Los "m¨®viles" de Calder
?Si es cierto que la escultura debe grabar el movimiento en lo inm¨®vil, ser¨ªa una error emparentar el arte de Calder con el de un escultor. El no sugiere el movimiento. lo capta.? Nada que objetar a este claro testimonio de Jean Paul Sartre, pero s¨ª algo que a?adir: que la cualidad sensible de la escultura tradicional fue el relieve (antes desde luego, que la sugerencia del movimiento), en tanto la escultura contempor¨¢nea vino a suplirlo por la l¨ªnea y su modulaci¨®n en el vac¨ªo, a lo largo de una tradici¨®n tan cercana como fecunda. que. se transmite de Julio Gonz¨¢lez a Chillida, o de Rodchenko a Alexander Calder.Absurdo ser¨ªa poner en duda lo que los propios sentidos acusan, en el acto, ante las obras giratorias de Calder: su presencia din¨¢mica, su insistente facultad de movimiento. Tan cierto es ello, que en la denominaci¨®n habitual (Ideada o no por Marcel Duchamp) el substantivo escultura ha terminado por elidirse y ceder su acento definitorio al adjetivo m¨®vil. No se habla, en efecto, de las esculturas m¨®viles de Calder, sino, a secas, de los m¨®viles de Calder, pareciendo claro, en tal sentido el error de emparentar, de acuerdo con lo escrito por Sartre. el arte de Calder con el de un escultor propiamente dicho.
Calder, sin embargo, es un escultor e, incluso, un gran escultor. Y no porque pase por tal en la nomenclatura, clasificaci¨®n e historia del arte contempor¨¢neo, sino, y ante todo, por haber hecho suya y ejemplar la condici¨®n m¨¢s caracter¨ªstica de la escultura contempor¨¢nea, en su cotejo m¨¢s obvio con la que nos leg¨® la tradici¨®n: aquel cambio fundamental, antes apuntado, en cuanto a la cualidad sensible del fen¨®meno escult¨®rico (la sustituci¨®n del relieve por la l¨ªnea, o del volumen pleno por el vac¨ªo, modulado eso s¨ª, en el concierto de m¨²ltiples referencias lineales e indicadoras de infinitos espacios.
Todo el dinamismo de la obra de Calder supone esta esencial transmutaci¨®n, y de ella, precisamente. recibe su especificidad escult¨®rica. No s¨®lo es movimiento; creaci¨®n, m¨¢s bien, de espacio y modulaci¨®n del vac¨ªo, en cuya libre entidad se posibilite el continuo girar, la traslaci¨®n y la paulatina modificaci¨®n de orientaciones. No es, en fin, escultura porque se mueva, sino por crear una abierta especialidad en que la materia se libera o alivia, y se faculta el movimiento. Esto resulta de aquello, y no viceversa. Pareciendo lo uno invenci¨®n exclusiva de Calder, proviene de lo otro, qui¨¦ralo o no Sartre, su nombre de escultor..
Puros significantes
Hecha esta salvedad, no hay inconveniente en aceptar las agudas precisiones que el pensador franc¨¦s dej¨® impresas en el pr¨®logo de la exposici¨®n presentada por Calder en la Galer¨ªa Carr¨¦, el a?o 1946. Con ¨¦l hay que decir que los m¨®viles de Calder se sustentan como escuetos significantes: ni significan algo espec¨ªfico ni nos traen otros recuerdos que el de ellos mismos: son sin m¨¢s, son absolutos, o trazados y concertados en la regi¨®n de lo absoluto, a merced de la hora y del viento (verdaderos rectores de sus danzas), a medio camino entre la esclavitud de la estatua y la independencia de los acontecimientos naturales.
?Traducen alg¨²n significado concreto? ?Obedecen siquiera al pensamiento de su hacedor? Nada traducen y a nada se someten sino a sus propios resortes. est¨¢n, simplemente, en el aire, transmitiendo el sonido, el paso y el tiempo del aire..., de lo que se filtra y mueve y conmueve. ?Tienen demasiados resortes -puntualiza Sartre-, y muy complejos, para que un cerebro humano, siquiera el de su hacedor, pueda prever todas sus combinaciones. Para cada uno de sus m¨®viles, Calder establece un destino general de movimiento y despu¨¦s se abandona a lo que salga cada una de sus evoluciones es una inspiraci¨®n del instante.?
Primero fue la creaci¨®n de un espacio ilimitado (a partir de unos elementos materiales, reducidos a su m¨ªnima expresi¨®n) y, despu¨¦s, la impulsi¨®n de un movimiento real (no sugerido o simulado), destinado a indicar al enigma embargante. Por lo uno, Calder es escultor (y en la l¨ªnea de los grandes de nuestro tiempo); por lo otro, es inventor, inventor de sus propios m¨®viles. ?Los m¨®viles de Calder! Esos elementos inconsistentes, fluctutantes (casi-alambres, casi tallos, filamentos, fibras ... ) que llevan por corona la fracci¨®n de una y mil hojas volanderas.... indicando otros tantos horizontes sin significado.
