Control centralizado de la difusi¨®n de armamentos

?Es posible el desarme a gran escala de la humanidad? En 1975, las naciones emplearon 300.000 millones de d¨®lares en financiar sus ej¨¦rcitos y comprar sus armas, esto es, en administrar el uso de la violencia. Muchas almas ben¨¦ficas preferir¨ªan que ese dinero hubiese sido invertido en obras de redenci¨®n de los hombres, si los gobiernos se hubieran convertido a la causa de la Humanidad. Sin embargo, desde el punto de vista estrictamente econ¨®mico, lo que se puede decir es que esa inversi¨®n asombra por su peque?ez, si se considera el grado elevad¨ªsimo de restricciones que encuentra la violencia, y el estado global de paz, intermitentemente interrumpida por conflictos armados que afectan en el peor de los casos a unas decenas de millones de seres.El problema no es de volumen de gastos. El problema consiste en que el gasto se efect¨²a de modo muy desigual, lo que lleva a su vez a que el poder crezca de modo m¨¢s vigoroso en las bocas de unos fusiles que en las de otros. Ese poder es utilizado a continuaci¨®n para controlar centralizadamente la difusi¨®n de armamentos, lo cual a su vez produce dividendos de poder a los m¨¢s poderosos. El control de la difusi¨®n de armamentos permite de inmediato el control centralizado de los conflictos, lo que hace posible una gerencia muy directa del proceso de cambio en el mundo, gerencia que, por supuesto, no es siempre del agrado de los que buscan el cambio para alcanzar la libertad, la independencia, el bienestar, o, simplemente, para acceder a unos niveles que hagan posible la satisfacci¨®n de sus necesidades elementales.

Ni que decir tiene que el volumen mayor de gastos defensivos corresponde a las dos superpotencias: 60% del total. Esto supone tan solo el 7% de su PNB combinado, lo que significa un ?seguro de paz? aceptablemente econ¨®mico, que parece validar una vez m¨¢s la m¨¢xima cl¨¢sica de ?si vis pacem para bellum?. Esas dos superpotencias son, a su vez, las que se hallan en disposici¨®n de ejercer el control centralizado de la difusi¨®n de armamentos (esto es, de poder) y de los conflictos.

Tambi¨¦n son ellas las que centralizan el control del desarme. Todo el arreo de conferencias, congresos, comisiones y conversaciones que en el mundo entero se ocupan del control de armamentos, se hallan rigurosamente jerarquizados, con vistas a reservar la din¨¢mica determinante a la iniciativa de las dos superpotencias.

Un r¨¢pido vistazo permitir¨¢ justificar esta aseveraci¨®n. El comit¨¦ que en el seno de las Naciones Unidas se ocupa de los procedimientos para reunir una conferencia mundial de desarme, de acuerdo con una resoluci¨®n de 1972, no cuenta con ninguno de los miembros permanentes del consejo de seguridad. La conferencia de desarme bajo los auspicios de la ONU no tiene, pues buenas perspectivas. A lo sumo se ha llegado, en su seno, a convenciones sobre limitaciones de uso de armas qu¨ªmicas y de guerra climatol¨®gica, porque las dos superpotencias as¨ª lo han decidido y pactado.

En un nivel m¨¢s restringido, el formado por los grupos aliados de las superpotencias, se ejerce igualmente un fuerte grado de control de la difusi¨®n de armamentos.

Es sabido que en el bloque socialista la centralizaci¨®n es casi absoluta, y no corresponde tarea significativa a los aliados menores, forzados a adquirir el armamento complejo a los sovi¨¦ticos. La venta de armas checas a Egipto, que produjo la ruptura con USA en 1956, termin¨® con su total suplantaci¨®n por el armamento sovi¨¦tico. En el bloque occidental, los pa¨ªses avanzados imponen restricciones al armamento, de acuerdo con una casu¨ªstica nacional; as¨ª, Canad¨¢ no vende ?equipo militar significativo? en el Oriente Medio, Alemania no entrega armas a ?¨¢reas de tensi¨®n?, Gran Breta?a a ?¨¢reas de conflicto directo?; Estados Unidos no se pone esos l¨ªmites, pero no vende armas a los que no respetan ?los derechos humanos internacionalmente reconocidos? (con las excepciones de Chile, Brasil, Ir¨¢n, etc¨¦tera).

El siguiente nivel ha de encontrarse en el control de la difusi¨®n nuclear. Canad¨¢, que vendi¨® equipo para la bomba at¨®mica india, y Alemania, que vendi¨® el ciclo completo nuclear a Brasil, han sido llamadas a la disciplina del club de Londres, de naciones vendedoras de equipo nuclear. Hasta Francia ha prometido cumplir las reglas, aceptando el boicot norteamericano a sus ventas a Corea del Sur, Pakist¨¢n y Sur¨¢frica; no obstante, un ordenador valios¨ªsimo para el plan nuclear surafricano fue vendido ?inadvertidamente? a Pretoria, por Norteam¨¦rica. Estados Unidos se propone ahora deshacer el acuerdo germano-brasile?o.

Los casos m¨¢s patentes de centralizaci¨®n y jerarquizaci¨®n del proceso desarmentista son las negociaciones para la reducci¨®n mutua y equilibrada de fuerzas (MBFR, en la jerga estrat¨¦gica), entre el Pacto de Varsovia y la OTAN, que se desarrollan en Ginebra, y las conversaciones para la limitaci¨®n de armas estrat¨¦gicas entre Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica, que se desarrollan en Viena. Pero queden estos casos especiales y sumos para otro d¨ªa.