El sistema mayoritario, inservible en elecciones constituyentes
ALGUNOS PROCURADORES en Cortes se proponen enmendar el proyecto de ley de reforma pol¨ªtica del Gobierno Su¨¢rez. Una de las modificaciones, especialmente grave, es la sustituci¨®n de la representaci¨®n proporcional -prevista en el texto prelesgilativo como sistema de elecci¨®n de la C¨¢mara Baja o Congreso de Diputados- por el sistema mayoritario. Mucho nos tememos que este modelo electoral, cualesquiera sean las razones que puedan formularse en su defensa, no responde a las aut¨¦nticas necesidades del pa¨ªs.Las pr¨®ximas elecciones, si llegan a celebrarse en debida forma, habr¨¢n de tener de uno u otro modo alcance constituyente. Tratar de evitarlo es como intentar ponerle puertas al mar. Despu¨¦s de cuarenta a?os de r¨¦gimen autoritario, la primera consulta electoral al pueblo espa?ol, de ser verdaderamente libre, no puede tener otro signo que el constituyente. Resulta imprescindible por tanto que el Parlamento surgido de esas primeras elecciones sea aut¨¦nticamente representativo, es decir, reflejo fiel de las grandes y diversas corrientes de opini¨®n que hoy circulan por el pa¨ªs. Una Constituci¨®n nueva, no es tarea que pueda encomendarse a una sola tendencia ideol¨®gica mayoritaria o ganadora en unas elecciones. Una Constituci¨®n que aspire a la estabilidad, a la permanencia en el tiempo y al respeto generalizado de los ciudadanos no puede ser otra cosa que el resultado de un compromiso entre las fuerzas pol¨ªticas reales.
Pues bien, he aqu¨ª que el sistema mayoritario no garantiza en absoluto la elecci¨®n de un Parlamento que refleje en su pluralidad las fuerzas pol¨ªticas reales existentes en Espa?a. Es un sistema que puede garantizar la designaci¨®n democr¨¢tica de un Gobierno o de unas Cortes ordinarias pero no es en absoluto apropiado, aqu¨ª y ahora, para la elecci¨®n de un Parlamento con potestad constituyente. La elecci¨®n de una Asamblea de esta naturaleza demanda la representaci¨®n proporcional, modelo electoral que asegura la presencia en el Parlamento de todas las fuerzas pol¨ªticas reales de acuerdo con su verdadera importancia cuantitativa. De esta forma podr¨¢ llegarse a ese compromiso pol¨ªtico en que consiste sustancialmente toda Constituci¨®n. De esta forma, tambi¨¦n, podr¨¢ evitarse, racionalmente, que Espa?a en el futuro no cambie de Constituci¨®n cada cinco a?os seg¨²n fuere el resultado de las sucesivas elecciones generales. O las fuerzas pol¨ªticas se ponen de acuerdo para redactar una Constituci¨®n democr¨¢tica que todos acepten y en la que todos quepan holgadamente, o volveremos a la crisis constitucional permanente de la pasada centuria.
Pero todav¨ªa hay m¨¢s. El sistema mayoritario es ciertamente democr¨¢tico o al menos funciona en pa¨ªses a los que no cabe negar este calificativo. Pero no es menos cierto que en tales pa¨ªses no existe el aparato burocr¨¢tico-caciquil del Movimiento-organizaci¨®n, de la Organizaci¨®n Sindical y de la propia Administraci¨®n local. Tal aparato, entre nosotros, puede, sin necesidad de llegar al ?pucherazo?, manipular seriamente las pr¨®ximas elecciones, de regir el sistema mayoritario con distritos peque?os.
Es inexacto, en fin, que el sistema mayoritario favorezca desde un primer momento un r¨¦gimen bipartidista. La experiencia de la pasada Rep¨²blica es, a este respecto, aleccionadora. El modelo mayoritario no suprimi¨® el multipartidismo y provoc¨® la formaci¨®n de dos bloques antag¨®nicos que condujo a la guerra civil. A veces se confunde el bipartidismo con la constituci¨®n de dos grandes coaliciones enfrentadas. El two party system es efecto, no s¨®lo del sistema electoral, sino tambi¨¦n de una cierta tradici¨®n hist¨®rica y de una determinada estructura social, homog¨¦nea y escasamente conflictiva, factores que no caracterizan precisamente a la circunstancia espa?ola m¨¢s propensa, hoy por hoy, a la polarizaci¨®n de antagonismos.
Con la coyuntura hist¨®rica en que vivimos, tratar de hacer prevalecer intereses de grupo sobre necesidades colectivas obvias es una actitud ligera y no exenta de irresponsabilidad. El tr¨¢nsito pac¨ªfico a la democracia pasa necesariamente por dar representaci¨®n pol¨ªtica adecuada a todas las grandes corrientes de opini¨®n que existen y act¨²an en el pa¨ªs.
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