La Fundaci¨®n Juan March y sus becarios
?Por segunda vez -advierte la nota preambular del cat¨¢logo-, la Fundaci¨®n Juan March presenta, en su sala de exposiciones, los resultados de los trabajos de creaci¨®n art¨ªstica que disfrutaron de una beca de Artes Pl¨¢sticas. De este modo, a la vez que se rinden cuentas p¨²blicamente de los resultados de estas becas, se ofrece a los artistas una ocasi¨®n de exhibir sus obras en un marco adecuado.?
?Marco adecuado? Consideradas en s¨ª mismas, no constituyen las salas de la Fundaci¨®n un ¨¢mbito desde?able para exposiciones de ciertos vuelos, como algunas de las realizadas (recu¨¦rdense, entre las ¨²ltimas, las de Dubuffet y Giacometti) u otras que el rumor da por inminentemente realizables (?los maestros del neo-expresionismo? ?las escuelas del Pac¨ªfico y de Nueva York?) o anima un deseo de pronta realizaci¨®n.Desgraciadamente, no es ¨¦ste el caso. Lo adecuado del marco, a que alude el prologuista, ha de interpretarse en atenci¨®n exclusiva a los dos supuestos que lo preceden: ocasi¨®n de rendir cuentas p¨²blicas los organizadores, los becarios y el Jurado de Creaci¨®n Art¨ªstica (sobre cuyas espaldas cae, de acuerdo con lo escrito en el pr¨®logo, la responsabilidad de la elecci¨®n), y lugar de exhibici¨®n de las obras agraciadas.
Fuera de ello, la m¨¢s remota idea de adecuaci¨®n exigir¨ªa una interpretaci¨®n entre optimista, lata o arriesgadamente metaf¨®rica; que m¨¢s parece provinciana exposici¨®n de artes y oficios, o muestra colegial de fin de curso, que balance de investigaci¨®n art¨ªstica a lo largo de un a?o (se trata, en concreto, de los seleccionados en 1974) y bajo los auspicios de una instituci¨®n renombrada y responsable.
Ah¨ª hay de todo. Tal pudo y debi¨® ser el t¨ªtulo (acorde o no con los prop¨®sitos de la Fundaci¨®n) de la colectiva que ahora nos ofrece. En ella, las audaces propuestas aerodin¨¢micas de Ponsat¨ª dan alegre paso a las acad¨¦micas composiciones de Claudio D¨ªaz; los l¨²dicos artilugios de Lug¨¢n y los montajes t¨¢ctil-sonoros de E. Salamanca alternan con los furtivos cazadores de Manzorro y los tejidos artesanales de Ana Roquero.
?M¨¢s? S¨ª, y no menos contradictorio. ?Qu¨¦ lazo cabe establecer entre el perineal erotismo de Jos¨¦ Luis Toribio y las as¨¦pticas estancias de Pedro Pic¨®? ?C¨®mo conciliar el miniaturizado reportaje r¨²stico de Cristina Garc¨ªa Rodero con las colosales semblanzas urbanas de Javier Morr¨¢s? ?Hasta, d¨®nde no habr¨ªa que ampliar las lindes del surrealismo para que en ellas encontraran acomodo las alegor¨ªas de Marzo-Mart¨ªnez?
Se me dir¨¢ que tan variado surtido no es, sino reflejo de las m¨²ltiples atenciones que la Fundaci¨®n presta al complejo repertorio del arte contempor¨¢neo. De acuerdo, siempre y cuando la cantidad se avenga de alg¨²n modo a la novedad, o responda ¨¦sta a las tendencias y exigencias de nuestro tiempo.
Y ocurre que si la calidad es parca, por no decir imaginaria, brilla la novedad por su absoluta y descarada ausencia. La somera comparaci¨®n entre lo aqu¨ª expuesto y lo que (sin necesidad de cruzar la frontera) nos es dado contemplar en cualquier publicaci¨®n de alguna resonancia internacional, hace obvias e inmediatas las ideas de intempestividad, de erradicaci¨®n, de conexi¨®n y lastimoso desarraigo.
