Una lamentable comedia
EL GOBIERNO opt¨®, en su d¨ªa, por hacer aprobar por las Cortes el proyecto de la Reforma Pol¨ªtica, aun cuando esa estrategia significara un largo forcejeo de meses y la obligada reducci¨®n de su volumen para ajustarlo a las estrechas puertas del franquismo resignado. La consecuencia ha sido que las medidas de la ¨¦poca de Arias (leyes de Reuni¨®n y de Asociaci¨®n Pol¨ªtica, reforma del C¨®digo Penal) son ya inservibles y que incluso la ley de Reforma aprobada por refer¨¦ndum el pasado 15 de diciembre resulta insuficiente, sin olvidar que el dilatado periodo de regateos con los procuradores puso los nervios de punta a todo el pa¨ªs.La renuncia del Gobierno a utilizar el decreto-ley para la promulgaci¨®n de la ley de Asociaciones Sindicales y su todav¨ªa m¨¢s incomprensible decisi¨®n de no aplicar el procedimiento de urgencia para el debate en las Cortes son la causa directa del penoso espect¨¢culo que esta semana se representa en la Carrera de San Jer¨®nimo. Los miembros de la Comisi¨®n de Leyes Fundamentales, de unas Cortes sentenciadas a la desaparici¨®n desde el 15 de diciembre, han empezado a discutir, en sesiones que si alguien no lo remedia pueden ser interminables, el proyecto de ley enviado por el Gobierno. Y han comenzado los sectores inmovilistas por derrotar en la primera votaci¨®n la letra y el esp¨ªritu de la propuesta de la ponencia. En un intento tragic¨®mico de mantener las estructuras sindicales represivas del franquismo, los bur¨®cratas de la dictadura han demostrado que todav¨ªa tienen alguna fuerza frente a los bur¨®cratas de la Monarqu¨ªa.
Es una vieja imagen que la repetici¨®n de los acontecimientos puede transformar lo que originalmente fue un drama serio en una vulgar comedia. Quiz¨¢ los se?ores procuradores que dicen representar al mundo del trabajo carezcan de sentido del rid¨ªculo: pero ese encallecimiento de la sensibilidad, que no de las manos, no deben hacerlo extensivo a sus conciudadanos. Desde hace a?os era un secreto a voces que los verticalistas no representaban m¨¢s que a quienes, desde arriba, los hab¨ªan designado. Pero ahora la opini¨®n de la sociedad es ya una doctrina del propio Estado.
?Ser¨ªa tal vez pedir demasiado a estos inminentes cesantes que nos ahorraran a todos tiempo y dinero, adem¨¢s del sentimiento de verg¨¹enza ajena que producen? ?Ser¨ªa un favor excesivo solicitar de su generosidad que guarden ahora el mismo silencio que en los a?orados tiempos del franquismo?
?Y el Gobierno? ?Por qu¨¦ no retira el proyecto d¨¦ ley de Asociaciones Sindicales de las Cortes y lo promulga mediante decreto-ley? Los m¨¢s suspicaces podr¨ªan tal vez jugar con la hip¨®tesis de que la obstinada y torpe amenaza desde la derecha de las Cortes puede servir de coartada para justificar las graves limitaciones de un proyecto no negociado con las centrales sindicales. Los m¨¢s maliciosos quiz¨¢ afirmen.que esta ?compulsi¨®n de repetici¨®n? que lleva al Gobierno a negociar con las instituciones ya muertas del franquismo es su irresistible tendencia a regresar al claustro materno. Lo m¨¢s probable es que se trate, simplemente, de un paso dado precipitada e innecesariamente. Pero entonces la rectificaci¨®n es f¨¢cil: perm¨ªtase a los se?ores procuradores mantenerse en sus cargos hasta las pr¨®ximas elecciones, pero d¨¦nseles para entretener sus ocios y justificar sus honorarios tareas inocuas.
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