Unas largas escenas titubeantes

Los ¨²ltimos -esperemos que sean, verdaderamente, los ¨²ltimos- coletazos de la censura cinematogr¨¢fica espa?ola han sido los responsables de la mutilaci¨®n de los planos finales de esta producci¨®n de Jos¨¦ Frade, en los que se ve¨ªan unos soldados moros del bando nacional, asaltando un pueblecito catal¨¢n. Ya hemos ganado bastante con relaci¨®n a unos a?os o unos meses atr¨¢s. Ahora se corta -faltar¨ªa m¨¢s- y se alteran di¨¢logos, como en los mejores tiempos del franquismo, pero, al menos, los censores an¨®nimos no se atreven a decir que el filme ha mejorado con los cortes y que ahora es cuando est¨¢ verdaderamente bonito. Esta inesperada y no deseada contribuci¨®n creadora a la tarea de fabricar pel¨ªculas se ha visto sustituida por una asesor¨ªa cultural. Ahora, los celosos funcionarios e interinos que toman sobre sus espaldas la sufrida y desagradecida tarea de salvarnos del infierno buscan excusas m¨¢s presentables. Si se cortan esos planos de la pel¨ªcula de Camino y Frade es porque dichos planos atentar¨ªan a la verdad hist¨®rica, ya que como todo el mundo sabe -yo confieso, humildemente, que no lo sab¨ªa- las tropas moras no entraron en Barcelona. Es una l¨¢stima que esta nueva e inesperada mutaci¨®n de la censura no se haya aplicado al g¨¦nero cinematogr¨¢fico de la guerra civil espa?ola -verdadero fil¨®n que se incrementar¨¢ sin cesar- con car¨¢cter retrospectivo, ya que, desde Raza hasta el ¨²ltimo engendro seudooficial sobre el tema, la verdad hist¨®rica no ha podido estar m¨¢s adulterada y escarnecida.Al margen de estas an¨¦cdotas escasamente divertidas, la pel¨ªcula como tal tiene escaso inter¨¦s, pese a sus buenas intenciones e indiscutible dignidad formal. Camino es un director que, todav¨ªa, no ha sabido encontrar una v¨ªa clara desde sus inicios en aquellos Los felices sesenta, pasando por Ma?ana ser¨¢ otro d¨ªa, intento de cine populista, o Espa?a otra vez-, quiz¨¢ su realizaci¨®n m¨¢s afortunada -primera incursi¨®n en la tem¨¢tica de la guerra civil vista desde los vencidos. Camino es un autor nada desde?able, que no ha logrado todav¨ªa una obra plena, pero que sigue buscando sin descanso. Las Largas vacaciones... es mon¨®tona, aburrida y titubeante. Los escasos momentos atractivos de esta saga de la peque?a burgues¨ªa camuflada en la retaguardia republicana permiten seguir confiando, sin embargo, en Ia futura trayectoria de este director que, en este caso, no ha estado demasiado afortunado.