Saldos de un gran maestro
Un gran maestro y una exposici¨®n de saldo. Una triste historia que viene repiti¨¦ndose desde hace cuarenta a?os: el anuncio de un pintor de renombre y la colecta ocasional de tales cuales retazos de obra gr¨¢fica, acompa?ados de una pintura original, para que haya un poco de todo, o parezca menos vergonzante el consabido recurso al menos es nada. S¨ªrvanos de consuelo, en este caso, el hecho de que la serie de litograf¨ªas de Alechinsky constituye lo m¨¢s actualizado de su quehacer.Consta, en efecto, la exposici¨®n de un lienzo de holgadas proporciones, ejecutado con la t¨¦cnica del acr¨ªlico, una serie de grabados, a los que a veces se superpone la acuarela, y otra serie de litograf¨ªas, dadas a la luz por el buen artista belga en lo que va de a?o. Y sin duda que son estas ¨²ltimas litograf¨ªas, por la peculiaridad del proceso elaborador, lo mejor de lo ahora expuesto.
Alechinsky
Galer¨ªa Aele. Claudio Coello, 28 (entrada Puigcerd¨¢).
Integrante del grupo COBRA (cuyas siglas aluden, respectivamente, a las iniciales de Copenhague, Bruselas y Amsterdam), Pierre. Alechinsky es el capit¨¢n del apartado belga como Jorn lo es del dan¨¦s y Appel del holand¨¦s. Tres maneras harto coincidentes de entender el fen¨®meno pict¨®rico y harto claras a la hora de definir el ejercicio de tres personalidades diferentes que, en el caso de Alechinsky, llega, sin dificultades, a lo inconfundible e inimitable (aunque sean legi¨®n sus imitadores).
Grabados y litograf¨ªas de Alechinsky nos ofrecen todo un ejemplo de equilibrio entre el azar objetivo del hacerse de la obra y la capacidad selectiva del hacedor. El artista se propone una liberaci¨®n de los materiales y del proceso elaborador, de suerte que aqu¨¦llos se nos muestren a trav¨¦s de su propia naturaleza y se nos aparezca ¨¦ste en su genuino hacerse y explicarse. El artista se limita a ejercer un control selectivo que, adue?¨¢ndose de las soluciones m¨¢s afortunadas, acierte a conjugar las exigencias aleatorias de lo hecho y el dictado de la conciencia por parte de quien la hace.
? El grafismo de Alechinsky -ha escrito con sobrada raz¨®n Emile Langui- no es ni caprichoso ni va no. Las l¨ªneas se deslizan en movimientos conc¨¦ntricos, describiendo una especie de danza, est¨¢tica y controlada. En medio de este enredo de meandros angulosos quedan prisioneros unos seres peque?os, medio hombres, medio oseznos, sapos o diminutos monstruos.? Frente a la alegre improvisaci¨®n de los informalistas, Pierre.Alechinsky conf¨ªa, en efecto, al control selectivo de la l¨ªnea toda la carga del automatismo, inconsciente y aleatorio, para dotarlo de realidad en el mundo de las realidades y con plena conciencia.
Sabido es que Alechinsky estudi¨® en el Extremo Oriente la caligraf¨ªa de los japoneses y el rasgo caracter¨ªstico de la escritura Zen, basada en el an¨¢lisis, paciente y moroso, de cada uno de los trazos, para, una vez dominados, hacerlos fluir, como un rel¨¢mpago, sobre la faz expectante del lienzo o del papel. En esta exposici¨®n nos regala el maestro belga otra clara lecci¨®n de origen oriental, fundada en la transparencia del soporte y en la inversi¨®n del procedimiento del arte de grabar.
En vez de valerse de la habitual incisi¨®n, Alechinsky lleva a la plancha el discurso de la l¨ªnea en forma de prominencia: leyes, lev¨ªsimas, prominencias, destinadas a imprimir y sobrevalorar la l¨ªnea sobre el fondo inmaculado del papel. El papel, de otro lado, reducido a su grosor m¨ªnimo, no permite un prensado y entintado equitativo en la totalidad de su superficie, concediendo con ello un amplio margen al concurso aleatorio y logrando que cada uno de los ejemplares de cada serie sea completamente distinto.
Tard¨ªa y fragmentaria (saldo, pero saldo de un gran maestro), bien pudiera esta exposici¨®n, como ocurri¨® el pasado a?o con la de Karel Appel, llevarnos a reincidir en la reflexi¨®n en torno al informalismo espa?ol, cuya historia se ha venido urdiendo, alegremente, al margen de magisterios y precedencias, d¨¢ndose por aut¨®ctona y espont¨¢nea una floraci¨®n que, de hecho, cuenta con sobrados padres, madres y otros parientes colaterales y afines.
??Por qu¨¦ no desplegar a la redonda -preguntaba yo entonces y vuelvo ahora a preguntar- el espect¨¢culo universal del informalismo (o del proceder s¨ªgnico, o mat¨¦rico, o gestual, o neo-expresion¨ªsta ... ) y confrontar, a tan alto nivel, las experiencias de los. representantes espa?oles? Vengan, en buena hora, al ruedo ib¨¦rico los Pollock, Kline, De Kooning..., los Motherwell, Still, Gorky .... los Fautrier, Burri, Dubuffet .... los Jorn, Appel, Alechinsky.... o cuantos crea el lector vinculados a la corriente expresiva que aqu¨ª se comenta. Y, una vez llegados, que se inicie el torneo de las precedencias, de las similitudes, de las ejemplaridades...
La exposici¨®n de Alechinsky, todo lo residual y fragmentaria que se diga (liquidaci¨®n, pero liquidaci¨®n de una obra magistral), viene una vez m¨¢s a poner de manifiesto el car¨¢cter de perpetua actitud discipular que caracteriza esencialmente al tan aireado informalismo espa?ol y reclama la p¨²blica confrontaci¨®n de nuestros informalistas con precedencias y ejemplos de otras latitudes (aun reconocida la laguna que acertaron a paliar, tras la guerra civil).
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