La peluca
Don Santiago Carrillo est¨¢ a merced de los jueces y no vamos a entrar ni salir en el asunto, pero hay una cosa que s¨ª vamos a comentar, porque ha ocurrido en la calle y la calle es cosa nuestra, con perd¨®n.Carrillo, al ser detenido, llevaba peluca. Y no habr¨¢ democracia en Espa?a mientras un solo espa?ol tenga que ponerse peluca ideol¨®gica. Yo, que soy un humanista -lo que yo soy es un humanista, qu¨¦ le?e-, quiero la misma libertad para la peluca de Carrillo que para el peinado liso, recio y tirante de Blas Pi?ar. Quiero que la gente se peine o se despeine como le d¨¦ la gana, y digo que mientras llaya que recurrir al peluqu¨ªn pol¨ªtico, al postizo ideol¨®gico, al disfraz, esto no es un pa¨ªs libre ni aqu¨ª hay paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.
-A otros les preocupa m¨¢s la biograf¨ªa de Carrillo -salta el parado, que se est¨¢ pasando las pascuas en una esquina del barrio, con una zambomba, pidiendo para los que est¨¢n parados desde la toma de Madrid.
-All¨¢ ellos. A m¨ª lo que me preocupa es el tema extrajudicial de la peluca.
Un tema de costumbrismo capilar, como si dij¨¦ramos. Bajo la peluca ilustrada del XVIII herv¨ªan los piojos del despotismo y la incuria. Bajo la peluca de los Beatles repostaba el submarino amarillo de la imaginaci¨®n al poder. Bajo la peluca canosa de Carrillo se recoc¨ªa el Manifiesto comunista, aunque los verdaderos manifiestos y manifestaciones comunistas se han producido despu¨¦s, al quitarle la peluca a Carrillo.
No queremos una Espa?a con pelucas obligatorias porque ser¨ªa una Espa?a absolutista, desp¨®tica y poco ilustrada. Queremos el peinado colegial de Tamames, la plata hilada de Are¨ªlza, la tonsura natural de Ruiz Gim¨¦nez, la cabeza de ciego de Tierno Galv¨¢n, que peina ya m¨¢s ideas que cabellos.
-Pues parece que en principio se le acusaba a Carrillo de llevar peluca.
Hubo un tiempo en que a los conjuntos musicales que iban a salir por la tele, les pasaban previamente por la peluquer¨ªa. A ellas les pon¨ªan un chal y a ellos les cortaban la crin. Prado del Rey es una de las grandes realizaciones del r¨¦gimen, una especie de pantano ideol¨®gico al que cada ministro fue a?adiendo una gracia. Dicen que S¨¢nchez-Bella le puso la capilla y Fraga le puso la peluquer¨ªa para rojos.
Mientras el pec¨¦ tenga que ir de peluca socialista, el socialismo de peluca centrista y el centrismo de peluca conservadora, resultar¨¢ que todos los papeles est¨¢n cambiados en esta funci¨®n y al final nos va a salir La del manojo de rosas con cantables de La Internacional. Las que l¨ªan.
Los Grapos llevan peluca antifascista, la se?ora que le arre¨® el paraguazo a Fern¨¢ndez-Miranda a lo mejor era un se?or con peluca. El Gobierno, en su ¨²ltimo Consejo de Ministros, ha hecho caer unas cuantas pelucas administrativas, ya que no unas cuantas cabezas, y Pitita tiene una peluca negra, con onda sobre la frente, que es la que mejor le queda.
El otro d¨ªa present¨¦ Las contramemorias de Franco, libro de Juli¨¢n Lago. En la presentaci¨®n estuvo don Ram¨®n Serrano S¨²?er y nos saludamos cordialmente, porque hac¨ªa tiempo que no nos ve¨ªamos. He ah¨ª un hombre que se quit¨® pronto la peluca de Fernando VII, y como tampoco le gustaba ya el corte de pelo cuartelero de Hitler, pues se ha dejado una melenita blanca y liberal con la que anda por los c¨®cteles.
Hay que abolir privilegios, excesos, mentiras, pero tambi¨¦n hay que abolir pelucas, si queremos ir hacia la democracia. La Revoluci¨®n Francesa cortaba cabezas y la reforma democr¨¢tica espa?ola tiene que cortar pelucas. Todos andan por ah¨ª de peluqu¨ªn y postizo, ya digo, menos Blas Pi?ar, el hombre del peinado en¨¦rgico, y Mareclino Camacho, el obrero del pelo crespo y plateado. Mientras un ciudadano espa?ol, como Carrillo, tenga que usar peluca, esto no marcha. M¨¢s que el fuera caretas, habr¨ªa que gritar un estent¨®reo fuera pelucas.
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