Exilio, muerte y resurrecci¨®n de Emilio Prados
He aqu¨ª, por fin, tras larga espera, las poes¨ªas completas de Emilio Prados, en dos gruesos vol¨²menes de la Biblioteca de Autores Modernos del editor Aguilar. Cur¨¢ndose en salud, la editorial decidi¨® imprimir el libro en M¨¦xico, para evitarse posibles problemas de censura si lo editaba en Espa?a. Pero si hace tres a?os, cuando el libro fue a la imprenta, los poemas que escribi¨® Prados durante la guerra civil pod¨ªan haber presentado problemas para el editor espa?ol de cara a la censura, hoy no parece que pueda ocurrir tal cosa, y seg¨²n nuestras noticias el Ministerio de Informaci¨®n ha autorizado ya la importaci¨®n y venta del libro en Espa?a. Una prohibici¨®n del libro a estas alturas ser¨ªa un bochorno para un ministerio que presume de liberal.
Poes¨ªas completas, de Emilio Prados
Biblioteca de autores modernos. Editorial Aguilar.
Los dos tomos de esta edici¨®n mexicana de las Poes¨ªas completas de Prados suman m¨¢s de 2,000 p¨¢ginas, lo que prueba la dedicaci¨®n de toda una vida a la poes¨ªa. Emilio Prados fue quiz¨¢ el ¨²nico poeta de la generaci¨®n del 27 que no se interes¨® en cultivar tambi¨¦n la prosa. Toda su obra es en verso, salvo su interesante epistolario, que alg¨²n d¨ªa habr¨¢ que publicar, y un breve Diario ¨ªntimo que edit¨® en 1966 la librer¨ªa malague?a El Guadalhorce. Unos veinte libros, casi la mitad de ellos in¨¦ditos y la mayor¨ªa publicados en editoriales mexicanas, constituyen el rico corpus po¨¦tico de Prados que nos brinda esta edici¨®n, cuidada con amor y rigor por Carlos Blanco Aguinaga y Antonio Carreira ?Servir¨¢ para lograr la necesaria difusi¨®n de la obra del gran poeta malague?o, todav¨ªa poco o nada conocido en su pa¨ªs? Como escribe en su excelente pr¨®logo Blanco Aguinaga, de los poetas de la generaci¨®n del 27 es Prados el menos conocido, en parte porque la poes¨ªa que public¨® antes de la guerra civil -sus libros Tiempo, Canciones del farero, Vuelta, El llanto subterr¨¢neo- era una poes¨ªa menor, que lleg¨® a muy pocos lectores, y tambi¨¦n porque s¨®lo a partir del exilio es cuando su obra empieza a adquirir una dimensi¨®n y una hondura que le convierten en gran poeta. Pero esa obra del exilio, que comprende sus libros m¨¢s importantes -M¨ªnima muerte, Jard¨ªn cerrado (prologado con entusiasmo por Juan Larrea), R¨ªo natural, entre otros-, no pudo llegar, por temor de la censura, a los lectores espa?oles. Mucho menos pudieror conocer ¨¦stos su libro Destino fiel que obtuvo en 1937, en plena guerra civil, el Premio Nacional de titeratura, y en el que Prados incluy¨® todos sus poemas de guerra compuestos hasta esta fecha. Lectores alertas pudieron, sin embargo, tomar contacto con la poes¨ªa de Prados a trav¨¦s de dos ediciones argentinas que debieron llegar a las librer¨ªas espa?olas. Me refiero a la Antolog¨ªa po¨¦tica y a la reedici¨®n de Jard¨ªn cerrado que Losada edit¨® en su colecci¨®n po pular, en 1954 y 1960 respectivamente.
El compromiso
La poes¨ªa de Emilio Prados ha vivido en su largo periplo aventuras sucesivas y encontradas: de la poes¨ªa pura al surrealismo de la vanguardia a la poes¨ªa social y pol¨ªtica, pero ve viendo siempre al cauce del cancionero an¨®nimo, de la copla, de la canci¨®n popular. En los a?os republicanos, que toma de conciencia de los problemas sociales le llev¨® a escribir un romancero de poes¨ªa, comprometida, el Calendario del pan y el pescado, y a colaborar en la revista Octubre que dirig¨ªa Alberti. Pero fue la revoluci¨®n del 34 en Asturias, y la represi¨®n que sigui¨®, lo que sin duda radicaliz¨® su posici¨®n pol¨ªtica. Escribi¨® entonces su Llanto de octubre, que subtitul¨® ?durante la represi¨®n y bajo la censura posterior al levantamiento del a?o 1934?, y El llanto subterr¨¢neo, que Manuel Altolaguirre le edit¨® en su colecci¨®n ?H¨¦roe?, dos meses antes de iniciarse la guerra civil. Cuando en agosto de 1936 las fuerzas nacionalistas entraron en M¨¢laga, Prados logr¨® huir, y un mes despu¨¦s lleg¨® a Madrid, donde escribi¨® sus romances de guerra y su Cancionero menor para los combatientes, que lee por la radio republicana, y compil¨® el Romancero general de la guerra de Espa?a publicado en Valencia con un pr¨®logo de Antonio Rodr¨ªguez Mo?ino. Pero la derrota de la Rep¨²blica, el fin de las esperanzas revolucionarias y los a?os de exilio en M¨¦xico, donde Prados vivir¨¢ pobremente, tienen como consecuencia una profunda crisis espiritual que va a reflejarse en su poes¨ªa. A partir de entonces domina en su obra una honda veta de recogimiento espiritual, de ensimismamiento y de dolorosa nostalgia. Con raz¨®n le llam¨® Pedro Salinas m¨ªstico de la soledad, y Juan Larrea, en el pr¨®logo-ensayo que antecede a Jard¨ªn cerrado -el libro m¨¢s importante de la etapa mexicana de Prados- relacionar¨¢ el proceso espiritual que en ¨¦l se desarrolla -un proceso de transfiguraci¨®n, de liberaci¨®n- con el de, los m¨ªsticos que persiguen , a trav¨¦s de sucesivas escalas y moradas, la fusi¨®n con Dios. Aunque, m¨¢s que m¨ªstica del alma, la de Jard¨ªn cerrado es una m¨ªstica de la sangre, del cuerpo, que asume una existencia de luz y sombra, de camino y salvaci¨®n, aspirando a esa unidad ¨²ltima con la naturaleza que Blanco Aguinaga ha llamado el neopante¨ªsmo de Emilio Prados en sus libros mejores del exilio. Un exilio que dur¨® 23 largos a?os y que no termin¨® sino con la muerte. El 24 de abril de 1962, una embolia pulmonar, consecuencia de repetidos v¨®mitos de sangre, acab¨® con la vida de Emilio Prados, cuyos restos yacen, como los de tantos otros poetas espa?oles que compartieron su exilio, en tierra mexicana.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.