Los "setenta y ocho d¨ªas"
El per¨ªodo de 78, d¨ªas entr¨¦ la elecci¨®n del presidente y la toma de posesi¨®n de su cargo, es mucho m¨¢s importante que los primeros ?cien? o ?mil d¨ªas? de la nueva administraci¨®n.En estas once semanas, el nuevo jefe del ejecutivo debe elegir su equipo, dar la t¨®nica del nuevo Gobierno y establecer contactos con el personal de la Casa Blanca, el Gabinete y los l¨ªderes del Congreso. Estas decisiones, que deber¨¢n ser tomadas antes de jurar el nuevo mandato, ser¨¢n decisivas en los primeros ?mil d¨ªas?.
Es primordial que los sobrevivientes de la intensa y larga campa?a pol¨ªtica se tomen un respiro. Sin embargo, existen una serie de problemas inmediatos que exigen urgentemente consultas entre los que dejan esta administraci¨®n y los que se har¨¢n cargo de la nueva.
Una subida del precio del petr¨®leo, que afectar¨¢ a todos, es inminente. ?Puede evitarse?, si no, ?c¨®mo reaccionar? ?Y c¨®mo celebrar consultas entre Ford y Carter?
Las conversaciones sobre armamento con los sovi¨¦ticos y las delicadas negociaciones de paz en Oriente Medio pueden aplazarse hasta que, a finales de enero, la nueva administraci¨®n se haga cargo, pero la crisis econ¨®mica brit¨¢nica y el deterioro de la Conferencia sobre Rodesia, celebrada en Ginebra, son temas urgentes.
El gobernador Carter y sus ayudantes se encuentran ante el dilema de responsabilizarse por decisiones sobre las que todav¨ªa no tienen control. Pero ante las cuales no pueden ser indiferentes, ya que una vez establecidos en la Casa Blanca tendr¨¢n que afrontar sus consecuencias.
Carter no quiere precipitarse en la elecci¨®n de secretarios de Estado, Tesoro y Defensa, que puedan consultar con Kissinger, Simon y Ruinsfeld. Otro problema para Carter es de rechazar una influencia o control excesivo de aquellos l¨ªderes dem¨®cratas a los que, en parte, debe su victoria en el norte del pa¨ªs. Instintivamente apruebo la decisi¨®n del presidente electo de empezar con un equipo completamente nuevo y no rodeado de una serie de distinguidos dem¨®cratas que actualmente s¨®lo son ?viejas glorias? del pasado.
Por otro lado, despu¨¦s de ocho a?os de ausencia de la Casa Blanca, la mayor¨ªa de los componentes de la red del partido no est¨¢n dispuestos a participar de nuevo durante largos per¨ªodos de tiempo, aunque s¨ª a colaborar con su experiencia, muy necesaria para Carter, en estos 78 d¨ªas de transici¨®n.
El gobernador no se siente c¨®modo con Kissinger, al que atac¨® duramente en la campa?a, pero tiene una serie de leales ayudantes que gozan tambi¨¦n de la confianza de Kissinger.
Carter se ha rodeado de m¨²ltiples personas, que objetivamente le ayudar¨¢n a controlar la situaci¨®n, sin comprometerse de momento a un Gabinete.
El ambiente es tranquilo, esperanzador. La campa?a pol¨ªtica ha terminado.
A pesar de estos ¨²ltimos a?os turbulentos, no se ha perdido nada y ahora Washington espera para ver no solamente a d¨®nde va el presidente, sino tambi¨¦n qui¨¦n le acompa?a.
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