Sociolog¨ªa: una revisi¨®n hist¨®rica
Bien poco se sab¨ªa de la sociolog¨ªa espa?ola anterior a la guerra civil, hace s¨®lo cinco o seis a?os. Incluso resultaba sorprendente comprobar, a trav¨¦s de los ya cl¨¢sicos art¨ªculos de Povi?a, Mendiz¨¢bal y G¨®mez Arboleya -sobre todo este ¨²ltimo, que ya en 1958 estableci¨® el marco, m¨¢s general de futuros trabajos-, que efectivamente hubo sociolog¨ªa antes de 1936 y que, aun siendo poco original (m¨¢s de divulgaci¨®n que de creaci¨®n), poco o nada institucionalizada, mal integrada en la cultura del pa¨ªs y escasa en trabajos emp¨ªricos habr¨ªa que esperar al vendaval de los a?os 60 para recuperar aquel tiempo, perdido detr¨¢s del muro del Imperio y del Nuevo Estado. Posada, por ejemplo, no ser¨ªa quiz¨¢s un soci¨®logo original, pero, sin duda, estaba al d¨ªa. Hoy nuestra sociolog¨ªa sigue siendo poco original, est¨¢ malamente institucionalizada, todav¨ªa encuentra detractores por su ?izquierdismo? (antes era la ?cuesti¨®n social?), sigue siendo escasa en trabajos emp¨ªricos (es decir, est¨¢ mal financiada) y no puede decirse que est¨¦ al d¨ªa, pero al menos estamos recuperando la memoria.Dos caminos se abren en este proceso. El primero, m¨¢s informativo: hacer una historia de la sociolog¨ªa como cap¨ªtulo de la historia de las ideas. El segundo, m¨¢s interpretativo: hacer una sociolog¨ªa de la sociolog¨ªa espa?ola como cap¨ªtulo de una sociolog¨ªa de la cultura espa?ola de la Restauraci¨®n. Ambos se requieren, pues el dato hist¨®rico necesita del marco, y viceversa. Sin embargo, parece l¨®gico comenzar con una historia de las ideas, no s¨®lo porque resulta m¨¢s sencillo y anal¨ªticamente prioritario, sino tambi¨¦n porque desde A. de Miguel hasta C. Moya parece existir consensus acerca del marco general: si la sociolog¨ªa espa?ola de entonces fue d¨¦bil, ello se debi¨® -como casi todo, seg¨²n parece- a que no hubo revoluci¨®n industrial, ni burgues¨ªa, ni desarrollo de las ciencias naturales ni, l¨®gicamente, mentalidad burguesa.
Diego N¨²?ez Ruiz, La mentalidad positiva en Espa?a: desarrollo y crisis
Tucar Ediciones, Madrid, 1975.Manuel N¨²?ez Encabo, Manuel Sales y Ferr¨¦: los or¨ªgenes de la sociolog¨ªa en Espa?a. Cuadernos para el Di¨¢logo, ITS, Madrid, 1976.
