Corrupci¨®n y picaresca en la costa
La novela de Alfonso Grosso que roz¨® el Premio Planeta contin¨²a tem¨¢ticamente la serie de novelas en que la visi¨®n del autor se fija en los paisajes y en las texturas sociales andaluzas: Guarnici¨®n de silla o Florido Mayo, que la superan en hondura, incluso cr¨ªtica, porque la calicata es m¨¢s honda en la alcurnia y la raza, aunque no en amenidad ni en peripecias de conjuras internacionales, con tipos siniestros que parecen arrancados de un thriller de bandas cosmopolitas, arreglos de cuentas y otros componentes del subg¨¦nero de intriga. ?Y para qu¨¦ se mete Grosso en estos berenjenales y se mete bien, todo hay que decirlo, porque el novelista sevillano es un buen narrador con su barroquismo expresivo que fluye a borbotones? Porque en su vuelta de horizonte de las tierras andaluzas cae ahora sobre los trozos de costa que el turismo ha cosmopolitizado en los ¨²ltimos veinte a?os, creando un modo de vivir.Grosso ha escrito La buena muerte con una intenci¨®n cr¨ªtica bien acusada sobre ese tipo de sociedad, que considera connatural con una situaci¨®n pol¨ªtica larga y reciente, seg¨²n van se?alando las antenas de la misma narraci¨®n. Corrupci¨®n moral, negocios turbios, colusiones y dolce vita punt¨²an el modo de vivir de la soleada costa malague?a, con su copete dejet society, rama ind¨ªgena, emulsionada en un restacuerismo coyuntural. En alguna ocasi¨®n, la narraci¨®n parece transparentarse sobre posibles modelos conocidos, pero no llega a traspasarse el l¨ªmite de la genericidad y las claves no son seguras. La intenci¨®n ¨²ltima, el objetivo de la novela, se halla ah¨ª, en el personaje advenedizo y enriquecida -lo que se llam¨® en tiempos m¨¢s remotos y econom¨ªas no tan estallantes, un estraperlista- que como en su rapacidad roza intereses multinacionales pone en movimiento los mecanismos secretos de represalia con tipos folletinescos que llegan incluso a vivificar peligrosas ramas neonazis o hampa marsellesa. Pero las pistolas no tienen necesidad de d Ispararse, porque el infarto de miocardio -la buena muerte- llega antes a dejar inm¨®vil el retablo de malas costumbres espa?olas que ha vivificado el autor en donde no faltan prom¨ªscuidades heterosexuales.
La buena muerta
Alfonso Grosso. Editorial Planeta. Barcelona, 1976
La actualidad y los vaciados novelescos, que con m¨¢s o menos holgura se realizan sobre la misma, superficializan trivializan La buena muerte y la encaminan hacia los predios del best-seller cosmopolita en el que incluso la intenci¨®n cr¨ªtica sociopol¨ªtica pierde calado. La intriga y la descripci¨®n de la dolce vita malague?a quitan fuerza a los relieves sat¨ªricos, con ser ¨¦stos muy prominentes adrede y m¨¢s enrabletados por lo que de parvenu tiene el componente. ?Por otra parte, carece de la orandeza de la vieja aristrocacia hispana? que Grosso siempre dej¨® bien en sus retablos andaluces. Ahora bien, hay que decir que Grosso es un novelista fecundo y facundo, due?o de una expresi¨®n c¨¢lida, barroca, potente con todos los rcursos del oficio, que la novela interesa, que se lee bien por entre su barroquismo expresivo y lleva al lector al punto de desmitificaci¨®n posfranquista que el autorse ha propuesto a trav¨¦s del mundo sociopol¨ªtico, econ¨®mico y relajado de la costa, hecho de sol y de corrupci¨®n.
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