?No existe en el concierto del arte universal una tendencia denominada neoabstraccionismo? ?No viene hallando en nuestra j¨®venes generaciones (consecuencia y est¨ªmulo de otras m¨¢s maduras) un trasunto o correlato en movimientos y grupos como, por ejemplo, el llamado Soporte/ Superficie? Por lo que en las salas de la Fundaci¨®n se nos da a ver y entender, resulta ser materia liquidada o suministrable con cuentagotas.
Otro tanto cabr¨ªa decir de la neofiguraci¨®n, en cuya n¨®mina internacional empiezan a hacerse inexcusables, firmas como la de nuestro Luis Gordillo y otras de afinidad reconocida o reconocible por cualquiera, excepto por los mentores y consejeros de la fundaci¨®n Juan March (o por su Jurado de Creaci¨®n Art¨ªstica al que, con todo derecho, le asignan responsabilidad, al tiempo que le muestran agradecimiento).
El punto m¨¢s contradictorio, tal vez nos venga dado o sugerido por el cotejo biogr¨¢fico de los expositores. Alternan, en el adecuado marco de la March, artistas que han excedido acrecidamente los cuarenta, con otros que no pasan de los veinte. Y ello, en principio, est¨¢ bien: tan merecedora de premio parece una s¨®lida y probada dedicaci¨®n como una actitud incipiente, esperanzadora y abierta a la vanguardia.
Aqu¨ª, por rara paradoja y salvo contada excepci¨®n, acaece todo lo contrario: que los expositores de m¨¢s edad o mayor divulgaci¨®n entroncan m¨¢s con la vanguardia (todo lo periclitada que se quiera) que los m¨¢s j¨®venes o menos divulgados. Si los montajes y artilugios de aqu¨¦llos nos resultan decadentes, los cuadros de algunos de los otros dij¨¦ranse nacidos con la p¨¢tina del tiempo o adornados con bet¨²n de Judea.
Descubrir aquellas modalidades que, desligadas de la obra, atienden al proceso o al concepto, ser¨ªa tanto como ver visiones. Desconozco la relaci¨®n de los concurrentes a la convocatoria anual de la Fundaci¨®n, e ignoro si hubo o no hubo agua que sacar de tal pozo. Si lo primero, craso ha sido el error de los seleccionadores; si lo otro, ?por qu¨¦ no haber probado una selecci¨®n restrictiva o haber declarado desierta tal cual plaza?
A la hora de la excepci¨®n (de dif¨ªcil hallazgo en el maremagnum general), son de citar los hinchables de Ponsat¨ª, tal como se pliegan, despliegan y alzan el vuelo en las proyecciones cinematogr¨¢ficas con que se ilustra al visitante, la capacidad de s¨ªntesis con que Javier Morr¨¢s acierta a traducir el espect¨¢culo de la macr¨®polis (Londres o Nueva York), y algunos de los antedichos montajes, artilugios y tiovivos.
?Premio, apoyo o est¨ªmulo a la labor investigadora? Tal creemos que deber¨ªa ser el ¨ªndice o la pauta a que ajustar la Fundaci¨®n sus cuidados y dispendios, en tiempos, especialmente, en que la voz investigaci¨®n ha venido a desplazar a las tradicionales advocaciones de creaci¨®n e inspiraci¨®n, y en torno a ella, o de cara a sus resultados, se reparten bolsas, ayudas, becas..., y se depositan confianzas.
Libreme Dios, de insinuar siquiera que los artistas abusan de confianzas y despilfarran aguinaldos. No creo que haya margen muy holgado para lo uno y lo otro. El mal radica en la indiscriminaci¨®n y ambig¨¹edad de la propia convocatoria, a cuyo amparo los artistas se limitan a presentar lo que encuentran en sus estudios y talleres, y a esperar (en su derecho est¨¢n) a que caiga la breva, quedando en puro supuesto la intenci¨®n investigadora.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.