Relevo en Washington
HOY, 20 de enero, se lleva a cabo en Washington la transmisi¨®n de poderes al presidente dem¨®crata Jimmy Carter. Este relevo afecta no s¨®lo a Estados Unidos, y condicionar¨¢ durante una etapa m¨ªnima de cuatro a?os la pol¨ªtica mundial, incluida la de Espa?a, que precisamente en esa misma etapa va a intentar la consolidaci¨®n de un sistema democr¨¢tico.La paz mundial, la recuperaci¨®n econ¨®mica, la situaci¨®n l¨ªmite en algunas ¨¢reas del Tercer Mundo, la limitaci¨®n o proliferaci¨®n de armamentos, la contaminaci¨®n nuclear y la calidad de la vida, la innovaci¨®n tecnol¨®gica, las mayores opciones de cambio, en definitiva, van a estar en manos, hasta 1981, del nuevo equipo que ahora gobernar¨¢, oficialmente, sobre s¨®lo el 5 % de los habitantes del planeta.
Las l¨ªneas que proponga el pupitre ib¨¦rico del Departamento de Estado a su nuevo secretario van a pesar sobre el destino colectivo de Espa?a. Ambas perspectivas, global y nacional, deben ser esbozadas con el realismo posible.
Europa atraviesa su crisis m¨¢s profunda desde que comenz¨® el proceso unificador, al t¨¦rmino de la segunda guerra mundial. Su dependencia militar y, energ¨¦tica han quedado en evidencia a lo largo de los tres ¨²ltimos a?os. La escena occidental ha estado m¨¢s que nunca dominada por un estadista pragm¨¢tico y c¨ªnico, espectacularmente despedido tras el esc¨¢ndalo de Watergate, y por una de las personalidades m¨¢s discutidas de la diplomacia mundial, el profesor Kissinger. La sustituci¨®n de este ¨²ltimo por Cyrus Vance y el papel de primer protagonista que en el frente exterior quiere asumir Carter, modelar¨¢n la nueva situacion.
En el terreno de la fuerza real, el mundo sigue dominado por dos superpoderes. Este es un hecho deplorable, pero evidente.
El equilibrio militar entre los dos grandes es el primer punto permanente en las agendas de los gobiernos sovi¨¦ticos y americanos. La acci¨®n destinada a mantener la balanza de fuerzas y a obtener ventajas estrat¨¦gicas en distintas zonas del mundo ser¨¢ una constante de cualquier equipo, dem¨®crata o republicano, que gobierne en Washington. Pero, paralelamente, se desarrollar¨¢ una acci¨®n inversa en las conversaciones para limitar las armas nucleares, las SALT, permanentemente reunidas desde 1969.
El nuevo equipo que llega al poder en USA va a hallar un margen de maniobra estrecho en todos estos frentes.
Pero si Richard Nixon cancel¨® una etapa de la historia con el desbloqueo de China, el entendimiento creciente con los sovi¨¦ticos y el desembarco en la Luna, habr¨¢ que preguntarse cu¨¢les son las grandes posibilidades de cambio en los cuatro u ocho a?os venideros.
C¨¢rter parece empe?ado en demostrar su realismo y su capacidad de innovaci¨®n. (Un primer gesto simb¨®lico empieza a perfilarse en la posible normalizaci¨®n de relaciones con Cuba.)
En el arranque de la nueva etapa, dos grandes acciones parecen planeadas y estudiadas en su m¨ªnimo detalle: nuevas negociaciones pol¨ªtico-militares con la Uni¨®n Sovi¨¦tica y creaci¨®n de una posible alianza trilateral entre USA, E u ropa y Jap¨®n.
Europa, por su parte, atraviesa una crisis de identidad, acelerada por la presi¨®n americana por un lado y la tentaci¨®n totalitaria de otro. A las presiones crecientes de los grandes, se suma la crisis surgida en el 73 y las maniobras exteriores de todo signo montadas sobre el pretexto de esa gran crisis. Las operaciones para debilitar la CEE son diversas.
