahora hemos tenido una convicci¨®n tan completa de que nuestro pueblo marchar¨¢ victoriosamente hacia adelante. No habr¨¢ obst¨¢culo, no habr¨¢ dificultades que no sea capaz de vencer. ?
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