Los conflictos taurinos no causar¨¢n una conmoci¨®n
El gran drama de toreros y empresarios en el actual conflicto es que si ¨¦stos no acceden a las peticiones de quienes son sus asalariados y aqu¨¦llos persisten en su prop¨®sito de no torear, y como consecuencia de todo ello las plazas permanecen cerradas cuando empiece la temporada, no pasar¨¢ gran cosa. La gente tiene temas m¨¢s graves en que pensar.En la d¨¦cada de los sesenta, cuando corr¨ªa el dinero y el turismo llegaba a Espa?a en avalanchas, con la corrida de toros como cita imprescindible del viaje, hubo la ocasi¨®n de oro de darle un empuj¨®n hacia arrit?ta la fiesta, capitalizar cosos, pagar con esplendidez a los toreros, fomentar vocaciones, remodelar la fiesta hasta su total pureza.
Lo que se hizo, en cambio, ademas de engolosinarse con los beneficios,fue degenerarla en todos sus valores, convertirla en pura caricatura, hasta el extremo de que result¨® posible El Cordob¨¦s, cuyo pretendido arte, que no era otra cosa que la ridiculizaci¨®n abierta de las suertes, quisieron convertirlo en paradigma del toreo. Naturalmente, para estas operaciones de degeneraci¨®n grosera, porque lo habitual era el fraude y la payasada acontecimiento, estorbaba los aficionados, que de ninguna manera pod¨ªan transigir con semejantes atropellos.. Y entonces a quienes manejaban el negocio taurino
-los mismos que hoy no falta ni uno- no les import¨® en absoluto que gran parte de los aficionados se desentendiesen del espect¨¢culo, hasta llegar a olvidarlo, sencillamente porque les sobraba clientela. Pero, muy cortos de entendimiento, u obcecadospues el apaleo de millones les imped¨ªa pensar en otra cosa, no cayeron en la cuenta de que el cliente verdadero de la fiesta es el aficionado.
Y a la cr¨ªtica, que denunciaba aquel caos, la llamaban derrotista, tendenciosa, falaz, lo que h Iciera falta, incluso era argumento de general uso por el taurinismo afirmar que si determinados cr¨ªticos insist¨ªan en la protesta y en la denuncia se deb¨ªa, sencillamente, a que no les gustaban los toros.
Aquellas alegr¨ªas se pagan hoy con penas. Los toreros, que salvo algunos elegidos tuvieron que suft ir lo que no est¨¢ escrito, se han rebelado. A muchos empresarios no les salen las cuentas, o por lo menos no con las facilidades de la etapa anterior. Turistas cada vez quedan menos. La fiesta, tal como vegeta, no es objeto de curiosidad.
?Qu¨¦ van a hacer ahora? D¨ªremos qu¨¦ quieren hacer muchos: pedir ayuda.al Estado, a las diputaciones, a los municipios. Despu¨¦s del desaguisado que han hecho, se sacuden el polvo de su responsabilidad y pretenden que lo arregle el contribuyente. Eso de rescatar toro, lidia, toreo, a lo mejor ni les suena. Curioso mundillo ¨¦ste.
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