El Madrid, apeado de la Copa de Europa
El f¨²tbol, como quiz¨¢ m¨¢s de uno habr¨¢ dicho al final del partido, es as¨ª: una caja de sorpresas. Por muy bien que se juegue, en cualquier instante, un detalle, una jugada casi inesperada, puede cambiar el rumbo de un partido. No es que el encuentro de ayer en el Olympiastadiom de Brujas fuese una maravilla, pero m¨¢s o menos eso es lo que sucedi¨®. Cuando el equipo belga marc¨® el primer gol, el Madrid hab¨ªa llegado a un punto de buen juego, de dominio en el centro del campo que atenazaba al Brujas, miedoso, l¨®gicamente, del contraataque madridista. Con un ritmo lento premeditado, sin soltar el bal¨®n m¨¢s que con seguridad de que un compa?ero lo recibiera, el cuadro de Miljanic nos record¨® al de Happel en M¨¢laga. Curiosa comparaci¨®n.Sin embargo, la habilidad de Lefevre, que ya demostr¨® en el primer partido de la eliminatoria, volvi¨® a aparecer y con el primer gol a los dieciocho minutos pudo mantener el precavido sistema del Brujas. Este, con s¨®lo tres hombres en punta, el propio Lefevre en la izquierda, Davies en el centro y Lambert, del que se ocupaba Camacho, por la derecha, no tuvo necesidad de ser cambiado. Courant y Cools quedaban solos en el centro del campo con suficiente fuerza para imponerse a Vel¨¢zquez, Bre¨ªtner y Rubifi¨¢n, mientras Vander Eiken estaba dedicado de forma exclusiva a Jensen. Detr¨¢s cerraba huecos Volders por la izquierda en las t¨ªmidas entradas de Ur¨ªa, Bastyns no ten¨ªa ning¨²n problema con un desastroso Guerini en la derecha y en el centro Leeken pod¨ªa con un solitario Santillana. Detr¨¢s todav¨ªa quedaba Krieger para el cierre. El moment¨¢neo mando del Madrid no serv¨ªa ya para nada. Sin frutos deb¨ªa imperiosamente de marcar alg¨²n gol.
El colmo, con todo, fue el segundo tanto belga. Aunque la obligaci¨®n de Rubi?¨¢n hubiese sido haberle dado bien con la cabeza, son cosas que pasan. El bal¨®n, mojado y resbaladizo por el terreno, se fue, como una losa imparable y pesad¨ªsima de levantar, a la red de Miguel Angel, justamente quince segundos antes del descanso. ?Qui¨¦n iba a levantar aquello? Dos cero en goles y siete cero en corners eran todo un ejemplo de que lo pr¨¢ctico, sin un Madrid totalmente desbordado, hab¨ªa corrido a cargo del Brujas.
En la continuaci¨®n, sumando incluso la inferioridad de Benito, que se coloc¨® una muslera en la pierna derecha, la guerra se perd¨ªa por momentos. Sol tuvo que ocuparse de Davies, porque bastantes veces ya hab¨ªa superado al pundoporoso central el antiguo jugador del Derby County, con la cabeza. Menos mal que no lo hizo con potencia nunca. Pero en cualquier caso el Madrid pod¨ªa cada vez menos. Del Bosque, que sustituy¨® a Vel¨¢zquez, -nada a?adi¨® a lo hecho por el capit¨¢n ocasional, y Roberto, aunque cumpli¨® mejor que Guerini, poco necesit¨® hacer para conseguirlo.
El Brujas se creci¨® sin ning¨²n problema y mand¨® en el campo a, su antojo, Courant y Lambert tuvieron dos oportunidades de oro. En el Madrid s¨®lo Santillana en una ocasi¨®n y Rubi?¨¢n, que se pudo meter por la izquierda dos veces m¨¢s que la solitaria de la primera parte, llevaron alg¨²n peligro. Jensen, a falta de cuatro minutos, pudo marcar el gol del honor, pero su tiro desde fuera del ¨¢rea, cruzado, dio en el poste defendido por su hom¨®nimo.
Estaba visto que el Madrid no pod¨ªa ganar esta eliminatoria triste de juego y de ambiente previo. Al menos el 2-0 fue un resultado apretado que no desdice demasiado el palmar¨¦s de los blancos. Si Lambert hubiese pitado el penalti de Rubifi¨¢n a Cools la cosa hubiera adquirido caracteres de esc¨¢ndalo y la verdad es que no fue para tanto. Los belgas, eso s¨ª, forman un bloque completo, que se apoyan siempre con celeridad, pero es un equipo sin ¨¢ngel. Realmente eso es lo que m¨¢s debe lamentar el Madrid: caer as¨ª, haciendo un s¨ªmil de boxeo, por puntos, pero sin estar nunca, ni un solo instante, groggy.
La buena estrella de f¨²tbol espa?ol de clubs, clasificados todos en la primera eliminatoria, se empez¨® a quebrar en la segunda, en el caso madridista.
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