C¨¢ritas, en estos momentos de cambio
Presidente de C¨¢ritas Espa?ola
Estos ¨²ltimos tiempos C¨¢ritas se ha encontrado en la encrucijada de vientos contrarios sinti¨¦ndose azotada por cr¨ªticas procedentes de campos opuestos. Tan pronto se la fustiga desde posiciones integristas por apoyar la objeci¨®n de conciencia (Fuerza Nueva del 8 de enero) como desde las marxistas por ser, con su acci¨®n asistencial, adormecedora de conciencias (Los que vi ven de la caridad, en Mundo de 30 de octubre).
La reciente publicaci¨®n de las conclusiones de la XXXI Asamblea de C¨¢ritas, aprobadas por abrumadora mayor¨ªa y sancionadas por la Comisi¨®n Episcopal, ha vuelto a suscitar pol¨¦mica sobre cu¨¢l es la misi¨®n de C¨¢ritas y si ¨¦sta es, o no, fiel a la misma.
Las conclusiones, tras reafirmar que la raz¨®n ¨²ltima de C¨¢ritas es ser expresi¨®n del amor cristiano, re¨²nen en perfecta simbiosis su preocupaci¨®n y prop¨®sito de colaborar en la soluci¨®n de los problemas asistenciales, que en forma, por cierto creciente, tiene planteada la sociedad espa?ola con su prop¨®sito de ejercer una funci¨®n cr¨ªtica de lo que nuestras estructuras tienen de deshumanizante, as¨ª como de denunciar toda situaci¨®n de injusticia u opresi¨®n. En perfecto equilibrio, C¨¢ritas reafirma su vocaci¨®n de ayuda a los ancianos, los ni?os, los alcoh¨®licos, los transe¨²ntes y dem¨¢s grupos marginados de la sociedad, y un apoyo a las iniciativas que promueven los cambios necesarios para llegar a una sociedad m¨¢s fraterna, su deseo de ser conciencia cr¨ªtica ante las situaciones de injusticia como son el fraude fiscal, el paro, la especulaci¨®n, etc¨¦tera, y defensa de los derechos humanos, como pueden ser la igualdad de oportunidades o la objeci¨®n de conciencia.
Estas conclusiones que vienen a ratificar los prop¨®sitos asumidos en las dos asambleas anteriores, han reavivado las cr¨ªticas de ambos extremos. Dicen unos que C¨¢ritas, al asumir funciones cr¨ªticas de las estructuras, .traicionan a su vocaci¨®n ben¨¦fica que debe reducirse a la estricta y tradicional limosna. Claman otros porque, acudiendo en ayuda del marginado, creen que coopera a prolongar la situaci¨®n, impidiendo la agudizaci¨®n del conflicto que propiciar¨¢ el estallido revolucionario del que por lo visto habr¨ªa de salir una sociedad sin problemas. Unos y otros o bien olvidan que C¨¢ritas es una instituci¨®n de Iglesia o desconocen lo que el Concilio Vaticano II ha supuesto para la manera de vivir la fe y situarse desde ella ente el mundo y sus problemas de hoy.
El Concilio ha dado, en efecto, un giro copernicano en la manera de situarse la Iglesia ante el mundo. De sentirse extra?a al mundo y considerar las estructuras temporales como inamovibles y basadas en el derecho natural, la Iglesia ha pasado a reconocer la autonom¨ªa de lo temporal y el hecho de que ?ella misma avanza juntamente con la humanidad y experimenta la suerte terrena del mundo?.
La Iglesia pasa de una visi¨®n escatol¨®gica que aplaza todo para la otra vida y recomienda en ¨¦sta ?resignaci¨®n? ante las injusticias y respeto a todo trance del ?orden establecido?, a admitir que el reino prometido comienza ya en este mundo mediante la transformaci¨®n seg¨²n sus l¨ªneas y valores de las estructuras terrenas.
