"Las ortodoxias del siglo XX crearon dictaduras peores que la de la Inquisici¨®n"
Espa?a es un pa¨ªs atractivo para las otras naciones. La forma de ser de sus gentes, tanto de las humildes como de las intelectuales. Yo vine a Espa?a por una pleures¨ªa que me impidi¨® continuar mis estudios cl¨¢sicos. M¨¢s tarde dejar¨ªa esos estudios cl¨¢sicos para estudiar s¨®lo lo espa?ol. Recuerdo uno de mis primeros viajes. Viv¨ª en Sevilla, en un hotel modesto, en la plaza de San Fernando. Por la tarde paseaba por el parque de Mar¨ªa Luisa con Juan Mar¨ªa Aguilar, un espa?ol que ser¨ªa m¨¢s tarde diputado del Frente Popular y que muri¨® en Panam¨¢ en agosto de 1948. De Sevilla me impresion¨® su tono de vida: un modo de ser libre y es pont¨¢neo.Menciona frecuentemente el anciano Bataillon su amistad con Juan Mar¨ªa Aguilar _. Como si all¨ª hubiese comenzado su amistad con lo espa?ol. Y fue el de los dos amigos un di¨¢logo religioso:
-Los dos ¨¦ramos descre¨ªdos. El era anticlerical y yo, aunque bautizado, no era practicante. Observ¨¢bamos juntos las procesiones. Yo siempre he mantenido y mantengo un gran inter¨¦s por las formas interiorizadas de la religi¨®n: por el erasmismo que, era una forma de religi¨®n interior. Fue entonces cuando decid¨ª mi dedicaci¨®n al estudio del hispanismo. No obstante, el c¨®nsul franc¨¦s en Sevilla, tras un reconocimiento, me devolvi¨® a la guerra. Despu¨¦s, al acabar ya decid¨ª -cambiar el lat¨ªn y el griego por el espa?ol. Volv¨ª. Un esputo de sangre me hizo residir en El Pardo. Fui a Salamanca en 1921 a reposar claustros. Quise estudiar el humanismo de la Espa?a de Carlos I. Descubr¨ª a Juan de Vergara, colaborador con Cisneros de la Biblia Pol¨ªglota. Me pareci¨® un personaje interesante, v¨ªctima de la Inquisici¨®n por erasmista. El inquisidor general Alonso Manrique proteg¨ªa a los erasmistas mientras los otros les persegu¨ªan como sospechosos de luteranismo. Un grupo de investigadores norteamericanos ha puesto esta situaci¨®n en relaci¨®n con las sospechas que invadieron ciertos sectores de Estados Unidos hace unas d¨¦cadas, cuando, bajo el dominio de la obsesi¨®n maccarthysta de las actividades antiamericanas, cualquier liberal era tachado de comunista.
Cristianismo e Inquisici¨®n
-Su inter¨¦s por el erasmismo y por la persecuci¨®n que sufrieron los erasmistas en nuestro pa¨ªs es su inter¨¦s por la religi¨®n interior, por la que no est¨¢ a ,merced de las pr¨¢cticas exteriores, ?no es as¨ª?
-S¨ª. Comenc¨¦ a leer el Enquiridi¨®n, de Erasmo. Comprend¨ª el inter¨¦s enorme por esa forma de cristianismo interior que pon¨ªa el sentimiento por encima de las pr¨¢cticas exteriores. Este es el mensaje del Manual del caballero cristiano que m¨¢s tarde prologu¨¦ cuando fue reeditada, por D¨¢maso Alonso, la traducci¨®n, del Siglo XVI. M¨¢s tarde comprender¨ªa al desarrollar Erasmo y Espa?a, el empalme entre el erasmismo y el iluminismo. Tard¨¦ quince a?os en preparar ese libro. Le conoc¨ª en 1921 en Salamanca. D¨¢bamos caminatas por las carreteras de Zamora. Le o¨ªa hablar. Yo siempre tuve una relaci¨®n f¨¢cil con los creyentes, sin serlo yo. Sentimos un respeto mutuo. Ellos saben que la fe es un don de Dios, y que el que no la tiene no es culpable. El que cree, forzando su voluntad para acomodarla a lo que cree la Iglesia, es poca cosa. Este es el fundamento de la creencia cristiana.
