Los minusv¨¢lidos
Los minusv¨¢lidos quieren votar en el refer¨¦ndum y han pedido que les den facilidades de desplazamiento y estacionamiento. Yo tengo, como cualquiera, un enorme respeto por el minusv¨¢lido, en la medida en que lo soy, en que todos lo somos, por dentro o por fuera. ?Es que hay alguien totalmente v¨¢lido?-Aparte de Sandok¨¢n, creo que, nadie -salta el parado.
Lo que quisiera decirles a los minusv¨¢lidos es precisamente eso; que aparte las carencias cong¨¦nitas de cada uno, todos somos minusv¨¢lidos frente a un refer¨¦ndum mal planteado, todos estamos escasos, diezmados, impotentes frente a la gran m¨¢quina del Estado moderno -de derechas, de izquierdas o del Pilar de Zaragoza-, que hace sus pueblos y,los gasta f¨¦rreamente en refer¨¦ndums estad¨ªsticamente ganados.
Me escribe.el padre Llanos una emotiva carta desde su Pozo del t¨ªo Raimundo. El se fue all¨ª hace muchos a?os para convivir con los -?iinusv¨¢lidos s*ociales, f¨ªsicos y pol¨ªticos del cintur¨®n de miseria. Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n dejo sentado en un manifiesto casi tan difundido ensu tiempo como el Manifiesto Comunista, que todos somos subnormales. Yo creo, mas bien, que todos somos minusv¨¢lidos ante la Historia.
Los minusv¨¢lidos oficiales, digamos, tendr¨¢n sus razones para votar o no votar como los que. viven por sus manos y los ricos, pero la realidad del refer¨¦ndum, a quince d¨ªas vista, es que?, pesea la apertura televisiva, pese a la relativa libertad de opciones, pese a quien pese, todos somos minusv¨¢lidos pol¨ªticos despu¨¦s de cuarenta a?os en la silla de ruedas de la democracia org¨¢nica, que iba sola.Y el refer¨¦ndum no va a ser el milagro de Lourdes ni El Palmar de Troya ante el. cual saltemos todos de nuestras sillas de inv¨¢lidos, de nuestras camillas, gritando milagro, milagro. El refer¨¦ndum puede que sea s¨¢lv¨ªfico, pero no tanto Cuando un R¨¦gimen ya no puede hacer milagros,-hace refer¨¦ndums.
_No estar¨¢ usted predicando la abstenci¨®n- teme el parado.
-Ni loco.
Lo que estoy predicando -porque esta cr¨®nica? m¨¢s parece un serm¨®n- es la conciencia de mi
nusvalidez que nos aflige a todos ante un refer¨¦ndum que por sus caracter¨ªsticas (las de todos los re fer¨¦ndums) est¨¢ previamente ga nado por el Poder y la Gloria.
-Pues De Gau¨ªle perdi¨® su ¨²lti mo refer¨¦ndum- me recuerda el parado, con ese optimismo que da el no hacer nada. -
La se?ora del piso quiere subir me la renta. Antonio Alvarez Sol¨ªs quiere que le escriba un art¨ªculo,. Otro se?or quiere que yo siga escribiendo de Sandoli¨¢n. De una editorial me piden una foto er¨®tica para anunciar un libro- milo. como si yo fuera Blanca Estrada.Todo el mundo llama para organizar rue,das de prensa, mesas redondas y cosas en torno al refer¨¦ndum. Corto el cable del tel¨¦fono con un hacha, como dicen que hizo una vez Fraga (todos llevamos dentro un Fraga reprimido) y me hundo en las apasionantes memorias de Dionisio Ridruejo, reci¨¦n publicadas, que ¨¦se.s¨ª que fue un Minusv¨¢lido durante much¨ªsimos a?os, reducido a la pobreza,'el silencio, la amargura pol¨ªtica, la soledad y la insuficiencia card¨ªaca.
Yo iba a verle a su casa y me dec¨ªa:
1 -Estoy en la pol¨ªtica porque estuve en la pol¨ªtica. Por enderezar lo que hice.
Durante mucho tiempo se le puso como modelo de exil¨ª ' ado interior. Era m¨¢s bien el gran minusv¨¢lido interior. El hombre prodigiosamente dotado y f¨¦rreamente limitado. Siempre sentado en su silla de escritor, yo le ve¨ªa casi como en una silla de ruedas.
Una manera dad¨¢ y surrealista de entender la pol¨ªtica ser¨ªa acudir todo el pa¨ªs a la cola del refer¨¦ndum en s illa de ruedas, como un inmenso sanatorio pol¨ªtico nacional. Y no estoy haciendo con-testaci¨®n, sino realismo m¨¢gico, que es lo m¨ªo.
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