Clemente, de ni?o prodigio a entrenador en Tercera
Javier Clemente L¨¢zaro podr¨ªa ser ahora un gran jugador; tal vez no sea exagerado aventurar que acaso podr¨ªa haber sido la gran figura del apagado f¨²tbol nacional. Pero una fractura de pierna que se repiti¨® con frecuencia desesperante acab¨® con sus ilusiones. Ahora, a los veintis¨¦is a?os, Clemente, interior izquierda titular del Athletic de Bilbao a los dieciocho, lleva cinco sin jugar. Entrena al Basconia, como medio de seguir ligado al, f¨²tbol, y lleva la representaci¨®n en el Pa¨ªs asco de una importante marca deportiva como medio de vida.
Su caso puede servir de reflexi¨®n para quienes consienten en el f¨²tbol una dureza impermisible.Clemente, fue un juvenil de fulgurantes principios. Se inici¨® en el Baracaldo, y su excelente calidad le llev¨® a los juveniles del Athletic y a la selecci¨®n espa?ola de esta categor¨ªa. En la temporada 68-69, el Athletic le incorporarla a su primer equipo, pese a que a¨²n estaba en edad juvenil, y pronto ser¨ªa titular. Jugaba de interior izquierdo, era menudo de talla, muy h¨¢bil, con gran precisi¨®n en el pase, continua presencia en el juego y magn¨ªficas, dotes de organizador.
En noviembre del 69, una entrada por detr¨¢s de un contrario le seg¨® la pierna izquierda, y ah¨ª acab¨® todo.
Cuatro operaciones
?Fue Mara?¨®n, jugador del Sabadell, al que no culpo de nada. Fue una entrada muy dura, pero como ¨¦sa hay muchas. El partido hab¨ªa sido muy tenso, y est¨¢bamos todos un poco picados. Quedaba un minuto para el final cuando yo controlaba un bal¨®n; ¨¦l me entr¨® por detr¨¢s y se me rompi¨® la pierna.?
Fractura de tibia y peron¨¦. Lo malo es que la fractura de tibia, un astillamiento vertical, no se apreciaba en las radiograf¨ªas. Se le escayol¨® se sold¨® el peron¨¦ y volvi¨® a jugar. Pero la fractura de la tibia segu¨ªa ah¨ª, le produc¨ªa molestias al correr, comenz¨® a aumentar y un d¨ªa, en partido contra el Atl¨¦tico de Madrid, termin¨® de troncharse: ?Fue sin necesidad de golpe. Bastaba con una toba para que se cascara, y se casc¨®?.
Hubo que enyesar otra vez, la tibia tambi¨¦n se sold¨® pero se producir¨ªa un problema: en ambas soldaduras los huesos, como siempre ocurre, se ensancharon algo; se form¨® un nudo, por as¨ª decirlo, en el lugar de la fisura. Tras veintid¨®s partidos de Liga, recibi¨® un golpe en Zaragoza que hizo que esos dos nudos entraran en contacto: ?Cre¨ª que me hab¨ªan roto otra vez la pierna, de tanto como me doli¨®.? Se le oper¨®, se le dio descanso, y los dolores fueron desapareciendo; pero cada vez que forzaba un poco los entrenamientos le volv¨ªan los dolores.
Luego lleg¨® la hora de hacer el servicio militar. La bota del ej¨¦rcito, de ca?a alta que hace presi¨®n justo a la altura de su zona da?ada, le produjo nuevas molestias y dolores. Se oper¨® en Pamplona, se le coloc¨® una barra en el interior de la tibia y pareci¨® mejorar. Volvi¨® a los entrenamientos, pero segu¨ªa con molestias. Adem¨¢s, cargaba demasiado peso en el peron¨¦ porque pisaba de forma forzada, y el peron¨¦ se rompi¨®. Volvi¨® a operarse y a escayolarse: ?Ya vi al doctor Ca?adel, el que me hab¨ªa operado en Pamplona, muy desanimado. Me recomend¨® que abandonara e f¨²tbol. Pero yo no quer¨ªa hacerlo y me march¨¦ a Lyon a operarme con el doctor Trillat, una eminencia. El me dej¨® bien, pero me dijo que hab¨ªa un problema: la pierna se me pod¨ªa ir torciendo hasta partirse Volv¨ª a entrenarme, jugu¨¦ unos cuantos partidos con el Bilbao Athletic, en Tercera, para probarme, y, en efecto, acab¨® por romperse otra vez?.