-En relaci¨®n con su vida de un cristianismo libre e interior est¨¢ lo que ha sido una preocupaci¨®n constante en su vida: el tema de la Inquisici¨®n...
-La Inquisici¨®n es para m¨ª la instituci¨®n que persigui¨® ese cristianismo interior, personal..., a mediados del siglo XVI en Espa?a porque sab¨ªa a protestantismo. Me fij¨¦ en un gran proceso, el de Juan de Vergara. Le dediqu¨¦ un cap¨ªtulo en mi obra sobre Erasmo. Aprend¨ª de ese proceso la forma en que se trataba al reo. Se reun¨ªan testimonios tendenciosos. Tambi¨¦n vi la manera de defenderse. Vergara jugaba con sus inquisidores habil¨ªsimamente. Se le acus¨® de comunicarse, desde la c¨¢rcel, con el exterior escribiendo cartas a su hermano con tinta simp¨¢tica. Escrib¨ªa con zumo de lim¨®n letras que ennegrec¨ªa despu¨¦s junto al fuego. El proceso acab¨® con una condena moderada. Tuvo que abjurar de una vehemente sospecha de luteranismo que era en realidad erasmismo.
-Todas esas persecuciones condujeron a la cuesti¨®n de los libros.... precisamente de los mejores libros de espiritualidad.
-Espa?a no tuvo el privilegio de ser la ¨²nica perseguidora de autores. Se hizo una lista sacada de los te¨®logos de Lovaina, al que se a?adieron libros espa?oles. Los primeros ¨ªndices importantes datan de 1552: Toledo, Valladolid, Sevilla, Valencia... Despu¨¦s se hizo el gran ¨ªndice de 1559 del inquisidor Vald¨¦s que ya fue una creaci¨®n propia. Primero hay un cat¨¢logo de libros en lat¨ªn y luego de libros en romance. La caracter¨ªstica de ese ¨ªndice es que se ensa?a contra la literatura espiritual en lengua vulgar contra lo que el inquisidor llamaba ?cosas de espiritualidad para mujeres decarpinteros?. Entre las v¨ªctimas del ¨ªndice figuran los acusados de tendencias luteranas, protestantes y los defensores de la oraci¨®n mental, de la oraci¨®n interna. En este ¨ªndice figura el Libro de la oraci¨®n, de Fray Luis de Granada. La persecuci¨®n afect¨® al maestro San Juan de Avila, asus libros (Aviso y Reglas cristianas), consider¨¢ndolos ¨¦n una l¨ªnea iluminada y peligrosa. Obras de San Francisco de Borja tambi¨¦n -se incluyeron entre los textos perseguidos.
-?Asistimos entonces a una persecuci¨®n de la interioridad como fuente de discrepancias?
-Consideraban peligrosa esa interioridad como fuente de herej¨ªas y desviaciones personales de la fe. Prohib¨ªan leer la Biblia en lengua vulgar. Leerla en la intimidad del cuarto era considerado peligroso... Aseguraban que bastaba la lectura tal como se efectuada en la liturgia de la misa.
Las dictaduras
El proceso no es nuevo ni est¨¢ superado. Se trata, seg¨²n el investigador franc¨¦s, de la anteposici¨®n de la ortodoxia sobre cualquier otro valor:
-La ortodoxia siempre pretende imponerse al sentimiento individual, a la opini¨®n personal. La ortodoxia s¨®lo respeta esa opini¨®n personal cuando acata. Las religiones pol¨ªticas de hoy siguen teniendo sus ortodox¨ªas y sus inquisiciones. Cuando vino el fascismo yo me encontraba en las listas de antifascistas y tuve que ir al. campo de concentraci¨®n alem¨¢n de Compi¨¦gne en el a?o 1941. Relaciono esto con el affaire Dreyfus, que vivieron los hombres de la generaci¨®n anterior a la m¨ªa, la de mi padre. Fue un proceso, como usted sabe, donde un oficial fue acusado de traidor. Todo el proceso fue una falsificaci¨®n indecente. Luego fue rehabilitado. Unamuno llam¨® al asunto ?nobil¨ªsima guerra civil? porque dividi¨® a los franceses en dos bloques: los defensores de la obediencia ciega y por otro lado, los defensores del esp¨ªritu cr¨ªtico, los que luchan contra los' errores judiciales. Yo lo viv¨ª a trav¨¦s de mi padre que era un liberal, un dreyfusard. Pertenec¨ªa a la liga de los defensores de los derechos del hombre.