La adecuada inserci¨®n de sus m¨®viles en una nueva manifestaci¨®n cualitativa es la que confiere a Calder nombre de escultor. Cumple a cada arte una espec¨ªfica cualidad sensible: a la m¨²sica, la sonoridad-, a la pintura, el cromatismo... ?Y a la escultura? Su cualidad sensible fue, en la tradici¨®n, el relieve para dar paso, en la de nuestro tiempo, a la l¨ªnea, supresora del plano e indicadora del espacio en cuanto que espacio. ?Y qui¨¦n, como Calder, ha acertado a reducir su grosor hasta convertirla en simplificaci¨®n minimal, como hoy se dice, en brizna de l¨ªnea, que en su propio concierto indica y modula la densidad del vac¨ªo?
El cuerpo de la obra se manifiesta en el suelo de la realidad, aparece entre las cosas, como un acorde que hace congruentes los datos de lasensibilidad. No se trata, sin embargo, de sensaciones en sentido subjetivo (distintas en cada uno de los contempladores), sino de cualidades sensibles (qualia sensibilia), inherentes objetivamente a la obra, a cada obra. que constituyen, seg¨²n dije la base fenom¨¦nica (manifestativa) para la diversificaci¨®n de las artes y, tambi¨¦n, para el reconocimiento. en cada grupo, de cada uno de los artistas, si en verdad lo son.
Cuerpo sin cuerpo
?C¨®mo surge a los ojos el cuerpo de los m¨®viles de Calder? ?D¨®nde descubrir su cualidad sensible m¨¢s peculiar? El cuerpo surge, dir¨ªamos, sin cuerpo, y la cualidad sensible se concreta como efusi¨®n lineal, capaz de congregar porciones de vac¨ªo y de indicarlas modular y las, a favor del movimiento. Cuando Sartre afirma que Calder no es escultor, sin duda que lo hace con mentalidad antigua, asignando a la escultura aquella cualidad sensible que llamamos relieve, plasmado en la corporeidad del volumen pleno e incapaz de transmitir movimiento, si no es por sugerencia o ilusi¨®n ¨®ptica, a merced, especialmente, de la luz.
Si convenimos, por el contrario, en encontrar la cualidad sensible de sus m¨®viles en la primac¨ªa del espacio vac¨ªo, demarcado, modulado y definido por su propia y m¨¢s elemental delineaci¨®n, Calder es, si no uno de los m¨¢s grandes, s¨ª el m¨¢s consecuente de los escultores contempor¨¢neos. No hay en ninguno de sus m¨®viles apariencia o sombra de relieve. Todo en ellos es vac¨ªo entra?ante y envolvente, a voluntad de la l¨ªnea (alambre-l¨ªnea, tallo-l¨ªnea, fibra-l¨ªnea, brizna-t¨ªnea, filamento-l¨ªnea, estambre-l¨ªnea, hilo-l¨ªnea ... ) que recorre el ¨¢mbito vac¨ªo de su pertenencia, concertado u orquestado en perpetuo y pausado movimiento.
Lejos, pues, de grabar el movimiento en lo inm¨®vil (o sugerirlo en el relieve), Calder viene a orientarnos en torno a aquello que nos embarga y mueve y conmueve. Y en ese punto donde se pone en marcha todo su risue?o espect¨¢culo, convirti¨¦ndose en circo c¨®smico aquel circo en miniatura en que, apenas llegado a Par¨ªs (all¨¢ por el a?o 26) cifr¨® sus sue?os de escultor. Todo gira, pero pausada, insensiblemente (como lo hacen los astros, las luces y las estaciones, como lo hace, en su perpetuo tr¨¢nsito, el planeta mismo que nos sustenta), a medio camino entre el servilismo de la estatua y la independencia del fen¨®meno natural.
No hay en los m¨®viles de Calder ruidos ni sobresaltos. Todo gira con la imperceptible perfecci¨®n del c¨ªrculo. Todo es un tanto a su aire, y un tanto sujeto a medida, flujo y reflejo de s¨ª mismo (?todos los r¨ªos van al mar -dijo el Eclesiast¨¦s- y, sin embargo, el mar no crece?), como el mar en calma. ?Un objeto de Calder -concluye Sartre- es como el mar, y hechizante como ¨¦l: siempre comenzando siempre nuevo. Ya no se trata de echar una Ojeada al paso; es preciso vivir en su contemplaci¨®n y fascinarse con ¨¦l. Entonces la imaginaci¨®n se regocija con las formas puras que van cambiando, al mismo tiempo libres y reglamentadas.?
Babelia
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