Homenaje y despedida
Y ah¨ª acab¨® todo. Clemente volvi¨® a Lyon a operarse de nuevo se le coloc¨® una barra con ocho tornillos y ¨¦l aliment¨® nuevas esperanzas. Pero el Athletic decidi¨® no renovarle m¨¢s. Nadie ten¨ªa fe en que pudiera continuar en activo. Se le organiz¨® un homenaje contra el Borussia Moenchengladbach y se le despidi¨®.
?Yo ped¨ª que me concedieran alg¨²n cargo; entrenador de juveniles, ojeador, o algo as¨ª. Me dijeron que ten¨ªa que aprender mucho antes, as¨ª que me fu¨ª a entrenar al Arenas de Guecho, y eso es lo que hice la temporada pasada Subimos de Regional a Tercera.
Ahora entrena al Basconia. Esta semana ha sido sancionado por siete partidos: ?Jugamos en Reinosa, contra el ¨²ltimo. El ¨¢rbitro nos expuls¨® a dos jugadores, pero pese a ello pasamos todo el segundo tiempo volcados sobre la porter¨ªa del contrario. El Naval perdi¨® mucho tiempo, pero el ¨¢rbitro no descont¨® nada. Al final me acerqu¨¦ para decirle que deb¨ªa haber descontado algo. El puso en el acta que yo hab¨ªa insultado a su madre y que le hab¨ªa dicho que cuando fuera por Basauri le iba a matar. Yo no insulto a la madre de nadie, porque todos tenemos madre y s¨¦ la barbaridad que es eso, as¨ª que he enviado un recurso a Madrid. Espero que no sirva para nada ?.
Culpables, los ¨¢rbitros
El caso de Clemente tal vez sirva para reflexi¨®n. Tal vez sirva para medir. cu¨¢les pueden ser las consecuencias de tolerar un exceso de dureza: ?Yo no me acuerdo con rencor de Mara?¨®n, ni mucho menos. El me pudo entrar duro, como hacen tantos otros, pero porque se consiente. Yo culpo a los ¨¢rbitros de no atacar ese tipo de juego. ?
La frontera entre la dureza y la mala intenci¨®n es dif¨ªcil de trazar muchas veces. Clemente lo explica as¨ª: ?A veces no se trata de hacerte da?o, pero s¨ª de impresionarte para que juegues por debajo de tus posibilidades. El jugador que hace eso lo hace porque est¨¢ tolerado, porque el f¨²tbol es as¨ª y porque sin eso perder¨ªa el puesto de titular en su equipo y otro que hiciera lo mismo ocupar¨ªa su plaza. Son los ¨¢rbitros los que deben salir al paso de ese juego. En todos los equipos hay hombres que juegan peligrosamente; yo dir¨ªa que casi todos los sudamericanos, y muchos nacionales tambi¨¦n. Pero el problema de los ¨¢rbitros es muy dif¨ªcil de resolver, as¨ª que temo que por mucho tiempo las cosas seguir¨¢n como est¨¢n. Y a[que le toque la china, como me ha tocado a mi, tendr¨¢ que aguantarse, como me aguanto yo?.
Clemente tiene su vida bien montada. Lleva una representaci¨®n comercial, y de eso vive, y entrena al Basconia, aunque no tiene t¨ªtulo nacional; pero siempre hay resquicios para burlar las normas. A veces, incluso ha pensado en jugar: ?Creo que ahora podr¨ªa, aunque a lo mejor es porque soy muy optimista, pero ya ?qui¨¦n iba a confiar en m¨ª? Tendr¨ªa que empezar en Tercera, donde siempre es m¨¢s duro el f¨²tbol. Y yo ahora tengo que pensar en mi mujer y en mis dos hijos, y estoy a gusto con lo que tengo. No sufro grandes nostalgias. A pesar de todo, lo mismo un d¨ªa me l¨ªo la manta a la cabeza y me pongo a jugar otra vez. ?
Veintis¨¦is a?os y acabado para el f¨²tbol. Mientras, los ¨¢rbitros siguen tolerando entradas lesivas a cualquier jugador, y s¨®lo de cuando en cuando salen al paso de alguna. Clemente es antes que nada, un s¨ªmbolo, un motivo para reflexi¨®n. Pero nuestro f¨²tbol no es nada dado a reflexionar sus errores.
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