Inhibici¨®n y abstenci¨®n

Leo en EL PAIS de hoy, d¨ªa 23, los prop¨®sitos de neutralidad pol¨ªtica expuestos por el cardenal Taranc¨®n en la XXV Asamblea del Episcopado. Como esta misma semana le¨ª tambi¨¦n en Iglesia en Madrid, escrito por el mismo cardenal, que ?la inhibici¨®n, la apat¨ªa y la radicalizaci¨®n ser¨ªan suicidas? y que incluso ?constituir¨ªan un aut¨¦ntico pecado para el cristiano?, me he atrevido a formularme algunas preguntas.?Distinguir¨¢ la gente lo que es inhibirse, de lo que significa abstenerse? Inhibirse, en cuanto a no tomar inter¨¦s por la pol¨ªtica; y abstenerse, en cuanto a no aceptar unos cauces de reforma dictados ?desde arriba?.

?Podr¨¢ desinhibirse la calle, despu¨¦s de cuarenta a?os de vacaciones pol¨ªticas?

A esta segunda pregunta me contesto afirmativamente, gracias a la capacidad de desinhibici¨®n de RTVE, que provocar¨¢, aunque s¨®lo sea, el empuj¨®n pol¨ªtico necesario para que el ciudadano estrene las urnas.

La primera pregunta, sin embargo, no la encuentro de f¨¢cil respuesta y me resulta como una especie de manipulaci¨®n moral -no s¨¦ si consciente- hacia la ?no abstenci¨®n?,

Porque todo ciudadano que no llegue, a distinguir entre inhibici¨®n y abstenci¨®n, se coloca autom¨¢ticamente entre la espada -de pasar por el aro de la reforma- y la pared -del confesionario politico-.