La opci¨®n europea, todav¨ªa dispersa, se apoya, no obstante, en un gran bloque territorial y de poblaci¨®n, con poder¨ªo econ¨®mico y autonom¨ªa tecnol¨®gica propios. No puede competir hoy en los frentes en que tiene excesiva desventaja -armamentos, carburantes-, pero intenta, fracaso tras fracaso la puesta en marcha de una tercera fuerza, a partir de su propia investigaci¨®n o de su acci¨®n diplom¨¢tica ante el Tercer Mundo. Esa opci¨®n europea, hoy replegada en Bruselas, mantiene adem¨¢s una oferta distinta a la de la sociedad americana, oferta que nace en la tradici¨®n human¨ªstica y p asa por la revisi¨®n de los dos modelos imperialistas de sociedades enfrentados hace, medio siglo.
Hay una escuela de pensamiento USA todav¨ªa vigente, que encara la hip¨®tesis de una Europa envuelta en dificultades econ¨®micas y sociales, en las que el eurocomunismo puede acercarse al poder en Roma y en Par¨ªs, mientras el laborismo es incapaz de superar ws. contradicciones. Quedar¨ªa entonces -a los Ojos de Washington- Alemania, intacta en medio de las ruinas, con la que podr¨ªa contar USA en una aliariza bilateral a la que podr¨ªa sumarse una Espa?a caetanista, de democracia controlada.
Tras la muerte de Franco, las relaciones entre Espana y USA sufrieron una notable transformaci¨®n. El relevo en la Jefatura del Estado se hizo notar y la diplomacia norteamericana comprendi¨® que Madrid no miraba ya hacia Am¨¦rica como ¨²nico asidero de su pol¨ªtica exterior. Aunque es preciso recordar que don Juan Carlos reserv¨® su primer viaje de Estado para Washington. Los acuerdos y las bases siguieron. Nadie pretend¨ªa, porotra parte, que el nuevo r¨¦gimen imprimiera, en tres meses, un giro copernicano a la entera pol¨ªtica interior y exterior. Pero en el primer encuentro, Espa?a logr¨® triplicar el importe econ¨®mico del pacto y obtuvo des cosas importantes la conversi¨®n en tratado con obligaciones mutuas, del leonino acuerdo anterior, y el compromiso a plazo fijo para la desnuclearizaci¨®n de Rota.
Nadie puede imaginarse hoy seriamente la salida de Espa?a del bloque estrat¨¦gico y pol¨ªtico de Occidente.
La diplomacia de Wash¨ªngton, por otra parte, va a reconsiderarsu relaci¨®n con los pa¨ªses mediterr¨¢neos, a la luz de los nuevos acuerdos y forcejeos con su rival sovi¨¦tico.
Espa?a es un mediano pa¨ªs que sale ahora del aislamiento tras una larga dictadura que retras¨® peligrosamente su incorporaci¨®n al ¨¢rea occidental. La sociedad espa?ola parece aspirarnos mayoritariamente a un modelo pluralista. Ese modelo incluye, por propia coherencia, la legalizaci¨®n de los partidos marxistasy comunistas, precisamenteen raz¨®n del esp¨ªritu liberal que separa a esa sociedad plural del modelo totalitario o de las econom¨ªas burocratizadas.
La tercermundizaci¨®n de la Peninsula Ib¨¦rica no es hoy considerable y la posibilidad de invitar a Espa?a a una experiencia cubana carece de toda verosimilitud te¨®rica. Pero ello no debe dar esperanzas a los contados espa?oles que, en provecho de intereses particulares, han vendido la imagen de su pa¨ªs como un posible Puerto Rico europeo. La irritaci¨®n antlimperialista puede adquirir en Espa?a niveles insospechados, en una ¨¦poca en que la presencia de tropas extranjeras en suelo nacional pone en cuesti¨®n el concepto tradicional de soberan¨ªa. Aunque se demuestre que esa presencia es indispensable en un tiempo dominado por el riesgo de confrontaci¨®n nuclear.
Espa?a ha superado los prirneros pasos de una transici¨®n dif¨ªcil. Se abre paso una pol¨ªtica internacional cuya ¨²nica oportunidad efectiva est¨¢ en la integraci¨®n europea: s¨®lo a trav¨¦s de Europa podr¨¢n negociarse situaciones nuevas sin un agoblante clima de desproporci¨®n.
En estejueves de enero, millones de hombres volver¨¢n la vista hacia la ceremonia del Capitolio con la esperanza de que la mejor Am¨¦rica -la de la imaginaci¨®n, la libertad y el esfuerzo por la dignidad moral- se imponga a la de los trapos sucios y los bombardeos de napalm.
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