Los pecados capitales
El gran pintor Modesto Ciuxart ha hecho, sobre unos bellos textos catalanes de Baltasar Porcel, siete retratos de mujer que son siete alegor¨ªas de los pecados capitales, muy lejos ya de lo convencionalmente aleg¨®rico. Cuando ya no creemos en el pecado es cuando empiezan a fascinarnos est¨¦ticamente los pecados.-Tienes que venir por Palafrugell- me dice Modesto.
Cuixart es el otro genio de Palafrugell. El primero es Pl¨¢. Ambos tienen un curioso parecido com¨²n y oriental, una cosa loca y b¨²dica que debe darse por el Ampurd¨¢n. Modesto, el alcohol y yo hemos pasado algunas noches en pie por la Costa Brava y por Madrid. Modesto va pasando del castellano al catal¨¢n y del catal¨¢n al franc¨¦s, a lo lago de la noche. Cuando decide volver al castellano es que ya clarea.
-?Y t¨² crees en los siete pecados capitales, Modesto?
Me lo dijo Rub¨¦n Dario a principios de siglo, cuando fui a hacerle una entrevista al hotel Par¨ªs, en la puerta del Sol, y ¨¦l era como un centauro de Verlaine y embajador. Habl¨¢bamos de Valle-Incl¨¢n:
-Yo lo he visto arrancarse del pecho la saeta de los siete pecados capitales.
A los maudits franceses, espa?oles y americanos les ten¨ªa muy preocupados eso del pecado. Porque sin el pecado no hay pecador, claro, y ellos quer¨ªan condenarse a toda costa. Con Fern¨¢ndez-Fl¨®rez paseaba yo por el bosque animado, antes de que lo talasen los le?adores de Arespacochaga, y me dec¨ªa:
-Los siete pecados capitales son las siete columnas que sostienen el mundo.
Mi querido amigo y maestro Gonzalo Torrente Ballester dice que yo soy algo as¨ª como un nieto golfo d¨¦ Fern¨¢ndez-Fl¨®rez. Pero yo prefer¨ªa, en ¨¦l, el l¨ªrico al humorista, que nunca me hizo mucha gracia. Hoy, el concepto de pecado se ha quedado camp. Los siete pecados capitales se han convertido en las siete columnas de la Bolsa, que ni a¨²n as¨ª se sostiene.
Con los siete pecados capitales, que han prescrito, Fernando D¨ªaz-Plaja hace libros y Cuixart, hace espl¨¦ndidos dibujos de mujer. Claro que a la postre don Wenceslao ten¨ªa raz¨®n cuando paseaba su desvar¨ªo final p¨®r Alberto Aguilera. Lo que nos vende, nos manipula y nos ofrece la sociedad de consumo son los siete pecados capitales en propileno y cuadrafon¨ªa.
Hoy, la avaricia se llama competitividad, la lujuria se llama vida sexual sana, la gula se llama Cofrad¨ªa de la Buena Mesa y la soberbia se llama Fraga Iribarne.
-Parece que se alegra usted de que no haya pecados capitales, dice el quiosquero. Al contrario. Lo deploro. El otro d¨ªa me quejaba en este diario de que la Iglesia haya abandonado el lat¨ªn y pueda abandonar sus fastos y riquezas. Hoy me lamento de que los siete pecados capitales, que eran grandiosos y te llevaban al infierno, se hayan degradado en siete oportunidades de grandes almacenes. Los siete pecados capitales dieron La divina comedia y la sociedad de consumo s¨®lo ha dado Camino..
-?Y el canto a la familia que hacen los discursos oficiales, la nocilla, los electrodom¨¦sticos, Pedro Maci¨¢, los sopipollos y L¨®pez Ibor? -dice el abrecoches.
El abrecoches viene hoy vestido de los siete pecados capitales. Gorrita del Atl¨¦tico, cazadora de La naranja mec¨¢nica y bota alta de travest¨ª, La sociedad de consumo se refleja en ¨¦l.
-Si los mass-media cantan a la familia, pero a una familia. larvada de perros y caprichos.
Viene Cuixart a casa con sus dibujos. Los siete pecados est¨¢n en su rostro asi¨¢tico y catal¨¢n. Pero los antiguos, que eran sat¨¢nicos y grandiosos. Lo d¨¦ hoy es una horterada..
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.