La tierra prometida
Reciente a¨²n Cenizas y diamantes en la pantalla de Radio Televisi¨®n Espa?ola, este nuevo filme de Andrzej Waida viene a recordarnos, confirm¨¢ndolas si fuera preciso, sus dotes de hombre de an¨¢lisis y forjador de espect¨¢culos. La tierra de la Gran Promesa, filmada m¨¢s recientemente, nos narra, a partir de la novela de Reymont, la aventuradel capital y de la burgues¨ªa industrial polaca y alemana en pleno siglo XIX.S¨®lo un realizador de gran categor¨ªa hubiera sido capaz de acometer y dar cima con ¨¦xito al empe?o de dar forma e interesar al p¨²blico no en una comedia humana a lo Balzac, sino en un drama a lo Zola, donde campean, de principio a finallos afanes de una clase entera. As¨ª, aunque la historia narre las aventuras de entonces, este filme, a la vez medido y barroco, nos muestra, paso a paso, c¨®mo los hechos y la ambici¨®n de una clase arrastra a ¨¦sta hasta su inevitable desenlace. As¨ª aparece como un filme social, un fresco abigarrado donde el destino de los hombres se halla encerrado en los de su clase en torno, alumbrando a lo largo de tres horas largas los momentos culminantes de una etapa decisiva en el acontecer de nuestro tiempo.
La tierra de la Gran Promesa
Seg¨²n la novela de WIadyslaw Reymont.Fotograf¨ªa: Witodd Sobocinski. M¨²sica: Wojciech Kilar. Int¨¦rpretes: Daniel Albrychski, Andrzej Sewerin, Anna Nahre Becka, Tadeusz Bialosclynnki. Direcci¨®n: Andrzej Wajda. Color. Dram¨¢tico. Polonia. 1975: Local de estreno: Cine Rosales.
El fracaso de su protagonista, pues como tal debe entenderse su boda por inter¨¦s, una vez arruinada su aventura, esa f¨¢brica cuyo proyecto y culminaci¨®n vienen a ser el nudo de la acci¨®n de la pel¨ªcula, sella de un modo simb¨®lico el fin de un momento social e hist¨®rico que el autor nos anuncia con la llegada de los primeros conflictos laborales. Quiz¨¢s donde m¨¢s se advierte la maestr¨ªa de Wajda sea en su facilidad para mostrarse fr¨ªo y distante cuando lo siente y quiere, testigo militante o sat¨ªrico y burl¨®n en ocasiones, sin que por ello el hilo del relato se desv¨ªe o pierda. Esa vena tan rica y no ambigua, sino definida claramente no ser¨ªa posible sin unas dotes de puesta en escena excepcionales. Tal se evidencian en las secuencias del teatro, el entierro o los incendios, incluso en su forma cl¨¢sica de presentar y caracterizar a los personajes, Todo riesgo de caer en un filme cerebral, en enojosos planteamientos literarios, ha sido orillado, no con pericia de artesano sino con aut¨¦ntica inspiraci¨®n de quien sabe hasta d¨®nde puede llegar y cuenta con medios para ello, pues esta producci¨®n generosa en presupuesto, donde no sobra, nada para que nada falte, ha sido realizada con un lujo poco habitual en el actual cine europeo.
En esta historia donde el espect¨¢culo viene a convertirse en pura narraci¨®n en elemento m¨¢s unido al coro de actores eficaces, s¨®lo un reparo podr¨ªa anotarse, referido a las sectiencias f¨ªnales cuando el protagonista huye a Berl¨ªn con su est¨²pida amante, olvidando sus anteriores intereses. En ese final la narraci¨®n vacila del mismo modo que se explica precipitadamente su actitud ante sus nuevos siervos que inauguran una futura ¨¦poca en los patios de su nueva f¨¢brica, de esta cerrada Lodz ahogada por el humo y los encantos, de una burgues¨ªa que bosteza en el teatro, capaz de vibrar tan s¨®lo ante los nuevos precios del algod¨®n, la lana o los telares.
Babelia
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