En esta l¨ªnea informativa se mueven dos trabajos recientes, el de D. N¨²?ez sobre La mentalidad positiva en Espa?a y el de N¨²?ez Encabo sobre la obra de Sales y Ferr¨¦, aunque el primero desborde el campo de lo propiamente sociol¨®gico. Efectivamente, lo que a N¨²?ez le ha preocupado ha sido la recepci¨®n del positivismo en Espa?a y a trav¨¦s de ¨¦l Ia recepci¨®n de la ciencia moderna, y sobre todo de la ciencia social en Espa?a. Como el mismo dice, exist¨ªa un vac¨ªo hist¨®rico entre los estudios sobre el krausismo y los m¨¢s recientes sobre el pensamiento socialista. Se sab¨ªa -o mejor, se intu¨ªa- que el positivismo hizo de puente entre unos y otros. N¨²?ez comienza por ello con el giro te¨®rico que, a partir de 1875, permiti¨® al krausismo evolucionar hacia lo que hoy, con terminolog¨ªa de Posada, llamamos krausopositivismo, para pasar despu¨¦s a la importaci¨®n del comtismo (mucho m¨¢s d¨¦bil por su radicalismo materialista) y posteriormente, sobre todo con la generaci¨®n de 1914, a la entrada del neokantismo, que, est¨¦ s¨ª, pudo arraigar con cierta profundidad. Lo que N¨²?ez nos descubre -con una informaci¨®n verdaderamente exhaustiva- es que este movimiento fue bastante m¨¢s relevante de lo que su exigua base social (fundamentalmente acad¨¦mica) permit¨ªa esperar; que, desde luego, se limaron los radicalismos filos¨®ficos de tal pensamiento; pero que a pesar de ello fue crucial para la creaci¨®n de una mentalidad cient¨ªfica y experimental en Espa?a. Desde luego se trata b¨¢sicamente de historia de las ideas, a pesar de que el t¨ªtulo -?mentalidad? positiva- podr¨ªa sugerir la adopci¨®n de las tesis de Lucien Febvre -y aqu¨ª,de Maravall, Tu?¨®n o Fontana- favorables a trabajar en un campo intermedio entre las concepciones del mundo y las ideas, campo que estar¨ªa m¨¢s pr¨®ximo a la psicolog¨ªa social. Con todo, el libro de N¨²?ez no es meramente informativo y apunta numerosas sugestiones, con frecuencia fundamentadas, sobre el marco sociocultural que posibilit¨® esta recepci¨®n. Se trata, desde luego, de un libro muy bien construido y de consulta inexcusable
El trabajo de N¨²?ez Encabo sobre Sales y Ferr¨¦ -una completa monograf¨ªa sobre su pensamiento- puede enmarcarse dentro del mismo campo de investigaci¨®n. Sales y Ferr¨¦ fue, no s¨®lo el primer catedr¨¢tico de sociolog¨ªa de Espa?a (gan¨® la c¨¢tedra en 1899, siendo su sucesor Severino Aznar), sino tambi¨¦n -como N¨²?ez Encabo muestra repetidas veces- el primer soci¨®logo espa?ol con obra original, y desde luego el primero que adopt¨® una postura predominantemente naturalista, lo que le costar¨ªa no s¨®lo el recelo del catolicismo oficial, sino tambi¨¦n del krausismo, y con ello el permanecer en un anonimato casi total durante muchos a?os. El an¨¢lisis de N¨²?ez Encabo es cl¨¢sico: como ¨¦l mismo dice se trata, en gran parte, ?de una verdadera exhumaci¨®n de su doctrina con m¨²ltiples citas de su pensamiento?, sintetizando en diversos cap¨ªtulos su evoluci¨®n te¨®rica: la primera etapa hist¨®rico-antropol¨®gica (El hombre primitivo y las tradiciones orientales, de 1881) y la posterior etapa sociol¨®gica, en la que habr¨¢ una clara inflexi¨®n desde el evolucionismo (tambi¨¦n pol¨ªtico) de los Estudios de Sociolog¨ªa (1880) y el Tratado de Sociolog¨ªa (1894-97) a posiciones pr¨®ximas a Durkheim en su Sociolog¨ªa General (1910). N¨²?ez Encabo consigue que la obra de Sales y Ferr¨¦ nos impresione por la amplitud de su cultura (Sales recuerda a esos profesores alemanes de principios de siglo, que todo lo sab¨ªan) y no s¨®lo por el volumen de su obra, aunque quiz¨¢s se haya dejado absorber demasiado por su objeto y se eche de menos cierto distanciamiento cr¨ªtico (que podr¨ªa ser resultado de su m¨¦todo preferentemente dogm¨¢tico y hermen¨¦utico). La relevancia actual de la obra de Sales o su funci¨®n objetiva dentro del marco cultural de la Restauraci¨®n, son temas que, a pesar de todo, habr¨¢ que investigar.
En todo caso lo que ambos libros vienen a poner de manifiesto es que el esquema tradicional, seg¨²n el cual la crisis cultural de la Restauraci¨®n se produjo a partir del 98, est¨¢ exigiendo una clara revisi¨®n, seg¨²n apunt¨®, hace poco, L¨®pez Morillas.
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