Carlos Franco
Hay espect¨¢culos mejor definidos por sup¨²blico que por su contenido, noticia o mensaje; manifestaciones dignas de cr¨¦dito a tenor m¨¢s de quien las ve que de lo visto. El saber qui¨¦nes acudieron al acto suele a veces resultar m¨¢s decisivo, esclarecedor y garante del ¨¦xito que el acto mismo (y el proverbial quis dixit mucho m¨¢s significativo que el objetivo quid dixit)Una aproximaci¨®n primera, y no poco definitoria, a la reci¨¦n inaugurada exposici¨®n de Carlos Franco exige ante todo hablar del p¨²blico, de su p¨²blico: gente joven, abierta, expansiva, adicta de antemano, y sin m¨¢s, a lo colgado en las paredes de la galer¨ªa, enteramente conforme en su conjunto, por su edad y manera de ser con las formas expresivas, conla congruencia temporal y con el conjunto de lo expuesto.
Carlos Franco
Galer¨ªa Edurne. Monte Esquinza, 3
Frente a la concurrencia habitual y el consabido protocolo del acto inaugural (los del ??qu¨¦ maravilla! ?, o del ??me encanta! ?, o del ?me quedar¨ªa con el cuadro de la derecha?), en la exposici¨®n de Carlos Franco hab¨ªa un p¨²blico joven, vital, abierto, desenfadado.... que hablaba de sus cosas entre las otras cosas, pintadas o dibujadas y dimanadas tanto de la pertenencia del artista como de todos y cada uno de los visitantes.
Rabiosas ganas de pintar
No se produc¨ªa mediaci¨®n alguna entre el vitalismo, el desenfado, la frescura y genuinidad del festivo (mejor que respetable) p¨²blico, y la presencia de aquellos cuadros Y dibujos igualmente henchidos de buen aire, de vitalidad, de expansi¨®n..., ni era factible establecer soluci¨®n alguna de continuidad entre las ganas de vivir, tan a la vista, de los visitantes, y las rabiosas ganas de pintar por parte del joven artista.La mejor cr¨ªtica en torno al quehacer de Carlos Franco es la que dicte la afici¨®n. Hablar de? expresionismo de sus cuadros, del transfondo ¨®rfico en que se apoyan sus desmadradas criaturas, o del automatismo primario y ulterior configuraci¨®n de sus dibujos..., es tanto como llevar al s¨®rdido desv¨¢n de la teor¨ªa algo que ocurre (que est¨¢ ocurriendo) en el suelo exultante de la vida (con denuncia o sin ella).
No hay cr¨ªtica posible (ni siquiera parece v¨¢lida la alusi¨®n al parentesco pertinente entre sus descocados dibujos y los del delirante Raymond Roussel). Son buenas las obras que Carlos Franco da por tales, y se exponen las que ¨¦l quiere que se expongan. El dictamen ¨²ltimo proviene de su experiencia y del grado de comunicaci¨®n que ella es capaz de suscitar en el p¨²blico, en su p¨²blico.
Unicamente cabe una reflexi¨®n general en torno al auge de la neo-figuraci¨®n espa?ola, impulsiva, libre de ataduras, esforzada, eminentemente renovadora..., que comieza a asignar a nuestra joven pintura un nombre y un lugar en el c¨®mputo de la vanguardia, en laque Carlos Franco (con ajenas resonancias o sin ellas) tiene un puesto y una singular manera de expresi¨®n.
Babelia
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