Una Iglesia de este talante lleva a una serie de consecuencias pr¨¢cticas que estamos viendo aparecer y que no todos comprenden o aceptan. En el campo de la acci¨®n caritativa, propio de C¨¢ritas, esta postura lleva a no limitarse a la mera soluci¨®n de casos concretos sino a volcarse adem¨¢s en un serio estudio de las causas de la pobreza, a la advertencia previsora de los peligros de un desarrollo basado en el ego¨ªsmo y el lucro, a la denuncia de tantas situaciones injustas y al apoyo de quienes luchan por la transformaci¨®n del mundo. Y sabe C¨¢ritas que est¨¢ obligada a este trabajo porque como la Iglesia, al encarnarse en el mundo, se siente impulsada a buscar una sociedad m¨¢s justa, m¨¢s fraterna y libre, en que sea el amor a los hombres, a todos los hombres sin distinci¨®n, la norma suprema. Trabajar por este objetivo es, especialmente en Espa?a, sacudida estos d¨ªas por el horror y la repulsa de importantes asesinatos y secuestros, y de la siembra de odios a veces usurpando de forma sacr¨ªlega invocaciones religiosas.
Sin embargo, el entusiasmo por la hondura y urgencia de estas tareas no nos distrae ni un ¨¢pice de esa tarea asistencial tan urgente hoy como antes, y que en palabras de Lombardo-Radice, el te¨®rico marxista italiano, es uno de los ?caracteres del amor cristiano que se entrega a la criatura humana aunque esta entrega sea improductiva, porque para el cristiano es importante dar su tiempo con gozo y alegr¨ªa al enfermo incurable, o acompa?ar con amor y paciencia al anciano in¨²til en su camino hacia la muerte, cuidar bondadosamente a los seres humanos ¨²ltimos, a los m¨¢s infelices y a los m¨¢s imperfectos, incluso aquellos en los que resultan ya casi indiscernibles los rasgos humanos?. Hoy, como siempre, C¨¢ritas dedica a esta tarea todo su esfuerzo, no sin ver con angustia que sus medios no llegan a todas las necesidades. Labor asistencial y cr¨ªtica, ayuda al oprimido y modificaci¨®n de estructuras opresoras son dos aspectos inseparables de una ¨²nica tarea, que C¨¢ritas asume consciente de sus limitaciones y pobreza de medios, pero decidida a avanzar tanto cuanto le sea posible por este camino. Es l¨®gico que este planteamiento produzca la confusi¨®n y el distanciamiento de aqu¨¦llos que apoyaban a la Iglesia porque ve¨ªan en ella una cobertura y protecci¨®n de sus situaciones privilegiadas o un seguro para la otra vida, y que se sienten l¨®gicamente sorprendidos por los nuevos vientos. Pero su p¨¦rdida viene compensada por la de aqu¨¦llos otros que se plantean en serio que ser cristiano no consiste en una etiqueta que nos ponen al bautizarnos o en asistir pasivamente a una misa dominical, sino en poner en pr¨¢ctica de forma integral el mensaje del cual fue portador Jes¨²s de Nazaret, en el centro del cual est¨¢ el amor a los dem¨¢s, y un amor no te¨®rico, sino pr¨¢ctico y comprometido que lleva a una comunicaci¨®n real de toda clase de bienes.
Porque creemos en el poder de atracci¨®n, belleza moral y eficacia pr¨¢ctica del amor cristiano, creemos que una instituci¨®n como C¨¢ritas tiene hoy y ahora en nuestra sociedad espa?ola una funci¨®n importante, que no es otra que la de ser en medio de tanta palabrer¨ªa y de tanta confusi¨®n, un punto de encuentro de aqu¨¦llos que, cristianos o no, sientan la urgencia de trabajar a favor de los oprimidos y contribuir a ser la voz de los que no tienen voz, convencidos de que de esta forma est¨¢n ayudando a que nuestra sociedad, la que entre todos estamos y tenemos obligaci¨®n de construir, sea m¨¢s fraterna, m¨¢s justa y basada en el ¨²nico elemento capaz de superar los odios, ego¨ªsmos y contradicciones actuales: el amor a todos, incluidos los enemigos.
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