El cine de Humphrey Bogart

Intentar aclimatar en nuestro pa¨ªs f¨®rmulas de distribuci¨®n nuevas es una empresa arriesgada que merece todos los apoyos. El ciclo Bogart, tra¨ªdo a estos lares por la distribuidora ?X Films,?, no es, desde luego, una novedad absoluta, pero no es preciso que lo sea para aceptarlo con entusiasmo, y sobre todo, representa una idea original en el contexto de nuestro sistema exhibidor, aunque sea aclimataci¨®n de experiencias similares realizadas en Francia. La idea de ciclo cinematogr¨¢fico es tan v¨¢lida como la de pel¨ªculas separadas, pero tiene la innegable ventaja -cuando es viable y coherente, y no un invento apresurado, cogido por los pelos- de permitir apreciar la trayectoria cronol¨®gica de varios profesionales, actores, directores, guionistas, productores y t¨¦cnicos, y su acomodaci¨®n a las exigencias cambiantes de la sociedad, el mercado y la industria.Humphrey Bogart es, indiscutiblemente, el centro de este aut¨¦ntico homenaje constituido por siete filmes, bastante representativos de la etapa central de su carrera -de los ¨²ltimos treinta hasta el final de los a?os cuarenta-, pero no el ¨²nico beneficiario de unos t¨ªtulos de cr¨¦dito repletos de nombres atractivos, a pesar de los premios Nobel, Pulitzer y Oscar que re¨²ne, y no a causa de ellos. El cine negro o thriller no es el ¨²nico cultivado por el gran actor -ni por los responsables de estas pel¨ªculas seleccionadas para formar parte del lote -que se proyecta en el Bah¨ªa-, pero s¨ª el marco dram¨¢tico m¨¢s apropiado para poner de relieve sus irrepetibles condiciones interpretativas.

El mito Bogart no existe como tal, puesto que nunca fue una estrella al uso, pero la revitalizaci¨®n nost¨¢lgica de su figura s¨ª ha logrado relanzar en todo el mundo a esta gran personalidad cinematogr¨¢fica. cuyo recuerdo permanece asociado a grandes obras, algunas de las cuales forman parte de este ciclo.

El sue?o eterno nos presenta a Philip Marlowe encarnado por Bogart -y su aparici¨®n convierte autom¨¢ticamente a Elliot Gould y otros competidores en involuntaria autocaricatura- en una de las intrigas m¨¢s embarulladas y difusas escritas por Chandler. La historia, como es frecuente en el g¨¦nero, es el factor menos importante del conjunto, pero no los personajes, especialmente las mujeres, que constituyen una aut¨¦ntica constelaci¨®n er¨®tica en torno al personaje central, verdadero exponente de la capacidad expresiva de Howard Hawks, en uno de sus mejores momentos creativos, para sugerir escenas audaces sin mostrarlas nunca.

El desarrollo es s¨®lido, siempre dominado, siguiendo la acci¨®n incesante, con la presencia casi constante de un Humphrey Bogart ir¨®nico, perfectamente consciente de su plenitud como actor. El gui¨®n, al que contribuy¨® Faulkner, amigo personal de Howard Hawks y ocasional empleado en Hollywood entonces, 1948, est¨¢ repleto de ocurrencias verbales y posee unos espl¨¦ndidos di¨¢logos, en los que el humor recuerda constantemente el car¨¢cter literario de los hechos, as¨ª como su descarado, convencionalismo.