-Su an¨¢lisis de la Espa?a actual, tambi¨¦n percibe estos mecanismos inquisitoriales, esta dial¨¦ctica entre la obediencia ciega y el esp¨ªritu cr¨ªtico?
-Yo creo que Espa?a ha estado privada durante muchos a?os de vida civil y c¨ªvica. Poco a poco, a pesar de las trabas de un r¨¦gimen dictatorial, lleg¨® a manifestarse una vida c¨ªvica, una vida de reivindicaci¨®n de derechos. Esto es lo que se intenta ahora legalizar con el reconocimiento de los derechos pol¨ªticos, las libertades de asociaci¨®n y expresi¨®n. Es justa la reivindicaci¨®n de los obreros y los estudiantes espa?oles a tener sus asociaciones con sus l¨ªderes elegidos y no nombrados desde fuera.
-La Inquisici¨®n sigue viva hoy, ?no?
-Bueno, a m¨ª me llama la atenci¨®n el que, en el proceso famoso de la Inquisici¨®n al arzobispo Carranza, se manejaban acusaciones tendenciosas con las ma?as empleadas por el inquisidor general Vald¨¦s. Pero hab¨ªa en todo caso precauciones y garant¨ªas jur¨ªdicas. Los reg¨ªmenes dictatoriales, como era el r¨¦gimen franquista, no tienen tantas precauciones. Detienen a la gente y basta. Son admirables en la Inquisici¨®n, a pesar de la antipat¨ªa que despierta, las garant¨ªas jur¨ªdicas que ofrec¨ªan en sus procesos. Las dictaduras modernas -blancos o rojos- meten a la gente en la c¨¢rcel e inventan los juicios sumar¨ªsimos. Lo que hemos vivido en el r¨¦gimen hltleriano o en el Gulag supone una negaci¨®n de los derechos individuales. La Inquisici¨®n respetaba ciertas normas can¨®nicas. Lo que hemos visto en el siglo XX nos vuelve un poco indulgentes respecto a la Inquisici¨®n.
Subdesarrollo moral
-?Puede decirse que vamos a peor?
-La humanidad progresa t¨¦cnicamente. Las mismas guerras incluso favorecen eso: nuevas formas de energ¨ªa, etc¨¦tera. Pero moralmente puede decirse que la humanidad no progresa. El progreso es entonces algo individual. Cada uno intenta progresar a su modo. Pueden corregirse cosas: existe una disciplina moral que es eficaz. Pero el ¨²nico progreso que hemos visto en los ¨²ltimos a?os es el reconocimiento del poder internacional. ?Pero qu¨¦ mal encauza ese poder los conflictos! En la cuesti¨®n libanesa asistimos de nuevo a la impotencia de los organismos internacionales. No obstante, para los que hemos vivido guerras tan tremendas como las dos mundiales, resultan progresivos los intentos de crear organismos internacionales. La Sociedad de Naciones fue un fracaso. A las dictaduras de la ¨¦poca las import¨® un bledo lo acordado por aquel organismo. La ONU tambi¨¦n manifiesta en muchas circunstancias su impotencia. Pero supone progreso el que haya una entidad supranacional considerada superior a los ego¨ªsmos nacionales. Realmente este siglo XX ha sido un siglo desdichado. El progreso t¨¦cnico es admirable pero la humanidad no lo domina. Llegamos a esas situaciones como el accidente contaminante en Mil¨¢n. Eso es una muestra de que s¨®lo ahora se empieza a tomar conciencia de la destrucci¨®n de la naturaleza. Es una toma de conciencia zigzagueante, insegura. Ya hay ministerios de medio ambiente en casi todos los pa¨ªses.
Quedan m¨¢s cosas fuera del papel. Marcel Bataillon se levanta y se dirige hacia un estante donde unas pastillas le ayudan a continuar viviendo, tras una reciente operaci¨®n donde le han seccionado, seg¨²n ¨¦l mismo explica, una buena parte del est¨®mago afectado de c¨¢ncer. Hace una vida f¨ªsica que sorprende a sus 81 a?os. En sus gestos y movimientos, una nostalgia que no es desesperaci¨®n. Es s¨®lo el conocimiento del ?desdichado siglo?.del que fue testigo de excepci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.