El Lobo, un marginado de los cosos
La leyenda del toreo nocturno ha engendrado durante a?os docenas de criaturas. Algunas abandonaron poco a poco la nocturnidad gracias a la mano extendida por un hombre ?metido? en el mundo taurino; otros olvidaron la muleta en un rinc¨®n de la ganader¨ªa y buscaron nuevos caminos para subsistir; y unos pocos aguantaron falsas o incumplidas promesas al pie del cercado de una ganader¨ªa. A este grupo de marginados pertenece El Lobo, un hombre que opt¨® por salir vestido con traje de luces a un campo de f¨²tbol -?la primera vez fue en un Salamanca-Zaragoza, en El Helm¨¢ntico..., ?hab¨ªa tanta gente!?- para que se fijasen en ¨¦l.El Lobo y algunos compa?eros mantienen la fama de toreros, entre comillas, dominados por la idea de la nocturnidad. Sobre ellos ha reca¨ªdo la ira de los ganaderos y empresarios, hombres que creen ver falta de valent¨ªa o deficiencias art¨ªsticas en su oficio; personajes de los toros, en definitiva, a los que resulta dif¨ªcil pedir una oportunidad y casi siempre intento vano, porque son reacios a concederla. La ?cantera? taurina no la quieren ver relacionada con la presun,ta delincuencia de la nocturnidad.
Las propias palabras de estos ?toreros? les han hundido. ?Tengo una leyenda sobre el toreo nocturno -dice El Lobo-, pero de noche nunca se me ocurri¨® ponerme delante de un macho; me limit¨¦ siempre a las vacas?. Pero nadie les cree. Y, cuando menos lo esperan, han pasado de objeto de las iras del mundo taurino a pantalla y filtro que puede tapar problemas a los ojos de los dem¨¢s. Y se les involucra en hechos en los que, si en su historial han sido frecuentes, no necesariamente tienen que ser protagonistas ahora.
Marginados de los cosos taurinos, les queda el derecho al pataleo y la leg¨ªtima defensa de su imagen e intereses. El Lobo tuvo que pasar por la Direcci¨®n General de Seguridad para declarar en relaci¨®n con la muerte de tres toros de la ganader¨ªa de Victorino. Los hechos no han sido esclarecidos y El Lobo asegura ignorar cualquier detalle relacionado con ellos. ?Yo no conozco la ganader¨ªa de Victorino.?
El problema de estos marginados de la hora del clar¨ªn y la arena de las plazas es, en opini¨®n de El Lobo, una falta general de ¨¦tica profesional. ?En ese grupo es donde se cuece la peor ralea?. Las fobias y las filias, al parecer, dependen de un estado de ¨¢nimo. ?Yo conozco a un matador de toros de Salamanca que dice a las empresas qu¨¦ toros y de qu¨¦ ganader¨ªa han sido toreados?. ?Motivos? ?Darcobao intentarla contrataci¨®n de una corrida; o qu¨¦ s¨¦ yo. ?
El mito del maletilla est¨¢ a punto de perecer. C¨®mo acabar con este tipo de marginados, quiz¨¢s demostrando que ?torear los toros de noche son m¨¢s leyendas que realidades?.
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